Reseña: Lobo
¿Quién pudiera ser pastor? Paseando en silencio por los verdes prados mientras saboreas una pieza de fruta libre de aditivos. Disfrutando de la naturaleza, entregado en cuerpo y alma al cuidado de tu rebaño. Por supuesto, se trata de una vida dura en la que no escasea el trabajo. Aunque seguro que, después de perder varias horas en un infernal atasco para fichar en una empresa gris con un jefe insoportable, la vida del pastor te parece mucho más atractiva de lo habitual. Pero, ¡no te precipites! Antes de enviar a tu jefe a pastar (nunca mejor dicho), ¿por qué no comprobar cómo sería tu vida siendo pastor? Sin necesidad de mudarte, madrugar ni soportar el olor de las ovejas. En Lobo cada jugador intentará ser el propietario del mayor rebaño al finalizar la partida. Para conseguirlo te verás obligado a sabotear a tus contrincantes, huir de los lobos y pedir ayuda a los cazadores. Por si esto fuera poco, los jugadores desconocen la identidad de sus adversarios.
Así se nos presenta este Lobo, diseñado por el francés Philippe des Pallières, autor del famoso Los Hombres Lobo de Castronegro o Shazamm! El juego fue publicado por primera vez en 2002 por Asmodee bajo el nombre de Le Guerre des Moutons. Es uno de los juegos que más cambio de nombre ha sufrido en sus distintas ediciones. Además de Lobo en español, Wooly Bully para su versión inglesa, Meine Schafe Deine Schafe para su versión alemana, Pecore al Pascolo en italiano. Las ilustraciones corren a cargo de François Bruel, quien ya se ocupó de otros trabajos como tan conocidos como Tichu o ¡Pingüinos!