Reseña: Cena en París
Introducción
¡La carrera de terrazas acaba de comenzar! La industria de la restauración en París está en pleno auge tras la inauguración de una nueva plaza peatonal en un distrito muy popular entre los parisinos y los turistas de todo el mundo. Es una oportunidad de oro para que vosotros, los propietarios de restaurantes, abráis uno de los establecimientos que contribuirán a la diversidad culinaria y la reputación de la capital francesa. Sin embargo, ¡no hay espacio para todo el mundo y tus oponentes podrían causarte problemas!
Así se nos presenta Cena en París, un diseño de Les Trolls Associés, siendo este el primer título publicado de este grupo. El juego fue publicado en 2020 por First Edition y Funnyfox en una versión en inglés y francés. De las ilustraciones se encarga Alain Boyer, siendo también este su primera incursión en el mundo de los juegos de mesa.
Se encuentra publicado en español por Maldito Games (el juego tiene cierta dependencia del idioma en las cartas de objetivo y en las cartas de paloma, además del reglamento). Permite partidas de 2 a 4 jugadores, con una edad mínima sugerida de 10 años y una duración aproximada de entre 40 y 60. El precio de venta al público es de 45€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en español de Maldito Games, que la propia editorial nos ha cedido amablemente.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 29,7×29,7×7,2 cm. (caja cuadrada estándar tipo Ticket to Ride), nos encontramos con los siguientes elementos:
- Tablero Central a doble cara (de cartón)
- 4 Tableros de Jugador (de cartón)
- 48 Cartas de Recurso (44×68 mm.)
- 56 Cartas Grandes (62,5×88 mm.):
- 24 Cartas de Objetivo
- 24 Cartas de Paloma
- 8 Cartas de Mayorías
- 8 Cubos Translúcidos (de plástico)
- 248 Fichas de Terraza (62 de cada color) (de cartón)
- 72 Fichas de Propiedad (18 de cada color) (de cartón)
- 18 Restaurantes (de plástico)
- Bloc de Puntuación
- Reglamento
Mecánica
Cena en París es un juego con mecánicas principales de draft y puntos de acción con control de áreas. En cada turno, el jugador activo deberá robar una carta de ingrediente para añadirla a su mano y luego resolver dos acciones a escoger de entre las siguientes (se puede repetir salvo una de ellas): coger una nueva carta de ingrediente, completar un objetivo (personal o común, robando un nuevo objetivo y teniendo que decidir si se mantiene como personal o se pone a disposición de todos los jugadores), construir un restaurante (entregando los ingredientes correspondientes y colocándolo en la periferia de la plaza, aumentando los ingresos) y abrir una terraza (ocupando una casilla conectado a uno de los restaurantes del jugador si se dispone del dinero suficiente). El objetivo es intentar maximizar los puntos proporcionados en las reservas de terrazas, por los objetivos. La partida finaliza cuando un jugador completa dos de sus cuatro tracks de terrazas, se han construido un determinado número de edificios o no quedan espacios para construir. Los jugadores anotarán puntos adicionales por mayorías según una carta de objetivos, los objetivos completados, el desarrollo de los tracks de reserva de las terrazas y los objetivos completados, perdiendo puntos por los objetivos personales no completados.
Conceptos Básicos
Empecemos por el Tablero Principal. Este muestra en el centro una cuadricula en la que ciertas casillas están cubiertas con elementos ornamentales como fuentes, jardineras, farolas o bandas musicales. Algunas casillas también mostrarán palomas. La cuadricula está dividida en cuatro cuadrantes, de forma que cada dos cuadrantes conectados entre sí formarán una mitad del tablero adyacente a una calle (norte, sur, este y oeste). En las casillas de la periferia de la plaza será donde se construirán los restaurantes, mientras que en las casillas interiores se construirán las terrazas. Alrededor de la plaza encontramos espacios para colocar las cartas de ingrediente, el mazo de cartas de paloma, el mazo y las cartas de objetivo y la carta de mayorías. Vamos a desgranar cada uno de estos elementos.
Los Restaurantes son el punto de partida a la hora de desplegar elementos en el tablero principal. Cada restaurante está representado por un edificio en tres dimensiones con el título del mismo y un número de casillas que ocupa en línea recta (de dos a cinco, algo determinado por el nivel del restaurante). Estos restaurantes deberán colocarse en las casillas periféricas del tablero y proporcionan ingresos y puntos de victoria.
Para marcar la propiedad de un restaurante cada jugador dispondrá de un conjunto de Fichas de Propiedad, las cuales se encajarán en los tejados de los restaurantes.
Las Terrazas serán los elementos que se desplegarán en el interior de la cuadricula, partiendo de alguna de las casillas ortogonalmente adyacentes a un restaurante y expandiéndose a partir de esa primera casilla. Cada terraza tendrá un coste asociado y creciente según el tipo de restaurante. La regla básica es que solo podremos colocar terrazas en casillas libres ortogonalmente adyacentes a otra casilla ocupada por una terraza de ese restaurante que no se encuentre ortogonalmente adyacente a una terraza de otro restaurante (ya sea propio o de un rival).
Para abrir un restaurante será necesario hacer acopio de Cartas de Ingredientes. Cada tipo de restaurante requiere un conjunto concreto de estas cartas. Al comienzo de cada turno, el jugador activo deberá robar una de estas cartas disponibles en el suministro o directamente del mazo, pudiendo robar más en el resto del turno. La mano de los jugadores estará limitada a siete cartas, de forma que si en algún momento del turno un jugador tiene más de siete, deberá descartarse inmediatamente del exceso. También existen cartas que proporcionan ingresos puntuales, útiles para desplegar terrazas.
Pasemos al Tablero Personal de los jugadores, que contiene principalmente la reserva de terrazas estructuradas por nivel de restaurante (2, 3, 4 y 5 casillas de tamaño). En cada fila se muestran los tipos de restaurantes disponibles, indicando los ingresos que proporcionan, la cantidad de puntos de victoria que otorgan al final de la partida y el conjunto de ingredientes necesarios para construirlos. Cada casilla en cada hilera de terrazas muestra un coste de construcción (en la parte superior) y un beneficio (puntos de victoria o ingresos). Los ingresos se marcan en un track que aparece en la banda izquierda y se lleva la cuenta con dos cubos. Así, en un turno, un jugador no podrá construir más terrazas de las que permitan sus ingresos.
Cuando un jugador construya una terraza sobre una casilla con paloma robará una Carta de Paloma. Estas cartas proporcionan efectos de dos tipos: inmediato (se resuelven tras robarla y se descartan tras aplicar su efecto) o a demanda del jugador (pudiendo activarse en cualquier momento de cualquier turno del jugador).
Las Cartas de Objetivo proporcionan puntos de victoria al declarar en el turno que se cumple el requisito indicado. Hay dos tipos de cartas de objetivo: de patrón (requiere que las terrazas de un restaurante formen un patrón determinado) o de criterio (se indica un criterio que el jugador debe cumplir). A estos efectos, terrazas colocadas en casillas diagonalmente adyacentes a determinados elementos sí serán tenidas en cuenta. Cada carta indica una cantidad de puntos de victoria que el jugador obtendrá al final de la partida si la carta ha sido jugada. Una de las peculiaridades del juego es que estas cartas pueden estar en mano de los jugadores o en un suministro común, y ser cumplidas desde ambas zonas, con la diferencia de que una carta como objetivo personal no cumplida una vez finalizada la partida restará puntos a su dueño.
Finalmente tenemos las Cartas de Mayoría, que muestran tres criterios por los cuales los jugadores serán ordenados según lo mejor o peor que lo cumplan. Para cada uno de esos criterios los jugadores obtendrán puntos según la clasificación relativa siempre y cuando al menos contabilicen un elemento.
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se despliega el tablero principal en el centro de la mesa (en partidas a 2 jugadores se puede utilizar la cara alternativa).
- Se mezclan los mazos de cartas de paloma, objetivos e ingredientes y se colocan en su espacios correspondientes.
- Se mezcla el mazo de cartas de objetivos finales y se roba una carta que se coloca en el espacio correspondiente del tablero. El resto se devuelven a la caja.
- Se forma una reserva general con los restaurantes.
- Cada jugador escoge un color y recibe un tablero personal, dos marcadores de ingresos (coloca el amarillo en la casilla de valor 1 y el blanco a un lado), 62 fichas de terraza (que coloca en las cuatro hileras de tipos de restaurante de su tablero personal), un conjunto de 18 fichas de propiedad (que deja a un lado).
- Adicionalmente, cada jugador roba 4 cartas de ingredientes para formar su mano inicial y 2 cartas de objetivo. Una de ellas deberá mantenerla como objetivo privado y la otra colocarla en el tablero principal como objetivo común.
- Por último, se escoge al jugador inicial de forma aleatoria.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Cena en París se desarrolla a lo largo de un número indeterminado de rondas. En cada ronda, comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj, cada jugador disfrutará de un turno.
En cada turno, el jugador activo procederá de la siguiente forma:
- En primer lugar, el jugador roba una nueva carta de ingrediente, ya sea escogiendo una de las disponibles en el suministro o robando del mazo. La carta se repone inmediatamente (si el mazo se agota, se baraja la pila de descarte y se vuelve a conformar). Si el jugador tiene más de 7 cartas en la mano, deberá descartar inmediatamente el exceso.
- Tras esto, el jugador dispone de dos puntos de acción a repartir entre las cuatro opciones disponibles (se puede repetir):
- Robar otra carta de Recurso. Se procede de igual forma que en la acción inicial del turno.
- Abrir un Restaurante. El jugador descarta las cartas de recursos necesarias para construir un restaurante disponible. El jugador coloca un marcador de propiedad en el tejado y despliega el edificio en el tablero principal en un grupo de casillas de la fila o columna periféricos. Se debe actualizar el nivel de ingresos si corresponde.
- Construir Terrazas. El jugador puede construir una o más terrazas en restaurantes que tenga abiertos. Cada terraza tendrá el coste que corresponda según el nivel de restaurante y las terrazas ya construidas. Cada terraza de un tipo de restaurante debe colocarse en una casilla libre ortogonal adyacente a otra terraza de ese restaurante (salvo la primera terraza de un restaurante, que se podrá colocar en cualquiera de las casillas ortogonalmente adyacentes al restaurante). No se permite colocar una terraza que ocupe una casilla que se encuentre ortogonalmente adyacente a otra terraza de otro restaurante (propio o del rival), sobre elementos ornamentales o sobre casillas de las filas/columnas periféricas (destinadas a restaurantes). Si se libera un espacio de ingresos, el jugador actualiza el track de ingresos inmediatamente. Si se cubre un espacio de paloma, el jugador roba la siguiente carta de paloma y, si es de efecto inmediato, la resuelve inmediatamente (si es de efecto posterior, el jugador podrá activarla cuando crea conveniente).
- Completar un Objetivo. Si el jugador cumple el requisito indicado en una carta de objetivo (propia o común), pondrá bocarriba la carta en su zona de juego. Si era un objetivo privado, el jugador robará una nueva carta de objetivo y deberá decidir si la mantiene en su mano como objetivo personal o la despliega en el tablero principal como objetivo común. En caso de haber sido un objetivo común, no se robará ninguna carta adicional.
Tras esto, el turno pasa al jugador de la izquierda.
Fin de la Partida
El final de la partida se detona cuando alguna de las siguientes condiciones se cumple al final del turno de un jugador:
- Se han construido 11/13/15 restaurantes en partidas a 2/3/4 jugadores.
- Un jugador ha construido todas las terrazas de dos categorías.
- No es posible construir nuevos restaurantes o terrazas en el tablero.
Se completa la ronda y se procede al recuento final. En el que cada jugador anota los puntos correspondientes:
- Los puntos de victoria correspondientes a cada restaurante construido.
- El mayor valor en puntos de victoria liberado en el tablero personal para cada categoría de restaurante.
- Los puntos correspondientes a los objetivos comunes.
- Los puntos correspondientes por objetivos completados (perdiendo los puntos por aquellos objetivos personales no completados).
El jugador con más puntos de victoria será el vencedor. En caso de empate, el jugador que haya construido más terrazas será el ganador.
Opinión Personal
Oh L’Amour. La ciudad de la luz es el sitio perfecto para los enamorados. Paseos a la luz de la luna bajo la majestuosa Torre Eiffel encandilan a cualquiera. Pero antes de entrar en materia, lo habitual es nutrirse como dios manda en alguno de los maravillos restaurantes de la capital francesa. La cosa es que nosotros tomaremos el papel de empresarios que intentan engatusar a esas parejas para que se sienten en la terraza de uno de sus restaurantes con el fin de aumentar los ingresos.
Así que, por muy idílico que suene todo, en Cena en París competiremos por intentar posicionar de la forma más optima posible diversos tipos de restaurantes, compitiendo contra otros empresarios. Vamos a ver qué tal se comporta en la mesa no sin antes agradecer a Maldito Games la cesión de la copia que posibilita esta tochorreseña.
El juego plantea a los participantes el reto de intentar ocupar una céntrica plaza parisina con una serie de restaurantes limitados en un suministro común intentando maximizar la ganancia de puntos. Estos restaurantes se colocarán en la periferia de la plaza, representada mediante una cuadricula en la que algunas casillas están ocupadas por elementos ornamentales como fuentes, farolas, jardineras o incluso un par de bandas de música.
Estos puntos procederán de cuatro fuentes principales (aunque dos de ellas están muy ligadas). En primer lugar, los restaurantes y las plazas. Los restaurantes proporcionan puntos de forma directa al final de la partida, mientras que las terrazas estarán asociadas al nivel de los restaurantes (hay cuatro niveles). Para cada restaurante podremos ir ocupando los espacios interiores de la plaza colocando terrazas de su categoría, algo que tendrá un coste económico que sufragaremos principalmente con los ingresos que proporcionan los propios restaurantes. Cada track de terrazas muestra una escala creciente de puntos de victoria, anotándose la cantidad más alta alcanzada en cada una de las cuatro categorías.
La segunda vía de puntuación serán las cartas de objetivo, los cuales exigen determinados criterios o patrones para ser completados. Inicialmente tendremos en la mano una carta de objetivo y en el tablero principal se dispondrán tantas como jugadores haya en la partida.
Y, finalmente, la carta de mayorías, en la que se indicarán tres criterios por los cuales los jugadores competirán y al final de la partida se establecerá una clasificación relativa entre los mismos según dichos criterios y se repartirán puntos. Estos criterios, obviamente, estarán relacionados principalmente con el despliegue de los restaurantes y las terrazas.
Así que la premisa del juego es bastante sencilla, abrir los restaurantes idóneos, colocarlos en los espacios adecuados según los criterios comunes y los objetivos (privados y públicos) y alcanzar cierta inercia acumulando ingresos suficientes para mantener un buen ritmo de despliegue de terrazas. Algo que parece sencillo pero no lo es.
De entrada, porque abrir restaurantes no será algo directo, sino que entra en juego una mecánica de colecciones mediante la cual los jugadores deberán reunir determinados conjuntos de cartas de ingredientes dependiendo del tipo de restaurante que se desee abrir.
Cada turno consistirá en resolver tres acciones, la primera de las cuales estará prefijada y será robar una nueva carta de ingrediente para añadirla a la mano. Posteriormente, el juego podrá resolver dos acciones de entre las cuatro permitidas (se puede repetir), a saber, robar un nuevo ingrediente, abrir un restaurante, abrir terrazas (tantas como el jugador quiera/pueda permitirse según su nivel actual de ingresos y los restaurantes abiertos) o completar un objetivo de los disponibles. Así hasta que la ronda final se detona cuando se cumple alguno de los condicionantes indicados en el reglamento.
Bien, Cena en París es un peso medio con conceptos sencillos pero que logra dispersar la atención de los jugadores lo suficiente como para que cada partida tenga su punto de interés. Lo más destacable del juego es que, aun pareciendo un diseño amable, los jugadores sentirán esa presión de querer hacer mucho y no tener suficiente en cada turno, especialmente cuando en algún turno completamos un objetivo o robamos ingredientes, que parecerá que no hemos hecho gran cosa.
Diría que la acción fundamental es la de desplegar terrazas, porque la mayoría de elementos de puntuación giran en torno a este concepto. Un elemento este que acerca al diseño al mundo de los abstractos, recordando a juegos como Ponte del Diavolo en el que los jugadores cubren casillas de una cuadricula con piezas de su color intentando conformar patrones que les permitan puntuar. Aquí esos patrones vendrán determinados por las cartas de objetivo y los criterios de mayorías. De esta forma se establece una especie de carrera por ver quien es capaz de desplegar un mayor número de terrazas antes de que el final de la partida se detone.
Como amante de los abstractos, este Cena en Paris me ha dejado en todas las partidas un buen sabor de boca por todo lo comentado anteriormente, esto es, una sensación de premura constante intentando adelantar a nuestros rivales en la consecución de las distintas metas, a corto, medio y largo plazo, no pudiendo ejecutar pasos en falso que nos retrasen en esa lucha por posicionarnos en el tablero, tanto a nivel de restaurantes como de terrazas.
Tal vez lo que más me chirría en este sentido es el relativo peso del azar en lo que a apertura de restaurantes se refiere. Es posible que un jugador esté afortunado y cada vez que sea su turno disponga en el suministro de la carta que necesita y así poder abrir los restaurantes que desea sin tener que emplear demasiados turnos. Por contra, tal vez otro jugador necesite imperiosamente un determinado ingrediente y este no aparezca en unos cuantos turnos, teniendo que cambiar de idea o ver como nuestros rivales aumentan el ritmo y nos dejan atrás. Algo que puede ser especialmente sangrante en la preparación de la partida, donde cada jugador recibe cuatro cartas de ingredientes. Lo mejor es que los cuatro ingredientes sean distintos y coincidan con alguno de los restaurantes de nivel III (o ya la repanocha es que el que falte para una Brasería esté disponible en el suministro cuando nos toque, pudiendo abrir de primeras uno de los restaurantes más valiosos del juego). En el otro extremo, podríamos encontrarnos una mano con numerosas cartas de moneda, que en determinados momentos de la partida serán útiles, pero no al comienzo de la misma.
Para compensar esta influencia del azar se recurre a otro elemento que, aun también siendo azaroso, siempre supone un plus. Me refiero a las palomas que se encuentran ilustradas en determinadas casillas y que son ese objetivo a corto plazo que comentaba anteriormente. Al cubrir una casilla con una paloma robaremos inmediatamente una carta del mazo correspondiente, pudiendo disfrutar de efectos que, por lo general, son más potentes que una acción básica de las que se pueden resolver en el turno. Por ejemplo, tenemos cartas que permiten abrir una terraza de forma gratuita, o cartas que permiten robar dos ingredientes del suministro. Incluso cartas que permiten romper la regla base de no conexión entre las terrazas de los restaurantes, algo que permite asestar un golpe de efecto a la partida modificando mayorías que parecían solidas.
El juego fluye ágil porque realmente en cada turno la toma de decisiones está supeditada a las cartas de ingredientes y los objetivos. La clave está en esa primera acción que determinará las opciones para las dos acciones siguientes. Sin ingredientes, abrir restaurante queda inhabilitada, por lo que las dos acciones consistirán, normalmente, en robar un nuevo ingrediente y abrir terrazas (que con una única acción podemos gastar todo el dinero disponible en cada ronda).
Con esto no quiero decir que el juego esté dirigido, sino que, como peso medio con influencia del azar, habrá turnos en los que sí que no tendremos mucho donde escoger, aunque es cierto que si la acción de construir terrazas está disponible, ya tendremos bastante margen de maniobra, porque la competencia en el tablero será brutal. Otro juego que puede recordar por el tema del despliegue de piezas es Blokus.
Podríamos resumir que Cena en Paris es una fusión entre un juego tipo Ticket to Ride (aquí la tochorreseña de la edición Märklin) por el concepto básico del draft y conformar patrones para poder reclamar diversos elementos y completar objetivos (los cuales penalizan al final de la partida si no se han cumplido y están en poder del jugador) con un juego abstracto de control de un tablero cuadriculado, buscando conformar patrones. Quiero recalcar este último aspecto porque puede que a muchos el juego os resulte frio, ya que dar tanta libertad a los jugadores puede provocar que quienes no sepan leer adecuadamente qué hay que hacer, queden fuera de la lucha por la victoria a mitad de partida, con el mal cuerpo que eso suele dejar.
Pero si los abstractos os causan curiosidad, tal vez este Cena en Paris es un paso intermedio, con un tema muy pegado pero que sirve como excusa para vestir al juego y unas mecánicas adicionales que lo acercan más accesible.
Me gusta el detalle de que los objetivos puedan ser privados o públicos. Cada vez que un jugador complete un objetivo, robará uno nuevo y deberá decidir si lo deja a disposición de todos los jugadores o lo mantiene en su mano, con el riesgo que supone no jugarlo antes de que finalice la partida y ser penalizado por ello. Según el signo de esta decisión, habrá más o menos objetivos en juego. Así, por ejemplo, en una partida a dos jugadores, si ambos jugadores, tras cumplir su primer objetivo privado (recibido durante la preparación) deciden colocar el objetivo robado como público, en toda la partida habrá un total de seis objetivos. Si, por el contrario, cada vez que se cumpla un objetivo privado el jugador que roba una nueva carta decide mantenerla, tendrá la posibilidad de introducir en juego un nuevo objetivo en un turno posterior. Pero claro, como digo, es un riesgo, especialmente cuando el final de la partida está cerca.
En cuanto a la escalabilidad, tiene la virtud de funcionar aceptablemente bien con cualquier número de jugadores, aunque es cierto que la parte abstracta del juego provoca que haya más control a dos jugadores y el entreturno sea mínimo, mientras que a cuatro jugadores hay un punto de caos que tal vez pueda resultar frustrante, aunque por contra encajará mejor con el tema de las mayorías en los criterios de evaluación final.
La rejugabilidad es interesante, ya que el juego tiene su punto de variabilidad gracias a las cartas de objetivo final, un mazo generoso de cartas de objetivo (en una partida normalmente se cumplen entre 4 y 6 objetivos) y el plus que suponen las cartas de paloma. Vamos, que es de esos juegos que siempre resulta agradable sacar a mesa y que no deja la sensación de estar haciendo lo mismo una y otra vez, pues canalizar todos los esfuerzos de forma óptima no es trivial.
Pasemos a la producción, tal vez el aspecto más pobre del juego. Y es que Cena en Paris es de esos productos en los que parece haberse invertido casi todo el presupuesto en un componente, en este caso los edificios, que son enormes piezas de plástico muy bien modeladas a las que se les ensambla unas piezas para formar los tejados que sirven de soporte para las fichas de propiedad. Pero incluso este elemento tiene su parte negativa, ya que colocarles las pegatinas con los nombres de los restaurantes es una tarea que exigirá pulso de cirujano para que no queden torcidos o solapados con algún bisel. Los elementos de cartón tienen un grosor justito, aunque es suficiente para que la experiencia de juego sea satisfactoria, destacando el tablero troquelado que facilita la preparación. El gran lunar lo encontramos en las cartas, con un gramaje no especialmente pobre, pero una horrenda respuesta elástica (muy rígidas) y, sobre todo, un corte paupérrimo, con cartas que ya vendrán algo peladas por los bordes, algo que resaltará mucho por haber utilizado el negro como color de fondo. El reglamento está aceptablemente bien estructurado y no deja lugar a dudas.
En cuanto al aspecto visual, el trabajo de Alain Boyer me parece correcto. A nivel de simbología el juego es bastante claro, aunque es cierto que hay algunos elementos que no se distinguen claramente, como son las farolas. El tablero es llamativo y la portada es de esas que te llaman la atención lo suficiente como para acercarte al estante de la tienda a ojear de qué va la cosa (aunque luego el tema sea totalmente irrelevante).
Y vamos cerrando. Cena en Paris es un peso medio a caballo entre juego familiar y juego abstracto que funciona bien, es ágil y entretenido y escala bastante bien. Puede parecer algo simple cuando nos lo explican, pero lograr encauzar los esfuerzos a maximizar la obtención de puntos de victoria no es trivial, ya que hay numerosos frentes abiertos y escoger adecuadamente no es tarea sencilla. En contra tenemos una influencia del azar que puede resultar importante en determinados momentos de la partida y una producción que deja algo que desear. Con todo, el diseño cumple perfectamente con su cometido. Por esto le doy un…
Muchas gracias como siempre por la reseña, Iván. La verdad que en casa ha gustado bastante, sobre todo a la peque que disfruta tapando la salida al resto para poner terrazas, jajaja. Es cierto que el azar se puede cebar con alguno y ponerse la partida cuesta arriba al principio, pero hay elementos diferentes para puntuar y cuando arrancas da tiempo a remontar, o al menos intentarlo. Donde estoy completamente de acuerdo es en la pobre calidad de la producción, el tablero es bastante malete y no se queda plano (al menos el nuestro) , las cartas muy mal cortadas y los restaurantes, aunque le dan un toque chulo y temático, no dejan ver las primeras terrazas colocadas en la parte donde estés sentado, por lo que has de levantarte para ver los huecos libres. Por lo demás, un juego entretenido y con una duración comedida, un buen aperitivo para pasar al plato principal en una tarde de juego. Un abrazo!!!
Si, es cierto que si la mesa queda alta, los edificios te cubren las casillas del tablero. Elementos efectistas mas que efectivos.
Gran reseña, como siempre. El juego es de mi estilo por edad y tal, pero el tema no me barrufa. Eso de ingredientes culinarios me da hambre y como siempre estoy a dieta, sufro más que un pato en una cacería. ¡Gracias por tu trabajo Misut!
Hola Ivan. Estamos empezando en este mundillo. Hemos jugado a Aventureros al tren, Catn y sobre todo Carcassone. Para reyes nos queremos comprar uno y dudo entre tres/
– calicó
– Cascadia
– Cena en paris.
Cuál crees que nos puede encajar mejor?
Cascadia sin duda. Me parece mejor juego, aunque Cena en Paris es bastante entretenido.