Crónicas Jugonas: Semana 51 del 2015 (14/12 – 20/12)
Otra buena semana. Y ya van unas cuantas. De nuevo, muchas partidas, estrenos, incluso algún proto. No os entretengo más.
Comenzamos el lunes con un pequeño estreno en el trabajo, Poli Bueno Poli Malo. Un juego de roles ocultos diseñado por Brian Henk y Clayton Skancke, publicado en nuestro país por Ediciones Primigenio. Los jugadores interpretan a policías dentro de una comisaria, siendo unos corruptos y otros legales. El objetivo de cada bando es encontrar y matar al líder del bando opuesto. Cada jugador tendrá tres cartas que determinarán por mayoría su rol (corrupto o legal). El punto de diferenciación de este juego respecto a otros similares es que todos los jugadores desconocen quienes son sus aliados (lo normal es que el bando en minoría se conozca entre sí). Así, en cada turno, los jugadores podrán investigarse, atacarse o utilizar cartas de equipamiento que le permitirán realizar ciertas maniobras. Así hasta que alguno de los dos líderes caiga. En la partida: Víctor, Raquel, Marta, Borja, Jorge, Sandra y yo. Como era previsible, en este grupo el juego no terminó de triunfar (gente ultracompetitiva que no les mola eso de colaborar, aunque sea contra otro bando). Pero como se puede disparar, pues a ello que se pusieron. En el primer turno ya había pistolas apuntando, por lo que la partida duró un suspiro. Una de nuestro propio bando (yo era legal) fue quien atacó a nuestro líder, dejándolo a merced de los corruptos, que se llevaron la victoria. A pesar de no haber disfrutado de la experiencia (debido al grupo) se le ven detalles muy interesantes. Sobre todo el tema de tener que buscar aliados para poder moverte con algo de control. Tiene detalles del Saboteur (mirar la carta de un rival es como mirar un mapa), y en función de lo que se diga se puede influenciar bastante. Además, la mecánica evita que las partidas se eternicen, algo que es muy de agradecer. Tengo ganas de sacarlo con un grupo adecuado.
Como ya preveía que no iba a salir muy bien la partida, también me traje ¡Toma 6! (aquí su tochorreseña), del gran Wolfgang Kramer. Un juego de acción simultánea en el que tendremos que ir colocando cartas en orden sobre cuatro filas colocadas en la mesa, con la condición de que nuestra carta ira a aquella fila en la que sea superior a la última carta y más cercana. El que tenga que colocar la sexta carta de una fila se tendrá que comer las cartas contenidas en ella, anotando los puntos correspondientes. La partida finaliza al término de la ronda en la que alguien sobrepasa los 66 puntos. Echamos solo dos rondas porque no nos daba tiempo a mucho más. Pero, como éramos tanto, los jugadores anotaron muchos puntos. De hecho, con una ronda más habría bastado para cerrar de forma oficial la partida. Ronda que me habría venido bien para intentar llevarme la victoria que, finalmente, fue para Borja. Resultado: Borja con 6 puntos, yo con 16, Jorge con 23, Marta con 31, Raquel con 35, Víctor con 39 y Sandra con 49. Es una maravilla de filler que tiene ya más de 20 años y sigue funcionando a la perfección. Con ese puntito de caos que lo hace tan divertido, especialmente en partidas de entre 5 y 7 jugadores. Muy recomendable.
Por la noche Sandra y yo echamos una partidilla a Keyflower (aquí su tochorreseña). Un juego de la serie Key de Sebastian Bleasdale y Richard Breese en el que se dan la mano diversas mecánicas para ofrecer una experiencia de juego relativamente fresca: colocación de trabajadores, gestión de recursos, colocación de losetas, puntos de acción y subastas. Todo mezclado pero no agitado, como diría el agente 007. Los jugadores jugarán a lo largo de las cuatro estaciones intentando ampliar sus aldeas pujando por una serie de losetas que salen a subasta para, posteriormente, poder ir utilizando sus beneficios (aunque se pueden utilizar las que aún no pertenecen a nadie o las de otros jugadores). La gracia es que las pujas se realizan con los propios trabajadores, dependiendo del color de estos (hay cuatro distintos). Partida veloz, tensa y con mucha historia. Yo creí llevarla muy bien encaminada, con prácticamente todas mis losetas mejoradas. Sin embargo, cuando llegó el momento clave, no supe jugar adecuadamente y Sandra me arrebató las losetas que necesitaba para anotar los puntos que me diesen la victoria. Resultado: 71 a 55. Un grandioso juego que logra aunar una cantidad increíble de mecánicas (colocación de trabajadores, subastas, gestión de recursos, colocación de losetas, set collectión, puntos de acción, etc.) de forma magistral y con una escalabilidad asombrosa. Si se le puede poner alguna pega es su insulso tema. Por todo lo demás, un soberbio título.
El martes me llevé al trabajo 7 Wonders (aquí su tochorreseña). Un juego de Antoine Bauza que implementa una mecánica de draft de cartas simultaneo en el que los jugadores competirán por conseguir la mejor civilización, desarrollando diversos aspectos, entre ellos, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tres eras de desarrollo con un poco de gestión de recursos y una pizca de interacción entre los jugadores adyacentes en la mesa dan pie a un juego que ya se ha convertido en un clásico. En la mesa: Jorge, Raquel, Víctor, Sandra y yo. Esta vez decidí diversificar de forma que no me quedase nunca una carta sin usar. Pero, de nuevo, me ocurrió exactamente lo mismo que en la partida de la semana anterior, ya que jugué una carta militar con la esperanza de haberle asestado un golpe importante a Jorge, y llevarme la victoria. Pero este también jugó una carta similar, de forma que fue una carta inútil. Resultado: Sandra vencedora con 52, yo 47, Víctor 38, Raquel 37 y Jorge con 35. Para mi es, sin duda, el mejor juego de este autor francés, que nos tiene acostumbrados a juegos visualmente espectaculares aunque de desarrollo simple. Incluso este 7 Wonders, una vez dominado, llegará a parecernos un filler ligeramente vitaminado. Pero puede presumir una grandiosa escalabilidad, no viéndose afectada la experiencia de juego incluso con 7 jugadores. Eso sí, mínimo cuatro jugadores en la mesa, para que las vecindades sean un escollo y haya que estar pendiente de a qué recursos se tiene acceso, así como disfrutar de las reacciones en cadena respecto a las cartas militares.
El miércoles me llevé al trabajo mi querido Carcassonne (aquí su tochorreseña). Para el que no lo conozca, es un juego de Klaus-Jürgen Wrede en el que, mediante la colocación de losetas, iremos formando Carcasona. Los jugadores, en su turno, roban una loseta y la colocan de forma coherente sobre la mesa, pudiendo colocar un meeple sobre ella para intentar completar una estructura con la que puntuar (caminos, castillos o claustros, además de los granjeros). La norma más importante es que no se puede colocar un meeple en una estructura en la que ya haya alguno otro, de forma que solo se podrá intentar arrebatarla mediante una incorporación indirecta (comenzando otra estructura del mismo tipo y contándolas). Y para darle sabor le metí las expansiones Constructores & Comerciantes, Campos de Trigo, El Culto y El Rey y el Ladrón. Partida más ajustada de lo habitual, salvo por parte de Sandra, que siempre estuvo muy lejos del pelotón. La partida se la llevó Jorge gracias a ser el poseedor de la ficha del Ladrón, que le proporcionó una gran cantidad de puntos. Resultado: Jorge 111, Víctor 100, Raquel 97, yo 88 y Sandra 60. No pasan los años por esta maravilla de los Eurogames. Para mí, el mejor título de iniciación, y uno de los que más vida posee gracias a las expansiones. En esta partida estrenamos un par de ellas. La del Rey y el Ladrón me pareció muy potentes y sin modificar la esencia del juego. Eso sí, el recuento final un poco engorroso. Por otro lado, la de El Culto no nos terminó de entusiasmar, sobre todo porque, cuando salieron estas losetas no había claustros esperando a ser molestados.
El jueves me llevé el que probablemente sea mejor familiar de este año: Colt Express (aquí su tochorreseña), con su reciente expansión, Caballos y Diligencia. Diseñado por Christophe Raimbault, en él interpretamos a un bandido que quiere llenarse los bolsillos asaltando un tren (el cual se monta en tres dimensiones y le otorga un aspecto espectacular al juego, con atrezo incluido). Durante los turnos, los jugadores irán programando sus acciones mediante cartas (a veces visibles, a veces no), para, posteriormente, resolverlas en el mismo orden en el que se colocaron en la pila. La expansión mete la diligencia, que añade el tema de los rehenes que te aportan una cantidad de dinero al final de la partida en función de ciertas condiciones pero, durante la partida, suponen un lastre. También están los caballos que te permiten desplazarte a nivel de vagón más rápidamente. Y, finalmente, las petacas, que permiten una especie de turnos dobles. Partida muy interesante ahora que ya se controla la expansión. En la mesa: Víctor, Raquel, Sandra, Borja y yo. Las petacas son fundamentales, ya que te permiten paliar malas manos o asestar un golpe de efecto en un momento determinado. Los jugadores fueron a optimizar las ganancias proporcionadas por los rehenes capturados. Yo me quedé a 200 dólares de la victoria. Con que me hubiesen disparado una vez más me la habría llevado. Esta fue para Víctor que pudo aprovechar el evento final de partida. Resultado: Víctor vencedor con 1950$, Sandra segunda con 1900$, yo 1800$, Marta 1650$ y Borja 1000$. Divertido, fácil de explicar, asequible económicamente y visualmente espectacular (con ese tren en tres dimensiones tan llamativo). Un juego con una buena carga caótica que hay que disfrutar sabiendo que casi todo lo que planees no va a salir como tenías pensado. Muy recomendable. Y la expansión le añade suficientes elementos para proporcionar nuevos e interesantes caminos. Muy recomendable.
Por la noche Sandra y yo nos desplegamos en la mesa un prototipo de Topoum, el nuevo juego diseñado por Perepau Llistosella e ilustrado por Pedro Soto (sale hoy mismo en Verkami). Un juego en el que cada jugador controla a un ejército de topos luchando por un terreno en plena Primera Guerra Mundial. El objetivo de los jugadores será crear líneas de visión entre sus topos en el tablero. Para ello hará uso de unas cartas de acción que le permitirán desplazarse e interactuar con los demás jugadores. Partida rápida, tensa y muy entretenida. Como suele ser habitual en este tipo de juegos, a Sandra le costó entrar en la partida por la dificultad que le suelen entrañar este tipo de juegos con una buena carga espacial, siéndole imposible limar las diferencias que fui abriendo poco a poco. Resultado: 99 a 88. Magnifico sabor de boca. Un juego de esos que cada turno te permite grandes posibilidades, y solo eligiendo bien se puede alcanzar la victoria. Eso sí, mantened alejados a los titanes del AP, ya que cada movimiento puede ser estudiado durante un intervalo de tiempo importante. Five Tribes se queda en pañales con los bloqueos mentales que este Topoum puede provocar. Afortunadamente nosotros no sufrimos de ese mal, y si alguno se piensa demasiado las cosas recibe una rápida reprimenda. Que sepáis que yo me apunto a la campaña. Con esto, todo queda dicho.
El sábado fui al Club a echar unas partidas mañaneras con Pablo y Yónatan. Empezamos con Alquimistas (aquí su tochorreseña). Un juego diseñado por Matúš Kotry en el que tendremos que convertirnos en el alquimista más famoso del lugar. El titulo mezcla una mecánica de deducción con puntos de acción y gestión de varios elementos para ir ganando puntos de reputación. Los jugadores deben averiguar la composición química de los 8 tipos de ingredientes. Para ello, a base de prueba y error, irán eliminando posibilidades para, posteriormente, proponer y refutar teorías en busca del ansiado prestigio. Partida un tanto irregular por la dificultad inicial que suele suponer asimilar la mecánica de deducción. Si a esto le unes que tanto Yónatan como Pablo cometieron errores anotando los resultados de sus pruebas, pues ya os podéis hacer una idea de cómo finalizó la partida. Resultado: yo 37 puntos, Yónatan 13 puntos y Pablo 1. Alquimistas es uno de los mejores juegos de la pasada Feria de Essen. Un juego original y con un punto de dureza importante. No tanto por las mecánicas sino por el sistema de deducción, que cuesta un poco asimilar. Un magnifico título, aunque no es recomendable sacarlo a mesa muy seguido porque te deja exhausto.
Después otro gran título, esta vez de 2013: Lewis & Clark (aquí su tochorreseña). Un juego diseñado por Cédrick Chaboussit en el que tomamos el control de un grupo de expedicionarios en una carrera por ser los primeros en cruzar Norteamérica de costa a cosa. Para ello tendremos que ampliar nuestra expedición, con la ayuda de los indígenas, para obtener recursos e ir progresando a través del rio y las montañas. Una mezcla de colocación de trabajadores y construcción de mazo, además de un punto de originalidad gracias a la gestión del exceso de recursos, ya que cargar con demasiados elementos retrasará nuestro avance. A esta partida se nos unió Leandro, para disfrutar de una buena carrera. Esta estuvo muy disputada, sobre todo a raíz del parón provocado por la primera cordillera de montañas. Hasta entonces Pablo y yo íbamos claramente en cabeza, pero Leandro y Yónatan lograron remontar. Aun así, la pequeña ventaja que llevábamos fue suficiente para que la victoria estuviese entre nosotros, siendo finalmente para Pablo que pudo plantar el campamento antes que el que os escribe, que lo habría logrado con un turno más. Un magnifico juego, muy sólido, tenso, lleno de decisiones. Como he dicho, de lo mejor de la cosecha de Essen 2013. Una genial mezcla de mecánicas que funciona adecuadamente y que, si la carrera está igualada, tendrá a los jugadores en vilo hasta el último turno. Imprescindible.
Por la noche Sandra y yo estrenamos Flying Kiwis. Un juego diseñado por Frank Bebenroth y Marco Teubner en el que los jugadores disponen de un tirachinas con el que lanzaran unas fichas con kiwis (aves) a una especia de corral cuadriculado. En el momento que un jugador consiga formar un cuadrado 2×2 con sus fichas gana. En caso de agotarse todas las fichas, los jugadores suman tantos puntos como fichas haya en cada pila cuya última ficha sea de su color. Echamos cinco partidas. Muchas risas y desenfreno. Yo me llevé 3, mientras que Sandra logró victoria en 2. Era previsible la aparición de títulos como este tras el enorme éxito de Coconuts. Este es mucho más frenético que el juego de los monos, aunque menos divertido, ya que el otro se saborea mucho más. Pero para echar un buen rato, no está nada mal.
El domingo quedé con Berto (Lediakhov) y Roberto (Gixmo) para echar unas cuantas partidas para cerrar la semana. Mientras Berto llegaba, Roberto y yo empezamos una partida de Tash-Kalar: Arena de Leyendas (aquí su tochorreseña). Diseñado por el grandioso Vlaada Chvátil, se trata de un juego en el que iremos introduciendo una serie de fichas en un tablero (la arena de combate) para ir formando una serie de patrones que nos permitirán poner en juego ciertas cartas, además de destruir fichas del contrario. Jugamos en Alta Forma, de modo que había que luchar por conseguir cumplir ciertas tareas antes que el rival. Digo empezamos porque no llegamos a finalizarla, ya que no la llegamos a terminar (Berto llegó a mitad de partida). En ese momento iba ganando Roberto, ya que yo llevaba tiempo sin jugar y no le eché cuenta a las tareas. De todos modos mi situación en el tablero no era muy halagüeña, así que lo mejor era finiquitar la historia. Es de esos juegos que hay que ir descubriendo poco a poco. Muy abstracto pero, a su vez, trepidante, emocionante y genialmente diseñado. Si os gustan los juegos para dos (porque es como de verdad se disfruta este título), no perdáis la oportunidad de probarlo.
Tras esto, el plato fuerte de la semana: The Gallerist. El nuevo diseño de Vital Lacerda en el que los jugadores interpretan a directores de galerías de arte. Mediante un sistema de colocación de trabajadores, tendrán que descubrir artistas, comprar y vender obras de arte para atraer visitantes y ser el que más dinero obtenga al final de la partida. Esta fue muy interesante (tal vez un poco larga por ser la primera), en la que gracias a una buena diversificación logré llevarme la victoria. Tal vez fui un poco justo de ayudantes, pero supe optimizar bastante bien mis acciones. La novatada la pagó Berto, que no supo interpretar bien sus objetivos, y se quedó bastante lejos en el marcador. Resultado: yo con 176, Roberto con 163 y Berto con 94. Es el juego del señor Lacerda que mejor he sabido asimilar en una primera partida. El sello del diseñador portugués es palpable, aunque, probablemente, sea su juego con menos carga conceptual, lo que no quiere decir que sea sencillo. Eso sí, tiene un punto menos de interacción que Kanban. Pero si los juegos del diseñador portugués son de vuestro gusto, este The Gallerist os gustará mucho.
Para cerrar la semana, partida a Blood Rage. Un juego diseñado por Eric M. Lang en el que tomaremos el control de un clan vikingo sediento de sangre y gloria. Un juego de control de áreas con muchas tortas y un sistema supersencillo. Todo se reduce a mejorar aspectos del clan mediante cartas, introducir unidades al tablero y luchar por misiones y por alcanzar el Valhalla de forma gloriosa. Partida entretenida que quedó chafada por mi culpa. En la segunda ronda me entró un furor invasor y me olvidé del límite de unidades en el tablero (mis rivales tampoco se percataron). Pero, cuando saquee una región que me permitía subir el nivel de cascos caí en la cuenta, por lo que decidí dejar de influir en la partida y dejar que Berto y Roberto se machacasen, siendo este último el que se llevase la victoria, no sin sentir el aliento en el cogote de Berto gracias a la carta que le duplicaba los puntos obtenidos por misiones. Resultado: Roberto 105 y Berto 94. Tan sencillo como ultraproducido, tiene un ritmo frenético y una interacción constante. Lo único que echa para atrás es el precio. Pero si este no es un problema, es un juego precioso y muy entretenido. Esta segunda partida ha mantenido las sensaciones de la primera. Eso sí, con más gente, mas tortas. Deseando jugar a cuatro.
Y con esto finaliza la semana. Como he dicho, muchas partidas a juegos de todo tipo. Entramos en la última del año, en la que se prevé mucho movimiento. ¡Estad atentos!
Quiero jugar al Blood Rage, pero… Qué pena del precio. A mí me dan un poco igualas miniaturas y 70 pavazos… Crees que si no tuviera esas miniaturas pasaría por un juego normalucho?
Hombre, el juego es intenso, pero no deja de ser un juego de mayorías. Pero el desarrollo mola. Rápido de jugar, muchas tortas, y visualmente impactante. ¿Que podría costar 40 € si en vez de minis tenemos cubos? Por supuesto. Pero al final la gente demanda este nivel de sobreproducción. The Gallerist o Caverna también abusan en este sentido y la gente pasa por caja… 😛
Yo solo llevo 4 partidillas a The Gallerist y te digo que cuanto mas lo he jugado mejor ha ido, quizas para mi gusto el mejor de los 4 pero esque los anteriores tambien estan muy altos en mi listado hehehehe …. Te recomiendo que le des unas partidas mas hehehe…
Buenisima reseña del fin de semana jugon, nosotros solo pudimos hechar un Arcadia Quest, eso si, muy bueno hehehehe… grandisimo juego.
Yo estoy deseando abrir mi copia cuando me la den mis padres. De esos juegos que disfrutas desde la primera partida y te quedas con ganas de repetir y el recuerdo mejora con el paso de las horas. Me falta por probar CO2, pero ahora mismo mi ranking Lacerda sería:
1º Kanban
2º The Gallerist
3º Vinhos
La primera partida a The Gallerist se hace dura, pero cuanto más lo juegas más se disfruta. Reconozco que no es para todo el mundo, pero si te gustan los euros con dureza este es tu juego.
Para los que disfrutan de los juegos de Lacerda y la escuela portuguesa, es un muy buen juego. A mi me pareció mas accesible que Kanban o Vinhos, no porque no esté también cargados de conceptos, sino porque el ciclo económico que se debe establecer es mas intuitivo.