Primeras Impresiones: Jinx

Primeras Impresiones: Jinx

Parece una caja grande, pero no...
Parece una caja grande, pero no…

Hará algunos meses que inauguré la sección de primeras impresiones con una pequeña entrada sobre Dixit Odyssey, que tuve la oportunidad de probar en casa mi amigo Jorge. Como comentaba en aquella entrada, tenía ciertos prejuicios sobre la saga Dixit que me tiraba un poco para atrás a la hora de querer probar el juego. Pero entre la gran cantidad de reseñas positivas existentes en la red y la buena aceptación entre mi grupo de amigos de Sevilla, decidimos darle una oportunidad. Y fue una gratísima sorpresa. Tanto, que de ser un juego que no tenía considerado pasó a engrosar mi wishlist de la BGG. Pero claro, soy muy reacio a comprarme juegos que ya tienen mis colegas, salvo que le vaya a dar mucho uso con otros grupos.

En estas que Sandra descubrió navegando Jinx, que pertenece a la familia Dixit, pero le da una vuelta de tuerca a la mecánica. Además a un precio muy competitivo, por lo que nos lanzamos a por él. Lo reunía todo: buenas críticas, buen precio, diseño interesante, mecánica lo suficientemente diferente para considerar adquirirlo a pesar de que mis colegas ya tuviesen un Dixit.

Reseña: Munchkin

Reseña: Munchkin

Hoy toca reseñar uno de esos juegos con solera, que cae de pie en cualquier grupo. Nos referimos, como es obvio por el título de la entrada a Munchkin.

Munchkin es un titulo original de Steve Jackson, el afamado diseñador estadounidense, que vio la luz allá por el año 2000. El autor de otros juegos, como Illuminati o Zombie Dice, ha forjado su fama sobre todo con el título que nos ocupa, que, desde que saliese al mercado, se ha encargado de estrujar al máximo sacando mil y una versiones (algo similar a lo que ocurrió con el Bohnanza de Uwe Rosenberg, pero en exagerado).

Primeras Impresiones: Stone Age

Primeras Impresiones: Stone Age

Escalando sin arnés...
Escalando sin arnés…

A veces hay juego que en cuanto los ves te llaman mucho la atención, pero cuando empiezas a leer cosas comienzas a tener sensaciones encontradas. Algo parecido me pasaba a mí con Stone Age. Cada vez que me paseaba por algún establecimiento en el que lo tuviesen, veía esa enorme caja y pensaba para mis adentros -¡con esa cajaza tiene que molar un huevo y medio!-. Sin embargo, cada vez que cogía esa misma caja y me leía la breve introducción redactada en la parte trasera, el hype desaparecía repentinamente. Soy una persona a la que los dados le dan mucha tirria. La puerta de entrada para este mundillo fue huir del Risk y de la superaleatoriedad de los cubos numerados le otorgaban. Y ahí empezamos a probar cosas como Puerto Rico, Agricola, etc., donde el azar está reducido a la mínima expresión y, si lo hay, suele afectar a todos los jugadores por igual, por lo que se convierte en un plus por añadirle rejugabilidad al título. Por eso, en su día, cuando probé Los Colonos de Catán dije -mola mucho, pero cada vez que lanzo los dados es como si mil dagas se clavasen en mi corazón-. Que si, que el Catán es un juegazo, que añade el factor estadístico al juego, y que la tirada afecta a todos por igual. Pero una tarde de suerte y puedes acabar con materiales para levantar un castillo y otros jugadores con sus almacenes vacíos.

Todo eso junto, me tiraba para atrás cada vez que por mi mente se cruzaba la idea de adquirir Stone Age. Pero afortunadamente, los círculos de jugones de amplían, así como las posibilidades, de forma que cada vez es más viable probar un juego sin tener que realizar un desembolso (importante) por él, y, luego, si gusta, a gastar se ha dicho. Pues bien, por fin jugamos nuestra primera partida a Stone Age.