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Juegos de Carreras
Uno de esos clásicos de carreras que envejece sorprendentemente bien, aunque se queda algo atrás frente a diseños más modernos. Es una carrera de barcos ágil, con reglas muy reducidas y una duración contenida. Su mejor baza es la gestión del carbón (necesario para giros bruscos o acelerones) y la incertidumbre del recorrido, que se revela a medida que el líder avanza. Los jugadores deben maniobrar para recoger pasajeros mientras gestionan su velocidad. Aunque el entreturno es casi nulo, la partida puede tener un final poco emocionante si algún jugador se queda muy descolgado.
Una carrera que mezcla construcción de reserva de dados con una divertida mecánica de forzar la suerte. Todos juegan a la vez, lanzando sus dados para conseguir símbolos de movimiento o dinero para comprar mejores dados. La tensión está en la tirada: si te plantas, avanzas; si arriesgas demasiado y fallas, pierdes el turno. Aunque su desarrollo simultáneo lo hace ágil y entretenido, tiene sus sombras. Puede volverse algo repetitiva, y si un jugador encadena mala suerte o malas decisiones, puede quedar tan descolgado de la carrera que pierda el interés. Afortunadamente, su enorme variabilidad gracias a las múltiples configuraciones posibles compensa estos defectos.
Un clásico atemporal que brilla por su caótica y frenética carrera de robots. El núcleo del juego es la programación simultánea y secreta: cada jugador elige cinco cartas de acción para su robot, y luego todos las resuelven en orden, generando un caos delicioso. El encanto está en el descontrol, viendo cómo tu plan perfecto se arruina por un empujón rival o una cinta transportadora. Aunque esta nueva edición mejora los componentes, el juego mantiene sus defectos clásicos: puede ser frustrante si entras en un bucle o si la partida se alarga demasiado por errores de cálculo. Sigue siendo muy divertido si buscas programación y caos, especialmente con cuatro o más jugadores.
Una huida desesperada de una mazmorra en forma de carrera. El objetivo es simple: escapar con tus personajes antes de que el monstruo te devore. Su encanto reside en el movimiento del monstruo, que sigue un algoritmo simple pero efectivo basado en la visibilidad, sobre el cual los jugadores tienen cierto control. Es un juego de pura interacción, persuasión y mucha "mala baba", donde intentas posicionarte para que el monstruo vaya a por tus rivales. Un paso en falso y el efecto mariposa que puede generarse da pie a situaciones tremendamente divertidas.
Una carrera de exploración muy recomendable, un elegante peso medio de corte familiar. Su dinámica central es la construcción de mazos con la que compites por ser el primero en llegar a la ciudad perdida, pero para moverte por los distintos terrenos del tablero necesitas jugar cartas con los símbolos adecuados. Deberás comprar cartas mejores y optimizar tu mazo en plena carrera para avanzar eficientemente. Genera una buena dosis de tensión y es muy entretenido.
Las carreras de chapas de toda la vida hechas juego de mesa. Nos transporta directamente a la infancia, pero con una producción soberbia de pistas de madera. La mecánica es el flicking: gana quien dé primero tres vueltas al circuito a base de golpear su disco de madera con el dedo. Aunque hay penalizaciones por maniobras incorrectas, el juego es pura destreza. Es una experiencia magnífica, aunque su disfrute depende directamente del número de jugadores. Es un juego que brilla y genera risas cuantos más participantes haya correteando caóticamente alrededor de la mesa.
Una magnífica y tensa carrera de trineos donde las decisiones del jugador pesan infinitamente más que el azar. La clave es su curiosa mecánica de control: gestionas cartas que actúan independientemente sobre los dos huskies y el freno, haciendo que controlar el trineo sea un desafío en sí mismo. Ajustar en cada curva no es trivial, ya que los impactos penalizan y reducen tu maniobrabilidad. Aunque ofrece una gran rejugabilidad gracias a sus pistas modulares.
La referencia absoluta e indiscutible en juegos de forzar la suerte (push your luck). Su dinámica de carrera es pura emoción: en cada turno, decides en qué tres pistas numéricas intentas avanzar, pero debes saber cuándo plantarte. Si te arriesgas demasiado en tus tiradas de dados y no puedes mover, pierdes todo el progreso de esa ronda. Es un juego de dados emocionante, divertido y tremendamente entretenido. Obviamente, si el azar te produce urticaria, no es para ti. Pero si disfrutas de la tensión de "solo una tirada más" y la adrenalina de jugártelo todo, este clásico es una pieza obligatoria en cualquier ludoteca.
Uno de los mejores juegos de carreras que he probado. Logra un equilibrio perfecto entre dinamismo y decisiones tácticas, con mecánicas accesibles pero que exigen calcular y anticiparse a los rivales. La gestión de la mano de cartas, que determina tu velocidad según la marcha engranada, es el núcleo de la carrera. Deberás jugar con los límites de velocidad en las curvas, arriesgándote a sobrecalentar el motor para arañar segundos, o gestionar el rebufo. Escala de maravilla gracias a un sistema de bots brillante y sin apenas mantenimiento.
Una auténtica joya, un soplo de aire fresco imprescindible para cualquier amante de los eurogames. Aunque en esencia es una carrera por llevar tu expedición a la meta, su brillantez radica en cómo combina las mecánicas construcción de mano y colocación de trabajadores de forma totalmente original. Deberás optimizar la incorporación de nuevos personajes y el acopio de recursos para que tu explorador avance implacablemente. Es una carrera tensa, pero no es para todos: es un auténtico "quema-neuronas". Si buscas un desafío cerebral profundo disfrazado de competición por llegar el primero, es una incorporación obligada en tu ludoteca.


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¡Flamme Rouge!
Por cierto, ¿se sabe si se va a editar aquí la expansión “Grand Tour”?
Puf, heat y dorado están triunfando en mi casa. A ver si me hago con una copia de can’t stop.