Reseña: Q.E.

Introducción

Es 2008 y la economía se está derrumbando. Tendrás que encarnar a una de las naciones más grandes del mundo e intentar salvar su economía imprimiendo dinero para rescatar las empresas. Habrá subastas para distintos tipos de empresas. Cada una tendrá un valor en puntos de victoria al final de la partida. Como banco central, puedes imprimir dinero para hacer la oferta que quieras. Tendrás, literalmente, un cheque en blanco en el que podrás escribir tu oferta. ¿99? Perfecto.¿99 mil millones? No hay problema. Consigue empresas para sumar puntos, pero ten cuidado: si eres el país que más ha gastado durante la partida, serás eliminado.¡ Asegúrate de controlar la evolución de la inflación!

Así se nos presenta Q.E., un diseño de Gavin Birnbaum (JamSumo, Carreau). Publicado por primera vez en 2019 por BoardGameTables.com en inglés. De las ilustraciones se encarga Anca Gavril (Dandelions, Mountain Goats, Bites).

Se encuentra publicado en español por SD Games (aunque los tableros tienen textos, a efectos prácticos es independiente del idioma). Permite partidas de 3 a 5 jugadores, con una edad mínima sugerida de 8 años y una duración aproximada de 45 minutos. El precio de venta al público es de 34,95€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en español de SD Games, que la propia editorial nos ha cedido amablemente.

Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.

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Contenido

Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 27,4×17,3×5,1 cm. (caja rectangular alargada similar a Habitats), encontramos los siguientes elementos:

• 21 Losetas Empresa (de cartón)
• 5 Fichas de Industria (de cartón)
• 5 Tableros de Puja (de cartón)
• 5 Tablero de Puntuación Individuales (de cartón)
• 5 Rotuladores (de plástico)
• Ficha de Comisario-Subastador (de cartón)
• Reglamento

Mecánica

Q.E. es un económico de peso ligero en el que, a lo largo de cuatro rondas, los jugadores subastarán empresas con una nacionalidad, una cantidad de puntos y una especialidad. El jugador subastador revela una nueva loseta y le pondrá un precio. El resto de los jugadores anotan una puja secreta y se la ofrecen al subastador. Este las consulta y anota en el reverso de la loseta el precio del mayor postor (que puede ser el del subastador si nadie le sobrepasa), que solo conocerán el subastador y el ganador final de la subasta. Al final de la partida los jugadores suman el precio total de las losetas, quedando eliminado el que más dinero haya gastado. El resto de jugadores evalúan las colecciones que han acumulado según diversos criterios.

Conceptos Básicos

Empecemos por las Losetas Empresa. Estas losetas muestran un tipo de empresa (agricultura, vivienda, gobierno, finanzas y manufacturas) con un color y un símbolo representativos. Además, cada empresa estará asociada a un país y mostrará una cantidad de puntos de victoria comprendida entre 1 y 4. Estas losetas muestran en su reverso un cheque en el que los jugadores podrán anotar el coste de adquisición de la misma. Al final de la partida el jugador que más dinero se haya gastado en empresas no será tenido en cuenta a la hora de declarar a un ganador.

Cada jugador dispondrá de un Tableros de Puja con el que poder realizar ofertas por las empresas a subastas. El jugador activo será el subastador y pondrá un precio a la empresa. El resto de jugadores realizarán una puja secreta anotándola en su tablero de puja persona, con solo dos restricciones: la puja no puede ser negativa (puede ser cero) y no puede coincidir con la puja del subastador. Los jugadores entregarán estas pujas secretas al subastador, que será quien evaluará el mayor postor para entregar la empresa al jugador correspondiente.

Al comienzo de la partida cada jugador recibirá una Ficha de Industria de uno de los cinco tipos. A la hora de realizar el recuento final, esta empresa será tenida en cuenta a la hora de evaluar las colecciones en los distintos tipos de empresas.

Cada jugador dispondrá de un Tablero de Puntuación asociado a cada uno de los países en el que podrá anotar los puntos de victoria de las empresas obtenidas, puntos de victoria por obtener empresas autóctonas, puntos de victoria por colecciones (mismo tipo de industria y distintos tipos de industria), así como espacio para escribir la cantidad total de dinero empleado durante la partida, ya que, al término de la misma, el que menos haya gastado será recompensado, y el que más será eliminado de la partida.

Con esto tenemos suficiente.

Preparación de la Partida

1. En función del número de jugadores se prepara el mazo de empresas:
   • En partidas a 5 jugadores se retiran las 4 losetas de un punto de victoria, la Loseta de Agricultura de Japón y la Loseta de Finanzas de China.
   • En partidas a 3-4 jugadores se retiran las 3 Losetas de Empresas de Reino Unido y Losetas de Gobierno de Japón y China.
2. Se mezclan las losetas de industria y se entrega una a cada jugador (en una partida a 5 jugadores se retira antes la loseta de gobierno).
3. Cada jugador escoge un país (en partidas a 4 jugadores no se usa Reino Unido) y recibe su tablero de puntuación, su tablero de puja y un rotulador.
4. Se escoge aleatoriamente al jugador inicial y se le entrega la ficha representativa.

¡Ya podemos comenzar!

Desarrollo de la Partida

Una partida de Q.E. se desarrolla a lo largo de una serie de rondas. En cada ronda, los jugadores alternarán turnos, comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj.

El jugador activo en cada turno deberá proceder de la siguiente forma:

1. Revelar la siguiente loseta de empresa, anunciando a los demás jugadores su nacionalidad, sector y número de puntos de victoria.
2. Establecer un precio de salida. El jugador escribe en su tablero de puja la cantidad que ofrece por la empresa, no pudiendo ser cero.
3. El resto de jugadores escriben en secreto en su tablero de puja la cantidad que ofrecen por la empresa, que debe ser distinta de la del subastador, y le pasan el tablero al subastador sin revelar su oferta a los demás jugadores.
4. Una vez que todos los jugadores han entregado su tablero de puja al subastador, este consulta en secreto todas las cantidades y anota la mayor cantidad de las ofertadas (incluyendo la oferta del subastador) en el reverso de la loseta de empresa y se la entrega a dicho jugador. Si fue el subastador, la loseta queda mostrando el precio. Si fue otro jugador, la loseta de empresa se le entrega bocabajo para que nadie pueda ver la cantidad.
5. En partidas a 4/5 jugadores el subastador debe anunciar qué jugadores pujaron una cantidad igual a cero. Si es la primera vez que lo hacen en la ronda en curso, marcarán la siguiente casilla del track de pujas a cero.
6. Se devuelven todos los tableros de pujas a sus respectivos dueños, quienes borran las cantidades de sus tableros de puja.

Tras esto, se convierte en subastador el jugador sentado a la izquierda.

En partidas a 3 jugadores la última loseta se resolverá por puja ciega sin haber subastador. Todos escriben una cantidad y la revelan simultáneamente, quedándose la empresa el mayor postor.

En partidas a 5 jugadores cada jugador tiene la oportunidad de consultar la oferta ganadora de una subasta, marcando la opción en el tablero personal.

Fin de la Partida

La partida finaliza una vez se han subastado todas las empresas. Cada jugado realiza el recuento final anotando:

• Los puntos de victoria de cada empresa.
• Los puntos de victoria correspondientes a empresas nacionales obtenidas.
• Los puntos de victoria correspondiente al número de rondas en las que se pujó 0 al menos una vez.
• Los puntos de victoria en función de las colecciones (mismo tipo y diversidad)
• Cada jugador anota la suma total de las pujas de las empresas que obtuvieron, anotándose 6 puntos el jugador que menos dinero gastó.

El jugador que gastó más dinero quedará eliminado (en caso de empate a mayor gasto, todos los empatados quedan eliminados). Del resto de jugadores, ganará la partida quien más puntos acumulase.

Opinión Personal

Hoy vamos a pasar por el microscopio un juego peculiar. De esos que cuando te cuentan cómo funcionan te pica el gusanillo de la curiosidad. Y es que siempre estamos hablando de innovación y de ideas frescas en el mundo de los juegos de mesa y, otra cosa no, pero Q.E. intenta atraer nuestra atención de esta forma. Vamos a ver qué tal se comporta en mesa no sin antes agradecer a SD Games la cesión de la copia que posibilita la parrafada que justo acaba de iniciarse.

Aun sufrimos muchas de las consecuencias de la crisis de 2008, la más grave desde la Gran Depresión del 29 que comenzó con el colapso de la burbuja inmobiliaria, dando pie a una importante crisis bancaria internacional por la cantidad de activos vinculados a las infladas hipotecas, lo que derivó en una crisis de liquidez y una gran recesión.

No soy economista y mis conocimientos en la materia son limitados (si meto la pata, por favor, corregidme), pero una de las sensaciones que a mí me quedó es que al final los distintos actores a nivel internacional acaban usando un dinero que no existe, todo a base de ingeniería financiera y apuntes contables. Activos que dependen de activos, deudas entre los diversos actores. Y todo ello sin tener de por medio dinero en metálico. Y esta es la idea que viene a explotar Q.E.

Nos encontramos ante un juego de subastas muy sencillo en el que los jugadores competirán por hacerse con el control de una serie de empresas que proporcionarán puntos según sus características (tienen una cantidad fija de puntos de victoria, valen más para el jugador cuyo país coincide con el de la empresa y, al final de la partida se evaluarán colecciones por mismo tipo de empresa y diversidad en dichos tipos).

En cada turno habrá un jugador que actuará de subastador y pondrá un precio inicial a la empresa que, de no ser sobrepujado por ningún otro competidor, acabará en su poder. El resto de jugadores realizarán una oferta secreta al subastador quien, tras consultar todas las ofertas, determinará qué jugador obtiene la empresa (no es algo que decida el, simplemente compara las distintas ofertas, siendo el único que conoce todas, mientras que el resto de jugadores solo conocen el precio inicial y su propia puja).

Hasta aquí parece un juego de subastas de lo más normal del mundo. Pero… ¿y si os digo que no hay dinero de por medio? Los jugadores empiezan la partida con una tarjeta que representa un cheque en blanco y un rotulador, y cada vez que establecen un precio o realizan una oferta, pueden poner la cantidad que crean conveniente, siempre que no sea negativa y no coincida con la oferta del jugador activo que ha otorgado un precio a la empresa que haya salido a subasta en el turno actual. Se representa de esta forma que los jugadores, que controlan países, emiten deuda para hacerse con estas empresas. Y aquí no hay prima de riesgo que valga.

Una idea tan sencilla como efectiva, que solventa algunos problemas típicos de los juegos de subasta y plantea nuevas dinámicas apoyándose en otro concepto crucial, esto es, que quien más dinero gaste no será tenido en cuenta para la lucha por la victoria, idea que ya hemos visto en otros magníficos juegos mi amado High Society (aquí su tochorreseña) o en Hab & Gut (aquí su tochorreseña), aunque en este último caso es quien menos dinero done a la beneficencia.

El problema típico de los juegos de subastas es calcular el retorno de inversión, esto es, calcular el beneficio que estamos obteniendo según el dinero gastado en una determinada inversión. Claro, en la mayoría de juegos de subastas este cálculo es importante porque el dinero es limitado. Pero aquí podemos disparar con pólvora del rey. Lo único que hay que intentar es no ser quien mayor suma en total haya empleado.

Esto genera una dinámica cercana a un juego de deducción en el que tendremos que ir recopilando datos para tener una idea aproximada de cuanto lleva gastado un jugador. Así, en cada subasta, tendremos una cantidad de partida (el precio establecido por el subastador) y nuestra propia oferta. Si ofrecemos más que el subastador pero no somos el mayor postor, sabremos que el jugador que finalmente se ha llevado la empresa ha pagado al menos una unidad monetaria más que nosotros. Información con la que tendremos que jugar para mantenernos por debajo del supuesto gasto total del que creamos más derrochador. Cuando nos toque ser el subastador esta información será completa, ya que obtendremos todas las ofertas de todos los jugadores y no tendremos que hacer estimaciones.

Es de esos juegos que te mantiene en tensión continua porque la sensación de incertidumbre es muy alta. Muchas veces crees que estás pujando demasiado pero al final no te acabas llevando la empresa. Otras veces pujas poco y acaba en tu poder. Hay que intentar tasar adecuadamente las empresas, y por eso me parece muy interesante el que el peso de las mismas no sea igual para todos los jugadores. Primero, por la nacionalidad de las mismas. Una empresa del mismo tipo y con la misma cantidad de puntos de victoria tiene más valor para el jugador que cuyo país coincida con el de la empresa que para los demás. Y esto es información pública con la que hay que jugar. Pero también hay intereses ocultos, ya que cada jugador comienza con una compañía de un tipo distinto, por lo que es relativamente fácil deducir qué empresa tiene cada jugador en función del interés que muestren por las mismas si no hay coincidencia de país.

Pero no todo es maravilloso. Hay situaciones en los que el azar puede impactar negativamente, como por ejemplo que el subastador revele una empresa de su propio país, lo que es bastante malo para sus intereses. También creo que la primera puja de la partida es muy determinante a la hora de generar una especie de equilibrio en torno a ella, por lo que al final el tema de tener libertad a la hora de ofrecer pujas puede resultar más efectista que efectivo.

Otro aspecto que flojea ligeramente es el de la escalabilidad. Es habitual que los juegos de subastas funcionen mejor cuantos más jugadores haya en la partida. Sin embargo, Q.E., por cómo está diseñado, como mejor funciona es a cuatro jugadores, ya que cada jugador es subastador el mismo número de turnos y no hay que recurrir a malabares para equilibrar el asunto, siendo más razonable el apaño a tres jugadores (la última subasta es ciega para todos), que para cinco, donde no habrá un tantos turnos como subastador y se permite consultar una de las pujas ganadoras para tener algo más de información. No es que vayan mal, pero chirria.

En cuanto a la rejugabilidad, Q.E. tiene alma de filler, que se explica en cinco minutos y se juega en media hora. Esto le permite ver mesa con facilidad y, si no fuese por el gran tamaño de sus tableros, podría jugarse en cualquier lado. Es agradable, ágil de jugar y mantiene a los jugadores enganchados a la partida hasta ese emocionante recuento final. Otro juego con el que podríamos compararlo por aquello de tener espíritu casi de party game y también ser innovador en su propuesta es Ponzi Scheme (aquí su tochorreseña).

Pasemos a la producción. Nos encontramos con unos acabados de gran calidad, con cartón de muy buen grosor y prensado, así como un tratamiento sobre los tableros para poder pintar en ellos y borrarlos con facilidad. El reglamento está bien estructurado y no deja lugar a dudas.

A nivel visual el trabajo de Anca Gavril es funcional y efectivo teniendo en cuenta que es un juego en el que se representan empresas y dinero etéreo. No es que desplegado en mesa resulte llamativo, pero que los tableros y las empresas estén bañados por las banderas de sus respectivos países les confiere una composición elegante. Lo mejor, sin duda, la portada, que es toda una declaración de intenciones con esa máquina de imprimir dinero.

Y vamos cerrando. Q.E. es un económico que se comporta como un filler, con una explicación de cinco minutos y partidas que no duran más de media hora, con una premisa fresca presentando un juego de subastas en el que no hay dinero en metálico, sino que los jugadores emiten deuda para adquirir empresas que proporcionarán puntos según diversas colecciones. La cosa es que quien más dinero gaste será eliminado de la partida en el recuento final. Y esto genera una dinámica de deducción en función de la información que se va recopilando durante la partida que funciona muy bien, tensionando a los jugadores hasta el último momento. Como aspectos negativos, una escalabilidad mejorable (como funciona bien es a cuatro jugadores) y algunas situaciones en las que el azar puede generar algún desequilibrio, pero nada especialmente importante. Por todo esto le doy un…

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