Reseña: Frutas Fabulosas
Introducción
Había una vez un maravilloso bosque lleno de riquísimas frutas. Esas frutas podían ser exprimidas y mezcladas para hacer los zumos más deliciosos. Tú vives en ese bosque y vas en busca de las frutas más sabrosas. Amables moradores del bosque te ayudarán en esa búsqueda: te darán frutas, las intercambiarán contigo o te ayudarán de otras formas. Eres glotón y estás sediento; ¿serás el primero en satisfacer tu apetito de Frutas Fabulosas?
Así se nos presenta este Frutas Fabulosas, un diseño de Friedemann Friese (Alta Tensión, Director de Fábrica, Fearsome Floors). El juego fue publicado en 2016 por 2F-Spiele (en su versión en alemán) y Stronghold Games (en su versión en inglés). De las ilustraciones se encarga Harald Lieske (Los Castillos de Borgoña, Alta Tensión, La Granja).
En nuestro país se encuentra publicado por Edge Entertainment en una versión en español (la dependencia del idioma es bastante importante con numerosas cartas con texto). Permite partidas de 2 a 5 jugadores, con una edad mínima sugerida de 8 años y una duración aproximada de entre 20 y 30 minutos. El precio de venta al público es de 34,95€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en alemán de Stronghold Games.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 27,5×19,1×6,7 cm. (caja rectangular mediana tipo Carcassonne o Santiago de Cuba), nos encontramos con los siguientes elementos:
- 240 Cartas de Localización (70×110 mm.)
- 60 Cartas de Frutas (56×87 mm.)
- 10 Cartas de Frutas Mezcladas
- 6 Peones de Animales
- 6 Losetas de Animales
- Peón del Ladrón
- 5 Fichas de Frutas
- 3 Fichas Comodín
- 3 Fichas de Doble Turno
- Reglamento
- Apéndice
Mecánica
Frutas Fabulosas es un juego de colocación de trabajadores y gestión de la mano de cartas en el que intentaremos ser el primero en acumular entregar una determinada cantidad de zumos a los animales que se encuentran en la mesa (representados con cartas). Estos animales requieren una combinación concreta de frutas, que serán las cartas que iremos robando y descartando (hay cinco tipos). La forma de ir alterando esta mano de cartas será colocando nuestro peón sobre algunas de estas cartas de animales, activando su efecto. Cada vez que se entregue un zumo, el jugador tomará una carta del animal para el que ha satisfecho el requisito, añadiendo una nueva carta al suministro. La configuración con la que acabe la partida será con la que se comience la siguiente, por lo que cada partida será distinta hasta que agotemos el enorme mazo de cartas de animales.
Conceptos Básicos
El elemento fundamental del juego son las Cartas de Animales. El juego incluye 60 tipos de animales ordenados según una numeración. Cada carta de animal muestra, además de un nombre y una ilustración representativa, un texto con el efecto que se desencadena al activarla y los requisitos para completar un zumo (en su banda inferior).
El objetivo de los jugadores será intentar completar antes que sus rivales el número de zumos marcados según el número de jugadores. Para poder completar estos zumos los jugadores deberán acumular en su mano las Cartas de Fruta indicadas en el patrón. Existen cinco tipos de frutas (piña, plátano, coco, fresa y uva), con 12 cartas de cada tipo en el mazo. No existe un límite de mano.
Cada jugador dispondrá de un peón con forma de animal para poder activar las cartas de animales. Para una rápida identificación, cada jugador recibirá también una loseta con la silueta del peón. El concepto clave de los peones es que, si se colocan en una carta ocupada, el jugador activo deberá pagar a los jugadores presentes cartas de fruta (si tiene en su mano).
A medida que se vayan revelando nuevos tipos de animales, se irán aplicando nuevas reglas. Algunas de ellas introducen nuevos elementos en juego.
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se deben colocar 24 cartas de animales en el centro de la mesa separándolas en pilas de cada tipo de animal. En la primera partida se colocarán las cuatro cartas de los seis primeros tipos de animales. En partidas posteriores, se colocan las 24 cartas con las que se acabó la partida anterior.
- Se baraja el mazo de cartas de fruta y se reparten dos a cada jugador.
- Cada jugador escoge un color y recibe la loseta y el peón correspondientes.
- Es posible que haya que realizar algún paso de preparación adicional dependiendo de los tipos de animales disponibles en el suministro.
- Finalmente, se escoge al jugador inicial de forma aleatoria.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Frutas Fabulosas se desarrolla a lo largo de un número indeterminado de rondas. En cada ronda, cada jugador disfrutará de un turno, comenzando por el jugador inicial, y continuando en el sentido de las agujas del reloj.
El jugador activo deberá desplazar su peón a una de las cartas de animales que se encuentre sobre la mesa. Si en la carta se encuentra uno o más peones de otros jugadores, el jugador activo deberá entregar una carta de fruta de su mano (bocabajo) a cada jugador presente en la carta. Si el jugador no tiene suficientes cartas, entregará todas, pudiendo escoger que jugadores las reciben. Si el jugador activo no tiene cartas en su mano, podrá moverse libremente a cualquier carta sin tener que pagar nada.
A continuación, escoge una de las siguientes opciones:
- Resolver la Acción del Animal: se aplica el efecto indicado en la carta de animal.
- Completar un Zumo: el jugador coloca en la pila de descarte las cartas de fruta necesarias para completar el zumo indicado en la carta de animal. Tras esto, toma la carta de dicho animal y la coloca bocabajo en su zona de juego. Finalmente, se coloca la siguiente carta de animal del mazo. Si el tipo de animal ya estaba en la mesa, simplemente se coloca en la pila correspondiente. Si no hay ningún animal de ese tipo, se coloca en una nueva pila. Si la carta completada era la última de ese tipo de animal, el peón del jugador retorna a su loseta.
Tras esto, el turno pasa al jugador de la izquierda.
Fin de la Partida
La ronda final se activa cuando un jugador entrega el último zumo de los requeridos según el número de jugadores. Se completa la ronda hasta que todos los jugadores han jugado el mismo número de turnos. Si solo un jugador ha alcanzado el objetivo de zumos, esté será el vencedor. En caso de empate, lo será el jugador con más cartas de frutas en su mano. Si poseen el mismo número de cartas, se comparte la victoria.
Opinión Personal
En el gremio de los autores de mesa hay personalidades de todo tipo. Y luego está Friedemann Friese. La palabra que mejor lo define es extravagante. Cuando uno descubre que lleva el pelo teñido de verde, llega a la conclusión de que es un tío que no le importa el qué dirán. Tiene su propia editorial y trabaja a tiempo completo en diseñar juegos, algo de lo que muy pocos autores pueden presumir. Obviamente, esto es posible gracias a los réditos que obtiene de forma más o menos constante gracias a esa obra maestra de los juegos de mesa como es Alta Tensión (aquí su tochorreseña). Esta libertad creativa la emplea de la mejor forma que sabe, y es de los pocos que sigue arriesgando a la hora de mostrarnos sus ideas. Unas veces cuajan, y otras son rotundos fracasos. Pero este afán de innovar es necesario para que los juegos de mesa progresen.
A raíz del éxito abrumador de Pandemic Legacy y los juegos de experiencias limitadas a un determinado número de partidas, el bueno de Friese vio una vía de investigación en la que progresar. Y en 2016 nos sorprendió con el juego que hoy nos ocupa. Un filler aparentemente normal en el que destacaba un modo de campaña en el que los jugadores comienzan una partida con la configuración con la que se acabó la anterior. Muchos pensamos que la milonga de los juegos legacy viene a encajarse en esa moda de ponerle un nombre en inglés a un concepto más antiguo que el comer, esto es, los juegos con campaña que requieren de varias partidas para completarla y, obviamente, cada partida retoma el asunto donde quedó en la partida anterior. En teoría la novedad la encontrábamos en que este recorrido era irreversible, de forma que los jugadores no podían volver a disfrutar de la experiencia, pues en el camino se habría destruido parte del juego. Pero no deja de ser un artificio.
Esto mismo debió pensar nuestro querido diseñador del pelo verde, y dejó de lado el factor destructivo de los juegos legacy, y se centró en lo que sería el modo campaña. Y esto en un filler sí que no lo habíamos visto. He aquí el verdadero golpe de efecto. Pero claro, no basta solo con el aliciente de ir descubriendo un juego con cada partida. Es necesario que el juego en si sea interesante. Veamos si el señor Friese lo ha conseguido.
Frutas Fabulosas es un filler de cartas con mecánicas principales de colocación de trabajadores y colecciones. El objetivo de los jugadores es alcanzar un determinado número de zumos entregados, lo cual activa la ronda final.
Para entregar estos zumos los jugadores deberán acumular en su mano cartas de frutas (hay cinco tipos) para poder satisfacer las exigencias de los diversos animales que se encontrarán en el centro de la mesa.
Estos animales, a su vez, permiten a los jugadores ejecutar acciones con las que poder gestionar la mano, ya sea robando nuevas cartas, o bien permitiendo algún que otro intercambio.
Cada jugador dispondrá de un peón que irá desplazando entre estos animales para escoger entre ejecutar su acción o entregar las frutas indicadas en la carta para completar el zumo.
La gracia del juego está en que siempre debe haber veinticuatro cartas de animales en el centro de la mesa, habiendo cuatro cartas de cada especie. Así, cuando un jugador completa un zumo y retira una carta de un tipo de animal inmediatamente se coloca en el centro de la mesa la siguiente carta del mazo. Y así es como se implementa el sistema legacy, ya que son las acciones de las cartas las que irán variando las posibilidades, incluyendo nuevas mecánicas, patrones o elementos que inicialmente se encuentran sin usar.
Este es, sin duda, el gran aliciente del diseño, ya que instiga a los jugadores a sacarlo regularmente a mesa con tal de descubrir las nuevas posibilidades que habilitan las futuras cartas, provocando que cada partida tenga un sabor único.
Además, el bueno de Friese ha estudiado bien los patrones para los zumos, de forma que estos serán más asequibles (necesitarán menos cartas y/o combinaciones menos exigentes). Así se asegura que un determinado tipo de animal no aguantará muchas partidas en el suministro, ya que los jugadores marcarán a estos sus animales en su hoja de ruta a la hora de intentar ser los primeros en completar el número de zumos requeridos para detonar el final de la partida.
Con este continuo variar de opciones, los jugadores se ven obligados a adaptarse e ir variando de estrategias (aunque no es que haya demasiado margen). En este sentido, puede ser mucho más estimulante que juegos como Splendor (aquí su tochorreseña) o Century (aquí la tochorreseña del primer título de la serie).
En mi opinión es todo un acierto y que supone un importante factor a tener en cuenta a la hora de escoger un título de estas características para añadir a la colección. Y gracias a sus mecánicas asequibles, es fácil de sacar con niños (incluso de menor edad a la recomendada en la caja). Genera en los jugadores una pequeña ilusión por saber lo que vendrá que pocos juegos de este género son capaces de provocar.
Sin embargo, que el mayor interés del juego sea que plantea una campaña también puede suponer un desincentivo para aquellos que simplemente busquen un juego ocasional para matar el gusanillo y no sentirse en la obligación de sacarlo a mesa de forma mas o menos regular para no perderle el hilo. Estos jugadores sí preferirían un Splendor o un Century.
Como ya supondréis, tiene la contrapartida en que, cuando se revele todo el mazo, esa ilusión se desvanecerá como cuando nos enteramos de que los Reyes Magos eran, ojo spoiler, los padres. Pero bueno, hablamos de un mazo con 60 tipos de animales, siendo lo normal que en cada partida entren a la mesa 2 o 3 nuevos tipos, por lo que un mínimo de 20 partidas será necesario para que esto ocurra. Llegados a este punto, el juego habrá sido ampliamente amortizado. Y siempre podremos reconfigurar el mazo y comenzar otra vez, aunque ya no será lo mismo.
Respecto a la escalabilidad, destacar que, siendo un juego con campaña, admite que los jugadores se incorporen o salgan de la misma, ya que lo único que importa es la configuración final, y el número de cartas de animales es independiente del número de jugadores.
En lo que sí se nota que haya más o menos jugadores es en la mecánica principal, la colocación de trabajadores. Y es que, al no haber variación en los espacios de acción disponibles, cuantos más jugadores haya en la partida, más tensión (por el factor carrera) y mayor peso en las decisiones, ya que, aunque no haya bloqueo de los animales, si hay penalización por activar un animal ocupado por uno o varios jugadores. Esta penalización puede romper esquemas y obligarnos a ejecutar una acción puente a la espera de que se libere el destino que deseamos ocupar. También se nota en que hay muchos animales cuyo efecto se vuelve más interesante en el momento que podemos escoger a la víctima, ya que, dependiendo de la partida, tendremos la posibilidad de atacar la mano de algún rival.
Otro aspecto en el que el juego baja un punto cuando sólo hay dos participantes es en el factor carrera. No tanto porque haya muchos competidores a los que batir, sino porque es muy complicado remontar cuando un rival coge ventaja. No se puede hablar de bola de nieve porque en este diseño no hay desarrollo por parte d ellos jugadores, cada zumo hay que lucharlo y, y no hay nada que permita a un jugador acelerar en un momento dado. Hay que pisar el acelerador desde el primer momento, y sólo las penalizaciones por bloqueo podrían frenar al líder. Pero claro, con sólo un peón entorpeciendo… Poco se puede hacer. Yo habría planteado una variante a dos jugadores empleando cada uno dos peones y teniendo que alternar su uso. Así habría más movimiento en el centro de la mesa.
Si bien como filler sencillo es más atractivo que los anteriormente comentados, su producción es menos llamativa. Nos encontramos con dos conjuntos de cartas, las de las frutas (buen gramaje, gofrado en lino y respuesta elástica aceptable) y las cartas de animales (de gramaje exagerado, casi cartulinas). Las primeras sería recomendable enfundarlas porque están en continuo tránsito, mientras que las de en fundar las de animales no es necesario pues ni se barajan. Los elementos de madera tienen cortes originales, aunque habría sido mejor haber utilizado mayores dimensiones (un peón del tamaño de las losetas habría quedado mejor). El reglamento está bien estructurado h no deja lugar a dudas.
A los pinceles tenemos al errático Lieske. Aquí no sale mal parado, aunque algunos animales tienen unas expresiones algo extrañas. No les habrían sentado bien los zumos. En general, el estilo encaja con el enfoque del juego, desenfadado e infantil, pero no se puede decir que sea bonito.
Y vamos cerrando. Frutas Fabulosas es un filler de cartas con mecánicas principales de colocación de trabajadores y colecciones. El punto fuerte del juego es el sistema legacy que permite disfrutar de un gran número de partidas distintas. Su mayor problema es la escalabilidad (mejor cuantos más jugadores) y que cuando se ha recorrido el mazo de animales, el interés por el juego decae de forma alarmante. Pero para cuando llegue ese momento, el juego estará sobradamente amortizado. Por todo esto le doy un…
Ideal para jugar con niños o jugar en momentos chorras … poco mas … le doy un 5 pelado porque cumple con lo que se espera de el, tampoco hay mucho mas que añadir de este juego ….
Si cumple lo que se espera de él no puede ser un 5 pelado. Otra cosa es que tu no seas el público objetivo.
Un muy buen filler familiar! Yo estoy encantado y pese a la iconografía no lo veo exclusivamente para niños. Saludos!
Gracias por la reseña, muy interesante.
Estoy de acuerdo en comparar este juego con el Splendor o el Century en cuanto a mecánicas, pero no lo veo superior en cuanto a diseño. Tras leer tu reseña y otros comentarios en la BGG podría uno pensar que Friedemann Friese es un genio y que lo ha vuelto a hacer: un diseño muy ligero que gana en su categoría por haber metido muchas más cartas, darle un tono «legacy» y demás. Tras jugar a los tres juegos, mi impresión es que realmente tenemos un juego muy ligero, pero nada de legacy ni genialidad: es un juego al que le han metido de base todas las expansiones, poco más en comparación con los otros juegos.
En cuanto a la sensación de carrera, me parecen mejores los otros dos al tener esa sensación no lineal de bola de nieve que el Frutas fabulosas no tiene, y, es más, ese giro de tuerca que incorpora Friese al meter mas tipos de cartas podría compararse, entendido como elemento de producción, al que va a sacar Plan B con la tercera entrega del Century: un colocación de trabajadores ligero que combina con las otras dos entregas. Habrá que ver qué tal «marida» con Century: La ruta de las especias.
Lo pongo por encima (lo justo para cambiar de calificación) porque los otros entras rapidamente en «piloto automático», cosa que aquí no puedes hacer. Para mi ese es el detalle clave por el que le veo mas gracia a Frutas Fabulosas que a Splendor o al primer Century. El segundo Century si me parece mejor precisamente porque es complicado entrar en piloto automatico.