Reseña: Brass, Lancashire
Bienvenidos a Lancashire en el Siglo XVIII. El mundo está a punto de cambiar desde algo que podríamos denominar casi medieval a lo que ahora conocemos como modernidad. Este cambio será conocido como la Revolución Industrial, aunque les tomará un tiempo a los historiadores darle ese nombre. Lancashire pasó a ser el centro de la industria del algodón en este período, a través de la inventiva de Crompton, Arkwright y Watt, entre otros. El poder del vapor se combinó con nuevas máquinas, se construyeron fábricas de algodón, y las minas se sumergieron a mayores profundidades para proveer del carbón que exigían estos aparatos hambrientos de energía. El traslado de carbón requirió de canales y luego vías férreas y, de esta manera, este círculo virtuoso llevó de innovación en innovación. Brass nos cuenta un poco de esta historia en forma de juego. El nombre proviene de una expresión típica de Lancashire: «where there’s muck there’s brass», que significa «donde hay suciedad, está el dinero».
Así se nos presenta este Brass: Lancashire, del gran diseñador británico Martin Wallace, que cuenta en su currículum con otros títulos como London, Princes of the Renaissance, Age of Steam, Tinners’ Trail o A Study in Emerald. El juego que hoy nos ocupa fue publicado en ingles por primera vez en 2007 de la mano de Warfrog Games, aunque más tarde llegarían ediciones de White Goblin Games (en holandés/francés), Pegasus Spiele (en alemán bajo el título de Kohle: Mit Volldampf zum Reichtum) o Eagle Game (de nuevo en inglés). De las ilustraciones de la primera edición se encarga Peter Dennis, artista de cabecera de Wallace, con colaboraciones en Age of Steam, A Few Acres of Snow o Tinners’ Trail., mientras de que de la nueva edición se ocupan Lina Cossette, David Forest (estos dos responsables del aspecto de juegos Santorini, o Charterstone) y Damien Mammoliti (The Witcher Adventure Game, Edge of Darkness).