Reseña: Pug You!
Introducción
¿Un juego? ¿Una intervención psicológica? ¿Un experimento social? ¡Qué más da, tiene carlinos! Todo empezó cuando los humanos creamos a los carlinos mediante cruces genéticos. Queríamos que fueran los perritos más monos de todos y, más o menos, lo conseguimos. Pero a ellos lo de ser monos se la trae floja. Les importa que, con tanto cruce genético, ahora tienen problemas de obesidad, de respiración, de tracto digestivo y que su hígado es un asco. Están hartos, ¡y quieren su venganza! Mediante este anti-juego socialmente inaceptable, los carlinos van a poner a prueba vuestra amistad haciéndoos preguntas incómodas y obligándoos a juzgaros los unos a los otros. ¿Resistirá vuestra relación el embate de los carlinos cabrones?
Así se nos presenta este Pug You!, un diseño de Jens de Fries, siendo este su único título publicado hasta la fecha. Fue publicado en 2018 por Crazy Pawn Games en dos versiones: inglés y español. De las ilustraciones se encarga David GJ (Virus! y Virus! 2 Evolution).
Permite partidas de 5 a 10 jugadores, con una edad mínima sugerida de 16 años y una duración aproximada de entre 20 y 45 minutos. Precio de venta al público de 15,95€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en español de Crazy Pawn Games, que la propia editorial nos ha cedido amablemente.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 14,5×10,5×3 cm. (caja pequeña tipo Virus!), encontramos los siguientes elementos:
- 100 Cartas (63,5×88 mm.)
- Reglamento
Mecánica
Pug You! es un party game para adultos en el que los carlinos (raza de perro) ha decidido vengarse de la humanidad por crearlos con tantos defectos. Para ello obligarán a los humanos a poner en ridículos a sus compañeros. Un juego de preguntas comprometidas recogidas en unas cartas que sirven tanto para votar como para anotar los puntos. En cada turno, todos los jugadores ofrecerán al jugador activo una carta con una pregunta (se pueden usar todo tipo de argumentos). Tras quedarse con una, la leerá en voz alta y nominará a dos jugadores para que todos los demás (incluido el jugador en turno) voten con cartas de su mano al jugador que crean que más se adecua a la pregunta. El que más votos reciba (las cartas tienen distinto peso) ganará la carta, que muestra puntos negativos. La partida finaliza cuando todos los jugadores han disfrutado de dos turnos.
Conceptos Básicos
Aquí tenemos dos elementos. Por un lado, las Cartas de Preguntas. Estas muestran una cuestión y una ilustración de un carlino en su zona central. En la banda superior aparecen símbolos de zurullo, que representan puntos de voto a la hora de utilizar las cartas para votar. En la banda inferior encontramos los puntos negativos que proporcionan la carta al jugador que la reciba, junto a un motivo por el cual en teoría el jugador recibe dicha carta.
Por otro lado, tenemos las Cartas de Nominación, que el jugador activo utilizará para marcar a los dos jugadores sobre los que se votará a la hora de resolver la pregunta de la carta escogida.
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se apartan las dos cartas de nominación.
- Se mezcla el mazo de cartas y se reparten 5 a cada jugador (4 en partidas de 8 o más jugadores).
- Finalmente, se escoge al jugador inicial.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Pug You! se desarrolla a lo largo de dos rondas. En cada ronda, comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj, cada jugador disfrutará de un turno.
El turno del jugador activo se resuelve de la siguiente forma.
- Todos los jugadores que no sean el jugador activo escogen una carta de su mano y se la ofrecen, sin revelarla, al jugador activo, pudiendo utilizar cualquier argumento mientras no revelen el contenido de la carta.
- El jugador activo escoge una de las cartas ofrecidas (el resto de cartas vuelven a la mano de los jugadores que las ofrecieron, pero no fueron escogidas).
- Ahora el jugador activo lee la pregunta de la carta escogida y escoge a dos jugadores para nominarlos, entregando una carta de nominación a cada uno.
- Todos los jugadores no nominados (jugador activo incluido) realizan una votación, utilizando una carta de su mano para colocarla sobre la carta de nominación de uno de los dos jugadores. Se puede hacer de forma simultanea o siguiendo el sentido horario, comenzando por el jugador de la izquierda del jugador activo y finalizando por este.
- Se revelan todas las cartas de votación y el jugador que haya recibido más puntos de voto recibirá la carta como puntos. Si ocurriese un empate, el jugador activo escoge qué jugador de los nominados recibe la carta y disfruta de un nuevo turno, pero escogerá la carta de su mano para realizar la pregunta.
- Finalmente, los jugadores que no tengan 5 cartas en su mano (4 en partidas de 8 o más jugadores) roban cartas hasta reponer su mano.
Tras esto, el turno pasa al jugador de la izquierda.
Fin de la Partida
La partida finaliza una vez que todos los jugadores han resuelto sus dos turnos. El perdedor será el jugador que haya acumulado más medallas (se puede asumir que el ganador es el que menos medallas haya acumulado).
Opinión Personal
Ya sabéis que en esta casa gustan mucho los juegos sociales (o party games), especialmente en los que se tienen que hacer chorradas y uno se ríe de las situaciones. Es por eso que, cuando escuché hablar por primera vez de este Pug You! me picó la curiosidad. De pequeño rondaba por mi casa un juego de preguntas y respuestas comprometidas (que ahora mismo no logro recordar su título, solo que era una caja con un tramado gris y negro). Como es obvio, yo no le veía mucho sentido a aquello y nunca llegué a jugar una partida, pero ahí quedó, grabado a fuego en mi memoria (menos el nombre del juego), lo que puede explicar en cierto sentido ese punto de interés por el juego que hoy nos ocupa. Vamos a ver en qué queda la cosa, no sin antes agradecer a Crazy Pawn la cesión de la copia que posibilita esta tochorreseña.
En Pug You! nos encontramos con un mazo de cartas que plantean cuestiones relativamente comprometidas. Estas cartas, a su vez, servirán tanto para votar en las preguntas planteadas, como para votar a la hora de responder una pregunta. El objetivo del juego es intentar ser el que menos puntos acumule. La partida consta del doble de turnos del número de jugadores presentes en la misma. Una vez que todos los jugadores han resuelto dos turnos, la partida finaliza.
Cada turno se resuelve de forma muy sencilla: todos los demás jugadores deberán ofrecer al jugador activo una carta de su mano para que sea la pregunta a plantear en el turno. El jugador activo escogerá una prácticamente al azar (no hay elementos de juicio en juego para decidir qué opción es mejor o peor) y la leerá en alto. Acto seguido, escogerá a dos jugadores para que sean los objetivos de la pregunta, de forma que el resto de jugadores votarán por cual de esos dos jugadores nominados es quien más encaja como respuesta a la pregunta planteada. Estos votos se realizan también con cartas de la mano (cada carta tiene un número de puntos distinto), colocando cada jugador una carta en frente del jugador por el que vota. Finalmente, se revelan los votos y quien haya recibido más puntos de votos será el «perdedor» y recibirá la carta con una determinada cantidad de puntos negativos. Y no tiene más.
Seguramente muchos os estéis preguntando ahora mismo si estamos ante un juego, una broma de mal gusto, un sinsentido o todo esto a la vez, algo que el autor plantea nada más abrir el reglamento por su primera página: «¿Un juego? ¿Una intervención psicológica? ¿Un experimento social? ¡Qué más da, tiene carlinos!». Tal vez la clave esté en la última sentencia: «Qué más da»… Hombre, pues eso dependerá de la persona que juzgue el juego. Habrá gente a la que le dará igual y entienda que esto es un pasatiempo para echar un rato y otros que no le encontrarán la diversión por ningún sitio.
De Pug You! se pueden decir muchas cosas (yo diré algunas, otras se han dicho en otros medios), pero está claro que el punto fuerte del producto es su irreverencia. Vivimos en una época en la que salirse de lo políticamente correcto causa verdaderas catástrofes, sobre todo como tengas un mínimo grado de repercusión en la sociedad. Todo es escrutado: un comentario, una foto, un gesto, un tweet… Siempre encontrarás alguien al que eso que acabas de hacer le parece lo más horrendo del mundo y deberías ser castigado por ello, provocando que el personal tenga que andar con mil ojos para molestar a alguien.
Por eso cuando leemos de qué va Pug You! sentiremos una especie de liberación de ese yugo constante al que estamos sometido. Es como la película de The Purge, donde una noche al año se da carta blanca al personal y los delitos que se cometan no serán tenidos en cuenta. En esa película, la sociedad vive todo el año en un estado idílico en el que no se comenten crímenes, la economía va viento en popa, la gente es feliz… como consecuencia de que una noche al año la gente pueda desfogarse como le plazca. Se establece un escenario con reglas muy claras en las que se permite eso que, habitualmente, se nos está prohibido.
Muchas personas, una vez depositadas en dicho escenario, seguramente no pasarían al modo destructor y criminal porque no son rasgos propios de su personalidad. De hecho, lo más normal es que se sientan tremendamente incomodos en una situación en la que algo que ellos consideran normal como es que el crimen esté penalizado, deje de estarlo, ya que se verán obligados a actuar en contra de sus principios.
Pues bien, Pug You! genera una situación parecida. Nos encontramos con un mazo de cartas que plantea preguntas más o menos cafres que, de normal, no se nos ocurriría plantear en voz alta (aunque más de una vez se nos pasen por la mente). Pero claro, las normas del juego son claras, y una vez que aceptamos participar en él, no hay vuelta atrás (abandonar partidas en curso está mal).
No voy a entrar a valorar si las preguntas son de mal gusto, son divertidas o son inapropiadas, porque esto es algo que va a depender del grupo de juego. Si lo sacamos en una reunión de amigos con muchísima confianza, realmente no importará que en algún momento se pregunte por quien consume más pornografía, quien tiene pintar de necesitar llamar al teléfono de la esperanza o quien tiene pinta de haber contraído alguna enfermedad venere. Esos jugadores no se lo tomarán en serio, votarán, se reirán con las preguntas y se olvidarán del asunto una vez se vuelva a guardar el juego en la caja. Ahora, si en el grupo hay gente que no tiene confianza con otros, hay tiranteces, o hay jugadores que sí se puedan sentir incomodos con preguntas como las mencionadas, pues lo normal es que se pase un mal rato. Para intentar paliar estos posibles momentos negativos, el mazo de cartas está modulado de forma que hay distintos niveles de crueldad (incluso hay alguna pregunta amable), aunque, personalmente, creo que sirve de bien poco.
Donde sí voy a entrar es el valor de este producto como juego, que para eso estáis aquí (bueno, seguro que más de uno también ha venido por el morbo). Y en este sentido, tengo que deciros que estoy totalmente decepcionado. A la primera pregunta que se plantea en la introducción, la respuesta es clara: no es un juego. Y no lo es porque la toma de decisiones es prácticamente inexistente. Toda la posible diversión queda delegada en los golpes de efecto consecuencia de leer una determinada pregunta por primera vez y las risas nerviosas que se generan al nominar y votar a otros jugadores. Pero mecánicamente es un sinsentido.
En primer lugar, el sistema de selección de pregunta por parte del jugador activo. No existe ningún parámetro que el jugador activo pueda evaluar a la hora de escoger una u otra carta de entre las que le ofrecen el resto de jugadores. Al final escogerá de forma aleatorio o, en más de una ocasión, por pena (por otro problema que comentaré a continuación. Realmente da igual qué carta escojas, así que ser jugar activo solo tiene una ventaja real: no poder ser nominado (no está permitida la autonominacion).
Siguiente paso: votar. Aquí todos los jugadores no nominados utilizarán una carta de su mano para votar a uno de los dos escogidos. El reglamento deja a elección de los jugadores cómo proceder a la hora de utilizar esta carta, aunque se indica que, en caso de necesitar mantener un cierto orden, se comenzará por el primer jugador con derecho comenzando por el jugador de la izquierda del jugador activo y continuando en el sentido de las agujas del reloj, siendo el jugador activo el último en votar. Estas cartas se colocan bocabajo en frente del jugador votado, de forma que el ultimo en votar conocerá el balance de votos antes de decidir. Pero claro, tampoco es que importe mucho porque las cartas tienen pesos distintos. Obviamente es más probable que un jugador con más cartas reciba más puntos de voto que uno con menos cartas.
Pero, de nuevo, tenemos poca información y tampoco es que sea muy relevante. De hecho, puede provocar que los jugadores se olviden del espíritu del juego y, en vez de votar respondiendo sinceramente a la pregunta, actúen en función de sus intereses, votando al jugador que vaya ganando para que sea el que acumule puntos negativos. Ahora bien, puede que los astros se alineen y el número de puntos de votos a ambos jugadores sea el mismo. En este caso el jugador activo decide quien recibe la carta y, además, ¡repite turno! Sí, es una ventaja, pero no puede ser más arbitraria.
Por último, el peor de los detalles: que un jugador se convierta en el sparring de la partida. Se puede dar la situación de que un jugador sea nominado sistemáticamente (puede que salga de la partida con la sensación de ser el apestado del grupo) y, encima, el jugador activo nunca escoge su carta. Esto significará que dicho jugador nunca alterará su mano, a excepción de los dos turnos en los que sea jugador activo, que podrá utilizar una carta en cada uno de ellos para votar. Apaleado y sin diversión.
En estos momentos es cuando te acuerdas de una maravilla como es Dixit (aquí su tochorreseña). Un diseño que, al igual que el juego que hoy nos ocupa, delega prácticamente toda la diversión en los jugadores, pero el autor establece unas limitaciones claras y que, independientemente de lo imaginativos que seamos, se nos permite competir y disfrutar del juego. Algo de lo que Pug You! carece, de forma que, quien no se divierta con la lectura de las preguntas, se aburrirá como una ostra y no encontrará ni un solo aliciente para prestar atención a lo que ocurre en la mesa. Actuará en piloto automático porque algún colega se ha empeñado en jugar, aun a sabiendas de que esos jugadores no se lo van a pasar bien.
Más de uno argumentará que un juego cumple su cometido si hace pasar un buen rato a los participantes en la partida. Pero aquí nos gusta ir un poco más allá, y entendemos esta afición como una actividad social en la que los juegos son el eje que vertebra la experiencia. Es cierto que Pug You!, en el grupo adecuado y en una primera vez puede resultar divertido. Incluso hilarante. Pero es una experiencia de usar y tirar, porque lo que realmente importa es leer las preguntas comprometidas una primera vez. Ahora, cuando un grupo de juego ya ha leído las cartas, el aliciente habrá desaparecido por completo. Es como cuando te cuentan un chiste absurdo, que te ríes de lo malo que es gracias al golpe de efecto, gracias a lo inesperado. Pero en el momento que el truco de magia es conocido, no volverá a recibir nuestra atención. Por tanto, dentro de un mismo grupo, rejugabilidad nula. Puede que podamos sacarlo con varios grupos distintos y disfrutemos del estupor del personal. Pero, personalmente, considero que no merece la pena pudiendo jugar a muchísimas otras cosas.
Pero bueno, si nos vemos involucrados en esa primera partida, lo mejor es que en la mesa haya el máximo número de personas. Así da tiempo a leer más preguntas y escandalizarse un poco más. De hecho, no creo que hubiese muchos problemas en jugar a más de 10 jugadores (máximo indicado en la caja). Hay cartas de sobra para ello.
La producción es aceptable, con unas cartas de un gramaje decente, textura lisa y repuesta elástica adecuada. Muestran un reborde blanco para evitar que las marcas se noten, aunque, si lo sacáis mucho a mesa, puede ser interesante el enfundado. El reglamento no deja lugar a dudas.
En el apartado visual encontramos el punto más interesante del juego. El trabajo de David GJ es más que interesante, ya que cada carta muestra un carlino adaptado a la pregunta, lo que supone un gran número de ilustraciones distintas, algunas realmente divertidas por lo ingenioso de la asociación que establecen. Dicho esto, no debemos olvidar que el juego gira en torno a carlinos, una de las razas de perro que resultan menos agradables a la vista (se quieren vengar por algo).
Y vamos cerrando. Pug You! es un party game de preguntas comprometidas cuya diversión depende del grupo en el que se decida sacar a mesa y que dependerá más del golpe de efecto que se genere al leer las irreverentes preguntas que porque mecánicamente tenga un mínimo de interés. Podría resumirse como una sucesión de chistes de humor negro que, una vez que se guarde en la caja tras una primera experiencia, rara vez volverá a ver mesa. Y todo esto en el caso de que los integrantes del grupo tengan confianza y se dejen llevar, porque en muchos otros casos los jugadores se sentirán incomodos desde el primer momento, no teniendo nada a lo que agarrarse. Por todo esto le doy un…
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El juego del que hablabas, ¿No era el escrúpulos? Yo lo jugué en su día y recuerdo que nos divertíamos bastante. Claro, hay que jugarlo con un grupo de amigos que se conocen. Había una serie de tarjetas con situaciones conflictivas tipo: Te das cuenta que el camarero se ha equivocado en la cuenta, con 1.000 pesetas a tu favor de una cuenta de 5.000 ¿se lo dices? El que lee la pregunta elige a un participante. Todos colocaban oculta una respuesta (Sí o No). El elegido, desvelaba su respuesta y todos los que habían acertado puntuaban. Sin embargo, si alguien consideraba que el elegido no había sido honesto, podía impugnar y si la mayoría aceptaba la impugnación, se daba algún tipo de sanción o cambio de puntos. Como ves, no recuerdo los detalles, pero sí me parecía una dinámica mucho más interesante que esta. Además, el toque escatológico de las cacas de perro, no me atrae en absoluto. Hasta donde yo recuerdo, el escrúpulos tenía un montón de preguntas, por lo que era difícil agotar el juego. Como suele ser habitual en este tipo de juegos, el que ganase era lo de menos. Lo divertido eran las situaciones que se daban y ver como tus amigos tienen un concepto miserable de tí…
Correctisimo. Ya me lo recordó Joan Tretze en Twitter. Pero claro, yo era un moco y no le veía la gracia a aquello. La inocencia… :p