Reseña: Pot de Vin
Introducción
¡Son tiempos inciertos! Nos encontramos ante un vacío de poder tras un golpe de estado. Todos, desde el aristócrata más alto hasta el jefe de la banda más humilde, se esfuerzan por obtener el apoyo de los gremios. Pero para conseguir este apoyo habrá que sobornar, engañar y conocer a las cuatro figuras más poderosas e influyentes de la ciudad. Saber cuándo atacar requiere astucia y prudencia. Las noticias viajan rápido y ningún gremio quiere ser infame… a menos que se pueda obtener beneficio de ello.
Así se nos presenta este Pot de Vin, un diseño de Fel Barros y Warny Marçano, quienes ya trabajaron en Space Cantina. El juego fue publicado en 2017 por ThunderGryph Games en una edición multilenguaje (inglés, francés y alemán) y que se trata de una reimplementación de un diseño previo de los mismos autores, Sapotagem. De las ilustraciones se encargan Luis Francisco y Weberson Santiago, quienes ya demostraron su talento en La Posada Sangrienta o Coup.
El juego se encuentra publicado en nuestro país por TCG Factory, aunque es completamente independiente del idioma. Permite partidas de 3 a 6 jugadores, con una edad mínima sugerida de 14 años y una duración aproximada de 30 a 45 minutos. El precio de venta al público es de 13,95€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en español de TCG Factory que la propia editorial nos ha cedido amablemente.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 15×10×3 cm. (caja rectangular pequeña de tamaño algo menor que las de Pequeños Grandes Reinos), encontramos los siguientes elementos:
- 64 Cartas (63,5×88 mm.):
- 6 Cartas de Referencia
- 6 Cartas de Cofre
- 52 Cartas de Juego
- 24 Gemas Purpuras (de plástico)
- Tablero de Baza (de cartulina)
- Bloc de Puntuación (de papel)
- Lápiz (de madera)
- Reglamento
Mecánica
Pot de Vin es un juego de bazas con un par de detalles que le aportan cierta originalidad. La baraja de carta cuenta con cuatro palos (personajes) con 13 cartas cada uno (numeradas del 1 al 13). En cada baza, el jugador inicial determina, jugando su carta, al personaje que los jugadores deben asistir. Si el jugador no tiene cartas de ese personaje, puede jugar cualquiera. Por otro lado, al comienzo de cada baza se revela una carta de un mazo que se prepara al principio de la partida que determina el palo vencedor en caso de no poder asistir al personaje fijado por el jugador inicial. Los jugadores tendrán la oportunidad de pasar entregando una gema (se entregan unas cuantas al comienzo de la partida), que recibirá el ganador de la baza. Por último, lo importante de las cartas es que muestran una serie de símbolos y los jugadores obtendrán puntos según un set collection, con la peculiaridad de que, a partir de cierta cantidad de símbolos, se pasará a restar puntos en vez de sumarlos. La partida tiene un numero de bazas prefijado, tras las cuales se procede a evaluar los sets de cada jugador.
Conceptos Básicos
Como buen juego de bazas, el eje fundamental de la partida serán las Cartas. Son 52 cartas que se reparten en cuatro personajes (cuatro palos). Para cada personaje encontramos 13 cartas numeradas del 1 al 13. También muestran uno o dos símbolos (asociado a un color) en la banda inferior. Personaje, número y símbolos aparecen en las esquinas superiores de la carta para tener toda la información a la hora de desplegar la mano en abanico. Los valores serán tenidos en cuenta a la hora de evaluar el ganador de la baza, mientras que los símbolos serán el elemento realmente importante a la hora de evaluar la puntuación final.
Y es que el objetivo de los jugadores será formar conjuntos de los distintos símbolos teniendo en cuenta el valor de cada grupo en función de la multiplicidad de símbolos. Así, para un mismo símbolo, tener un conjunto de 1/2/3 símbolos de ese tipo, se obtendrán puntos en progresión geométrica (1/3/6). Sin embargo, al entrar en el tramo de 4/5/6 símbolos de ese tipo, se pasará a restar puntos, también en progresión geométrica (-1/-3/-6). Si se alcanza la cifra de 7 u 8, se volverá a sumar puntos de nuevo (10/15). Los símbolos estarán repartidos entre los personajes, habiendo en juego un total de 8 símbolos por tipo. Adicionalmente, habrá cartas que sumarán o restarán puntos de forma directa, cartas que funcionarán como comodín (asociables a un tipo de símbolo) y cartas de Pot de Vin, que funcionan como un conjunto independiente de cuatro cartas. Si se consiguen las 4 se obtendrá una buena cantidad de puntos, mientras que, en caso contrario, restarán puntos, también en serie geométrica negativa.
Hemos comentado que los valores de las cartas tendrán importancia a la hora de evaluar quien gana la baza. En cada baza, el jugador ganador de la anterior deberá jugar una carta de su mano, estableciendo el personaje al que deben asistir el resto de jugadores. Sin embargo, llegará un momento en el que los jugadores no podrán asistir a este personaje, pudiendo poner en juego cualquier carta. Esta primera carta se jugará sobre un tablero de baza para que los jugadores tengan claro el personaje al que deben asistir. Sin embargo, antes de que el jugador inicial juegue su carta, se revelará una carta adicional que determinará el personaje triunfo para esa baza, esto es, un personaje que ganará a cualquier valor del personaje utilizado por el jugador inicial para abrir la baza. Pero, recordemos, es obligatorio asistir al personaje inicial.
Los jugadores tendrán opción de pasar en una ronda, evitando jugar cartas. Para ello cada jugador dispondrá de un conjunto de Gemas. En su turno, independientemente de si puede asistir o no al personaje del jugador inicial de la baza, podrá entregar una gema y no jugar carta.
Los jugadores dispondrán de una Carta de Tesoro sobre la que se irán colocando las gemas obtenidas al ganar una baza en la que uno o varios jugadores pasaron. Cada una de estas gemas proporcionará un punto al final de la partida. Sin embargo, las gemas no utilizadas no proporcionarán ningún beneficio.
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se coloca el tablero de bazas en el centro de la mesa.
- Cada jugador recibe una carta de tesoro y una carta de referencia.
- Se mezcla el mazo de cartas de personaje y se entrega a cada jugador como mano de tamaño dependiente según el número de jugadores: 12/10/8 cartas para 3/4/5 jugadores.
- El resto de cartas se dejan al lado del tablero de bazas en un mazo bocabajo formando el mazo de cartas de triunfo. El número de cartas en este mazo dependerá del número de jugadores: 16/12/12 cartas para 3/4/5 jugadores.
- Se entrega a cada jugador un numero de gemas dependiente del número de jugadores en la partida: 4/2/4 gemas para 3/4/5 jugadores.
- Finalmente, se escoge al jugador inicial.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Pot de Vin se desarrolla a lo largo de un máximo de rondas determinado por el número de cartas en el mazo de cartas de triunfo. Cada ronda se desarrolla de la siguiente forma:
- El jugador inicial (en la primera ronda se escogió aleatoriamente, pero en las siguientes será el jugador que ganó la baza en la ronda anterior) revela la siguiente carta del mazo de cartas de triunfo y la coloca en el recuadro izquierdo del tablero de bazas.
- El jugador inicial abre la baza colocando una carta de su mano en el recuadro derecho del tablero de bazas. Este personaje puede ser el mismo que el que se ha revelado como personaje triunfo.
- El resto de jugadores, siguiendo el sentido de las agujas del reloj, pueden escoger entre dos opciones:
- Asistir: el jugador pone en juego una carta de su mano que debe ser del mismo tipo de personaje que el de la carta del jugador inicial de la baza. En caso de no disponer de cartas de este personaje, entonces se puede jugar cualquier carta, teniendo en cuenta que, si se juega una carta del personaje triunfo, este ganará al resto de personajes.
- Pasar: el jugador coloca en el centro de la mesa una de sus gemas y no se ve obligado a jugar carta. Si el jugador no dispone de más gemas no podrá escoger esta opción.
- Una vez que todos los jugadores han actuado en la ronda, se determina el ganador de la baza, que será aquel que haya jugado el personaje del mismo tipo que el de la carta del jugador inicial con valor más alto. En caso de que uno o varios jugadores hayan jugado un personaje triunfo, ganará la baza el jugador que haya jugado el personaje triunfo de mayor valor. El jugador que gana la baza toma todas las cartas (incluida la carta de triunfo revelada al comienzo de la ronda), así como las gemas utilizadas por los jugadores, que se colocarán en la carta de tesoro (cuidado con no mezclarlas con las gemas del propio jugador). Este jugador rotará las cartas para ir formando columnas con los distintos tipos de sets y que los rivales conozcan cuantos símbolos de cada tipo posee.
Tras esto, comenzaría una nueva ronda.
Hay que tener en cuenta un par de detalles:
- Si un jugador se queda sin cartas, dejará de tomar papel en la partida (su turno se saltará) y descartará sus gemas (se devuelven a la caja).
- Si este jugador fue el anterior ganador de la baza, el nuevo jugador inicial será aquel que se encuentre más cerca siguiendo el sentido de las agujas del reloj.
Fin de la Partida
La partida finaliza cuando se agota el mazo de triunfos o bien ningún jugador tiene cartas en la mano. Ahora, cada jugador con comodines debe asignarlos a algún gremio, teniendo en cuenta que no se podrá añadir más de un comodín por gremio. En caso de no poder asignarlo a ningún gremio, el comodín se descarta.
Tras esto, se evalúa la puntuación de cada jugador:
- Cada gremio proporciona 1/3/6/-1/-3/-6/10/15 puntos si se poseen 1/2/3/4/5/6/7/8 símbolos.
- Las cartas de Pot de Vin proporcionan -1/-3/-6/10 puntos si se tienen 1/2/3/4 cartas.
- Las cartas de +2/-3 suman o restan esa cantidad de puntos.
- Cada gema en la carta de tesoro proporciona 1 punto.
El jugador con más puntos será el vencedor. En caso de empate, el jugador con más cartas será el vencedor. Si persiste la igualdad, el jugador con más gemas de entre los empatados será el ganador. Si aún no se ha roto la igualdad, los jugadores comparten la victoria.
Variantes
- Juego por Equipos (4 jugadores, 2 por equipo): los jugadores se sientan en la mesa de forma que los equipos jueguen turnos alternados. Los jugadores actúan de forma normal. Al final de la partida, si ambos jugadores de un equipo poseen cartas de un mismo gremio (símbolo), solo se tendrá en cuenta el conjunto con menor número de cartas de los dos. Sin embargo, las cartas de Pot de Vin si se evalúan sumando las conseguidas por los jugadores.
- 6 Jugadores: se forman 3 equipos de 2 jugadores. Se reparten 8 cartas a los 3 primeros jugadores y 9 a los tres últimos. El resto de cartas se colocan como el mazo de triunfos. Cada jugador recibe 4 gemas. Los jugadores que han recibido 9 cartas, escogen una de ellas para añadirlas al mazo de triunfos. Este mazo se mezcla y se juega habitualmente. Ahora, cuando un jugador gana una baza, no toma la carta triunfo, que se aparta. Una vez jugadas las 4 rondas, se vuelven a mezclar las 4 cartas de triunfo y se juegan otras tres rondas. La partida finaliza una vez se han jugado 12 rondas, aplicando el sistema de puntuación de juego por equipos.
Opinión Personal
Tengo que admitir que los juegos de baza me motivan bastante. Cuando están bien hecho, suelen ofrecer experiencias bien balanceadas en las que el azar tiene peso, sí, pero la pericia de los jugadores tendrá aún más importancia. Ese juego psicológico, evaluar opciones, contar cartas… Juegos muy entretenidos y que fomentan el revanchismo y el encadenado de partidas, pues no suelen alargarse mucho en el tiempo. Por eso, siempre que sale al mercado un juego de este tipo, me gusta darle su espacio y ver cómo se desarrollan las partidas, pues hay detalles sutiles que solo aprecias con la reiteración. Y, tras unos cuantos tientos, creo que ya estoy preparado para hablaros de este Pot de Vin, un peculiar diseño se ha publicado en nuestro país por TCG Factory, a quien agrademos la cesión de la copia que posibilita esta tochorreseña.
Pot de Vin, como ya he dicho, es un peculiar juego de bazas que incorpora conceptos conocidos de otros juegos pero que, al menos yo, no había visto en juegos de este tipo. El objetivo de los jugadores, será, obviamente, ganar una cierta cantidad de bazas para hacerse con la victoria. El desarrollo de cada ronda sigue, más o menos, reglas típicas de esta clase de juego, esto es, un jugador abre la baza jugando una carta de un palo (personaje en este caso) y el resto de jugadores deben asistir poniendo en juego una carta de ese mismo palo, si es posible. El jugador que haya utilizado la carta de mayor valor del palo establecido por el jugador inicial se llevará la baza (todas las cartas jugadas). En caso de no poder asistir, podrán jugar cualquier otra carta, pudiendo ser esta del palo triunfo, de forma que estas cartas vencerán a cualquier valor del palo establecido por el jugador inicial. Así hasta que se juegue un número determinado de rondas.
Como veis, nada fuera de lo común dentro de lo que son los juegos de bazas, al menos en el núcleo. Sin embargo, todo lo que rodea al juego se aleja bastante de lo común. Lo primero que destaca es que en este juego no se premia al jugador más bazas consiga, quien acierte cuantas bazas se va a llevar o a quien se lleve determinadas cartas que son las que puntúan. Aquí todas las cartas cuentan en la evaluación final, y su valor dependerá de un símbolo que muestran en la parte inferior de la carta. La mayoría de estos símbolos son la representación de uno de los seis gremios que están en juego (aunque hay cartas adicionales que suman/restan puntos directo y otras que pueden funcionar como cualquier gremio). Al final de la partida, según el número de símbolos de cada gremio que el jugador haya logrado acumular, recibirá o perderá puntos mediante una puntuación que se inspira claramente en ese gran filler que es Coloretto (aquí su tochorreseña).
Por si no lo conocéis, en el juego de los camaleones los jugadores acumulan cartas de camaleones de distintos colores, de forma que al final de la partida recibirán una puntuación variable según el número de camaleones de cada color. Esta puntuación será inicialmente creciente, es decir, que, a más cartas, mayor cantidad de puntos «por carta». Sin embargo, al alcanzar cierta cantidad de símbolos se girarán las tornas y el jugador comenzará a perder puntos en vez de ganarlos. Pues exactamente este mismo concepto se aplica en Pot de Vin. Si un jugador ha acumulado 1, 2 o 3 símbolos de un gremio, recibirá puntos en progresión geométrica (1/3/6). Sin embargo, si acumula un cuarto, quinto o sexto símbolo, pasará a restar puntos, pudiendo volver a sumar si alcanza el séptimo u octavo símbolo, algo complicado teniendo en cuenta que en el mazo solo hay 8 símbolos de cada gremio. Debido a este sistema, el enfoque de la partida de los jugadores varia en el sentido de que uno no quiere ganar o no ganar una baza en función de las cartas jugadas, por lo que la componente táctica adquiere un enorme peso. Si un jugador ya ha acumulado tres símbolos de un gremio, intentará, por todos los medios, evitar ganar bazas que contengan símbolos de dicho gremio. Por contra, el resto de jugadores intentarán colarle alguna de estas cartas forzando que dicho jugador gane la baza. Algo aplicable a las cartas de puntuación negativa.
Para nivelar la influencia del azar y poder pasar en una baza concreta (siempre que no se sea el jugador inicial, que en este caso no quedará más remedio). Para ello se utilizarán unas gemas que se reparten al comienzo de la partida, de forma que todos los jugadores tendrán las mismas oportunidades de evitar jugar una carta, concepto claramente extraído de ese maravilloso filler llamado ¡No Gracias! (aquí su tochorreseña). Al igual que ocurre en el diseño de Thorsten Gimmler, el jugador que se lleve la baza también ganará esas gemas utilizadas por los jugadores para evitar jugar, ya sea porque si lo hacen, al tener que asistir, ganaran una baza que no quieren. Al final de la partida, cada una de estas gemas obtenidas dentro de bazas proporcionarán puntos de victoria, mientras que las gemas no utilizadas no se tendrán en cuenta en la evaluación final.
Queda un último detalle crucial del diseño, que no es otro que el palo triunfo. En cada baza, habrá un tipo de personaje que, en caso de poder jugarse al no disponer de cartas del palo de la carta utilizada por el jugador que abre la baza, permitirá optar a ganar la baza al ser un personaje que vence a todos los demás, incluido el palo al que hay que asistir. En la mayoría de juegos de baza este palo está predefinido y los jugadores tienen claro cuántos triunfos tienen en su mano. Sin embargo, en Pot de Vin el palo triunfo va cambiando en cada baza mediante un mazo de cartas que se aparta en la preparación. Al comienzo de cada baza se revelará una carta de este mazo, indicando el personaje que actuará como triunfo solo para esa baza (carta que también obtendrá el jugador que gane la baza). De esta forma, los jugadores no sabrán, a priori, si su mano es mejor o peor, pues eso dependerá de los palos victoria que se vayan revelando. Y este es, a mi modo de ver, el mayor defecto del juego.
Pot de Vin vendría a ser ese juego cuyos diseñadores parten desde una premisa básica de buscar la originalidad. Como encontrar la originalidad mecánica es, a estas alturas, altamente complicado, solo queda la otra vía, combinar elementos de alguna forma que no se haya visto. De esta forma, los señores Barros y Marçano parece que cogieron la batidora y echaron como ingrediente principal un juego de bazas, un chorreón de Coloretto, una pizca de ¡No Gracias! y una idea aparentemente novedosa como la de alterar el palo triunfo en cada ronda. Efectivamente, el resultado se siente original, un juego de bazas que se distancia de los demás. Pero, en mi opinión, se pasa de frenada.
Y es que, como juego de bazas, Pot de Vin es altamente caótico. Cuando le reparten su mano, es harto complicado evaluar a qué podemos aspirar más allá de valores altos o bajos para cada uno de los palos. Una mano horrenda con valores bajos de algún palo puede convertirse en una mano estupenda si del palo al que hay que asistir no nos quedan cartas en la mano y el palo triunfo, por azar, resulta ser ese del que tenemos tantas cartas de valor bajo.
Cuando digo que se pasa de frenada me refiero a que, debido a la importancia de este factor, unido al peso de los conjuntos que hay que ir formando, mientras jugamos tenemos la sensación de que lo que realmente tenemos delante es un juego de familias. Considero que esto hay que tenerlo muy presente para no llevarse una gran decepción. Si buscáis un juego de bazas, Pot de Vin no es el título adecuado. Ahora bien, si buscáis algo un poco más elaborado que Coloretto, pues podría encajaros.
Hasta aquí tendríamos un juego decente, que, si bien no va a romper esquemas, es entretenido, te deja margen para tomar tus decisiones, como forzar que un jugador se lleve una baza pasando o endiñándole una carta negativa para sus intereses. Sin embargo, hay un detalle que me chirría demasiado. No llega a ser un fallo de diseño, pero puede dejar un mal regusto en algunas partidas.
Me refiero a la posibilidad de pasar y a cómo se estructura la partida. Al comienzo de la misma, los jugadores reciben una mano de carta y un conjunto de gemas que, sumadas, dan un número igual a la cantidad de cartas que hay en el mazo de triunfos, el cual, en teoría, determina el número máximo de rondas. Digo máximo porque, si un jugador no ve conveniente usar sus gemas, llegará un momento en el que se quedará sin cartas y aun haya naipes en el mazo de triunfo. No llega a ser eliminación de jugadores, pero deja de participar en la partida. Es más, las gemas que no utilizó, las pierde (uno podría esperar mantenerlas como puntos de victoria y que así el momento de pasar tenga doble sentido, ya que das un punto de victoria a alguien y tú lo pierdes). Lo malo es cuando esto les ocurre a varios jugadores. Se puede dar un caso en el que, por ejemplo, en una partida a 3 jugadores, uno haya utilizado sus cuatro gemas (las que tocan en esta configuración) mientras que los otros dos las han guardado. Cuando aún queden 4 rondas, dos de los jugadores ya no participarán, de forma que el único jugador activo empezaría a ganar de forma directa las bazas (su carta más la carta triunfo).
No sé cómo podría haberse solucionado esto. Uno podría pensar en reducir el número de cartas en el mazo de triunfos hasta igualarlo al número de cartas en mano y así asegurar que todos los jugadores llegan al final, descartando las cartas que a los jugadores que hayan pasado al menos una vez. Pero claro, esto podría descompensar mucho más las manos. No sé, la cuestión es que no termina de encajar, aun no suponiendo algo grave.
Pero como digo, no me parece algo mortal de necesidad que arruine la experiencia. Simplemente que puede tener un final un tanto descafeinado. Afortunadamente, la duración de la partida esté bien ajustada, rondando la media hora de juego (salvo que en la mesa tengáis más de un titán del análisis-parálisis). En unas pocas rondas se ha finiquitado el asunto, procediendo a evaluar los puntos, no alargándose de forma agónica lo hacia Mundus Novus (aquí su tochorreseña).
La escalabilidad es otro punto a tener en cuenta. Me cuesta decidirme a la hora de escoger una configuración en la que el juego funcione mejor. He jugado partidas a 3, 4 y 5 jugadores. A 3 hay algo más de control y uno puede maniobrar algo más a la hora de ganar o dejar pasar bazas. A cinco resulta extremadamente caótico, pero, como realmente uno siente que cada baza es una historia distinta, pues mejor cuanto más caos haya. A cinco es más difícil ajustar las bazas y en cualquier momento te llevas una sorpresa, ya que cada baza puede llegar a tener hasta cinco cartas. Una mala jugada y te puedes plantar rápidamente en puntos negativos. Lo dicho, en ninguna configuración me parece que funcione mucho mejor que en otras, teniendo sensaciones distintas.
La rejugabilidad es, desgraciadamente, baja, pues ante un juego de estas características, con un factor azar y de caos tan importante y presente durante toda la partida, lo normal es que uno se canse pronto de él. No molesta echarle alguna partida ocasional, pero una vez se es consciente de lo que puede ofrecer, siempre habrá una alternativa mejor.
Pasemos a la edición, probablemente el aspecto más destacable del producto. ThunderGryph Games nos está acostumbrando a unos estándares de calidad muy elevados. Nos encontramos con unas cartas de alto gramaje, gran respuesta elástica y textura en lino que llaman la atención por el uso de una tinta sutilmente metalizada, que según el ángulo en el que incida la luz, apreciaremos reflejos dorados. Las gemas de plástico también tienen un peculiar atractivo con esos tonos purpuras intensos. Como única pequeña pega, que el tablero de baza sea de cartulina. El reglamento está adecuadamente bien estructurado, aunque, como ya hemos dicho, no deja claro qué ocurre en algunos casos como el de que se quede un único jugador con cartas.
A los pinceles tenemos a dos artistas que se han hecho un hueco en el panorama lúdico gracias a un estilo que no deja indiferente a nadie. Personajes muy poligonales con expresiones grotescas que, sorpresivamente, resultan tremendamente atractivos y encajan perfectamente con este tipo de juegos. Sin embargo, en este caso el trabajo no me parece todo lo fino que podría haber sido, ya que hay personajes que tramiten mucho, como Pietra o Enzo, y otros que resultan demasiado planos, como Aldo y Ugo. Si me gusta el detalle de que la carta de Pot de Vin (la de mayor valor) esté sombreada y con una expresión maliciosa, distinta a la del resto de cartas para ese personaje.
Y vamos cerrando. Pot de Vin es un juego de bazas que toma prestados conceptos de otros grandes fillers que conforman un diseño peculiar y con grandes acabados en cuanto a materiales. Desgraciadamente, no termina de cuajar lo suficiente. Las partidas se desarrollan a buen ritmo y resultan ligeramente agradables, pero el elevado caos y carga táctica provoca sensación de poco control. De hecho, uno tiene la impresión de que realmente está jugando a un diseño de familias (sets) en vez de bazas. A destacar el gran acabado del producto. Por todo esto le doy un…