Reseña: Lacrimosa
En diciembre de 1791, con 34 años y desde su lecho de muerte, Wolfgang Amadeus Mozart escribe sus ocho últimos compases en vida, correspondientes al movimiento Lacrimosa del Réquiem en re menor. Constanze, la viuda, contacta con hasta cuatro de los últimos mecenas más generosos de su esposo para que le ayuden a contratar a los mejores compositores, con el propósito de terminar el encargo y cobrarlo entero. Este juego es la historia de un relato y representa estos encuentros que (tal vez) Constanze celebró con los mecenas de Mozart después de su muerte. Los jugadores de Lacrimosa interpretan el papel de los mecenas del compositor, quienes, mediante una serie de entrevistas, relatan sus vivencias de los viajes por Europa y las obras que financiaron, y acuerdan con la viuda subvencionar a los músicos que colaborarán en la compleción del Réquiem. Todos los recuerdos son subjetivos, y cuantas más partes del Réquiem se financien, más espectaculares e intrigantes parecen las notas biográficas del mecenas. Los mecenas promueven los trabajos de escritura para finalizar la última obra de Mozart y cada uno de ellos procura que su relato resulte tan impresionante como sea posible, a fin de aparecer en las memorias de Constanze como el mecenas más importante del genial músico, reconocido como eterno por sus contemporáneos.
Así se nos presenta Lacrimosa, diseñado por Gerard Ascensi y Ferran Renalias (1998 ISS y On the Origin of Species). Publicado por primera vez en 2022 por Devir en una versión multilenguaje (español, catalán, italiano, portugués e inglés). De las ilustraciones se encargan Jared Blando (Steam, Cloudspire) y Enrique Corominas (Polis).