Crónicas Jugonas: Semana 28 del 2016 (04/07 – 10/07)
Segunda y última semana de vacaciones en Sevilla. Cuando estéis leyendo estas Crónicas Jugonas yo ya habré vuelto a mi rutina diaria. Esperemos que el ritmo de partidas no se resienta.
Empezamos el lunes con un Asante entre mi hermano y yo. Un juego de Rüdiger Dorn en el que los jugadores se convertirán en comerciantes en el continente africano. Mediante una mecánica de puntos de acción y gestión de una mano de cartas, estos deberán obtener pepitas de oro mediante el intercambio de mercancías, uso de objetos, ayuda de personajes y animales o visita a lugares sagrados. Un juego que se me da tremendamente mal y no termino de encajar con él. Sensación de buscar el combo perfecto y ejecutarlo en el momento adecuado, pero yo nunca lo consigo. Esta ocasión pensé que tendría más posibilidades al tener unas cuantas partidas de experiencia sobre mi hermano, que era la primera vez que se enfrentaba a este diseño. Craso error. Comencé fuerte, aprovechando la cerámica. Pero mi hermano, poco a poco, fue recortándome hasta que detonó el final de partida con un sprint final al que yo llegué demasiado exhausto. Resultado: 76 a 65. Uno de esos juegos con los que mantengo una relación de amor odio. El sistema me parece interesante, la duración ajustada, atractivas sinergias entre las cartas, pero… No entiendo cómo hay que jugar para que no resulte demasiado azaroso. Tal vez es que la carga táctica es extremadamente preponderante, pero no termino de ver qué podría haber hecho mejor para alcanzar la victoria. Por eso aún no tenéis tochorreseña en el canal, a pesar de ser uno de los juegos con más partidas logadas que aún no ha pasado por la lupa del blog.
El martes Sandra y yo nos pegamos una escapadita por Granada. Pero, como no podía ser de otra forma, me llevé un par de jueguecillos para amenizar la tarde en el hotel cuando el Lorenzo imponía su ley. Empezamos con un Red7 (aquí su tochorreseña). Un juego de Carl Chudyk y Chris Cieslik. Un mazo de 49 cartas de 7 colores y 7 valores (del 1 al 7). Comienzas con 7 cartas y el objetivo de cada jugador en su turno es finalizarlo siendo el que va ganando. Para ello, un jugador puede jugar una carta en la pila central, que es la que define la condición de victoria, y/o otra en su pila, para ser el jugador que mejor cumple dicha condición. Si no puede jugar ninguna carta de forma que se ponga en cabeza, deberá pasar y quedar eliminado. Jugamos al modo completo y la señorita recibió una soberana paliza. Se descuidó a la hora de intentar mantener una mano amplia y, cuando la cosa se puso tensa, no tuvo margen de maniobra en ninguna de las tres rondas que necesité para atravesar la puntuación limite. 12, 9 y 12 puntos obtuve respectivamente en la primera, segunda y tercera ronda. ¡Victoria absoluta! Red7 es un filler peculiar, que cuesta asimilar y cada vez que lo explico me miran con cara de sorprendidos. Pero una vez que te haces a él te enganchas. Cada turno es un pequeño puzle que tienes que resolver para no perecer, al más puro estilo Juego de Tronos: o ganas o mueres. El modo básico está bien para aprender, pero cuando el juego brilla de verdad es en su modo avanzado con los eventos de las cartas. Una pequeña joya.
Después echamos un Masterline. Un juego diseñado por Jonathan Bizet en el que los jugadores irán colocando unas cartas-loseta sobre la mesa que contendrán la mitad de un engranaje (plata o bronce) en cada lado. El objetivo es ser el primero en lograr formar una línea recta de engranajes completos del color del jugador. Algunas cartas permitirán rotar cartas adyacentes, desbaratado los planes del rival y favoreciendo nuestra posición. En esta ocasión la señorita me pilló algo despistado y logró alinear sus 5 engranajes de forma rápida y efectiva. En uno de sus últimos turnos ya hizo un movimiento que dejaba patente cuál sería su movimiento de cierre. Me di cuenta durante un instante, pero entonces sufrí un momento Dory y jugué una carta en un espacio totalmente distinto sin reparar en que Sandra finalizaba la partida, obteniendo su primera victoria. No sé si porque la partida se ha desarrollado demasiado rápida o porque andaba algo despistado, pero esta segunda partida me ha dejado algo menos satisfecho. A ver qué tal las siguientes. Al menos las partidas se finiquitan rápido y ocupa muy poco espacio.
El jueves se vino la novia de mi hermano a casa y echamos un par de partidillas a dos fillers, ya que no disponían de demasiado tiempo. Empezamos con un estreno de un juego que me ha llegado en la última MathTrade: Piko Piko el Gusanito. Un filler de dados de Reiner Knizia en el que los jugadores realizarán tiradas con bloqueos de valores para intentar alcanzar uno de los valores reflejados en unas fichas de baquelitas (del 21 al 34). Cada una de esas fichas mostrará una serie de gusanos, que serán los puntos de victoria (de 1 a 4). Los jugadores acumularán las fichas en una pila, de forma que, en su turno, un jugador podrá tomar una ficha del centro de la mesa o de la parte superior de las pilas del resto de jugadores. El problema está en que, si un jugador no consigue alcanzar una cifra valida, tendrá que devolver al centro la última ficha obtenida (anulándose la de mayor valor que quede). Así hasta que no queden más fichas. Un tiradados con mucho azar y una pizca de push your luck en el que los jugadores tendrán que decidir sobre cada tirada con qué dados se quedan teniendo en cuenta que no se pueden tomar valores reservados previamente. La partida fue muy entretenida, con momentos de comedura de oreja importante para intentar convencer a alguien de que tomarse la ficha de otro jugador en vez de la de uno porque le interesaba más (o no). Al final quien mejor suerte tuvo y decisiones tomó fue un servidor. Resultado: yo vencedor con 8, Irene con 5, Rubén con 3 y Sandra con 0. Simpático filler que permite jugar con un amplio rango de jugadores sin que la experiencia se resienta. Es cierto que a más jugadores habrá más pilas y las probabilidades de robar fichas aumentarán, pero al final lo importante es atinar con las tiradas e intentar llevarse fichas altas. Tensión y emoción en una pequeña caja. Ideal para llevarse a la playa o a la piscina.
Después echamos una partida a nuestro querido Noah (aquí su tochorreseña), de Bruno Cathala y Ludovic Maublanc. Un juego de cartas en el que tendremos que ir creando series de animales según su género (alternado o del mismo) cumpliendo una restricción de peso máximo. Se juegan tres rondas en las que intentaremos quedarnos sin cartas. Los jugadores van anotando los puntos correspondientes a la tristeza que le provoca a Noé el no haber podido salvar a esos animales. Al contrario que la semana pasada, esta partida estuvo dominada de principio a fin de Sandra, quien nunca vio peligrar su primera posición. La clave estuvo en la segunda ronda que me pilló por sorpresa. Me tuve que comer un ferry bien cargado de animales cuando, al poco, mi hermano cerró de forma inesperada, haciendo que tanto Irene como yo perdiésemos toda opción de victoria, ya que en la primera ronda no nos quedamos lejos de Sandra. La tercera fue un paseo militar. Resultado: Sandra vencedora con 5, Rubén segundo con 15, yo tercero con 17 e Irene ultima con 18. Uno de los fillers que más nos gusta, y que a dos/tres jugadores tienen un tempo y unas decisiones muy interesante (a cuatro/cinco es más caótico y no divierte tanto). Es cierto que el aspecto infantiloide puede engañar, pero es un juego muy apañado al que nunca le digo que no a una partida. Una vez que se sabe jugar, el factor memory es importantísimo. Muy entretenido. Para mí el mejor juego que tenemos de esta serie de títulos en lata de Asmodee.
El viernes tocaba un nuevo estreno: Vikings. Un juego de Michael Kiesling en el que los jugadores representan a tribus vikingas explorando y saqueando islas. En cada ronda los jugadores comprarán losetas de isla o barco, situadas en un suministro circular, que deberán ir colocando en su tablero personal. Además, estas losetas vendrán con un vikingo que, en función de donde se coloque la loseta, proporcionará unos determinados beneficios o tendrá que esperar a ser reubicado. A medida que las losetas vayan siendo compradas, las restantes irán bajando de valor. Al final de cada ronda habrá una fase de puntuación (distinta entre pares e impares). Los barcos amenazarán a las losetas que se encuentren en su columna, aunque podrán ser defendidas por un tipo de vikingo. El objetivo, como no, intentar ser quien más puntos consiga. Partida tremendamente entretenida en la que tardé en arrancar, pero, cuando encendí motores, no hubo quien me parara. Por partes, Sandra cometió el error de ir cerrando sus islas de forma perfecta, lo que le obligaba a comprar inicios de islas, los cuales salieron tarde y a un valor elevado. Muchos vikingos se quedaron sin pisar tierra en su tablero. Mi hermano, por contra, comenzó fuerte, pero se desinfló en las puntuaciones finales, especialmente por pasar olímpicamente de los pescadores y sufrir un severo correctivo al final de la partida. Yo, en cambio, como he dicho, comencé lento debido a que comencé a colocar islas por la zona inferior, por lo que no tenía opción a colocar guerreros para defenderme del par de barcos que ya tenía. Pero, en cuanto tuve la oportunidad, comenzó mi remontada, siendo finalmente quien tenía un tablero más eficiente, despegándome de mis rivales en la puntuación final. Resultado: yo 76, Rubén 51 y Sandra 46. Me ha gustado mucho. Un eurogame con sabor clásico, pocas reglas, pero bastante chicha, tanto a la hora de decidir que loseta tomar (teniendo en cuenta el coste) y estando muy pendiente de cuales interesa a los rivales. Además, el detalle de no poder quedarse con la loseta gratuita si no se trata del único vikingo de ese color es un punto interesante, ya que pone al jugador en turno en la disyuntiva de, en caso de solo haber 2 vikingos de un color, tomar la siguiente más barata a costa de dejar gratis la restante al siguiente jugador. Una carga de distribución espacial importante. Equivocarse a la hora de ir disponiendo las losetas puede dejarte atracando a mitad de partida. Deseando repetir.
Después mi hermano y yo echamos un par de partidas a Samurai, del gran Reiner Knizia. Un juego con mecánica principal de control de áreas en el que los jugadores dispondrán de una serie de losetas que aportan puntos de influencia sobre diversos tipos de fichas que estarán ubicados en el tablero. Cada vez que un emplazamiento queda completamente rodeado en tierra, se reparten los elementos en función de la influencia para cada tipo (en caso de empate se pierde). Así hasta que no queden elementos en la mesa. El ganador será aquel que haya conseguido mayoría en dos de los tres tipos de elemento. Ha pasado tiempo tras la primera partida y no dejo de preguntarme por qué no lo he sacado a mesa más veces. Las dos partidas fueron tensas y disputadas, aunque mi hermano cometió un par de fallos en momentos puntuales que desequilibraron la balanza a mi favor, de forma que en los últimos turnos estaba todo el pescado vendido. En las fotos podéis ver la situación final de ambas. Un señor juego que, a pesar de tener una mecánica principal de mayorías, funciona perfectamente a dos jugadores. Tengo muchas ganas de catarlo con más jugadores en mesa, que estoy seguro que la tensión se elevará hasta cotas increíbles. Pero como digo, a dos ya tira gracias a ese factor memory y poder controlas las opciones que tiene tu rival a la hora de actuar. Absolutamente recomendable si os gustan los juegos abstractos y de mayorías.
Entre medias Sandra me pidió echar otra partidita a Piko Piko el Gusanito, en la que cayó con estrepito. No tomó malas decisiones a la hora de reservar dados, simplemente que la suerte no estuvo con ella. Resultado: 15 a 11. Tenía miedo de que a dos no funcionase y el juego va a la perfección. De hecho, el ritmo es mucho mayor, por lo que se compensa el tema de no tener tantas pilas de donde robar.
Como última partida con mi hermano (se iba de fin de semana a la playa y ya no íbamos a coincidir mas), saqué un Ricochet Robots. Un juego del gran Alex Randolph en el que se conforma una especie de laberinto con casillas finales en el que se disponen unos robots de colores. En cada turno se revelará una loseta que determinará el robot y el punto en el que este debe finalizar, teniendo en cuenta que los robots se mueven en línea recta hasta que se encuentren con un obstáculo (pared, fin de tablero u otro robot). Mentalmente, los jugadores trazarán movimientos para intentar trasladar el robot en el menor número de movimientos posibles. Jugamos al mejor de tres. Dio la casualidad de que la primera ronda nos salió especialmente complicada y nos tuvo concentrados un buen rato hasta que yo di con una solución que requería, nada más y nada menos, que de quince movimientos. La segunda también me la llevé yo y, cuando parecía que obtendría la victoria con un marcador perfecto, salieron dos rondas muy asequibles en las que mi hermano fue mucho más rápido que yo. Todo quedaba para la última ronda en la que, finalmente, la victoria quedó de mi lado. Un juego de programación mental que pondrá a prueba reflejos, capacidad de retentiva y que, sobre todo, puede jugar muchísima gente de forma simultanea (tantas personas como sean capaces de colocarse alrededor de la mesa). Un juego distinto que cubre ese sector de juegos para reuniones multitudinarias sin que se vaya de tiempo ni resulte aburrido. Eso sí, como haya algún superdotado entre los participantes es posible que la experiencia no resulte ni entretenida ni placentera.
El sábado por la noche Sandra y yo echamos las que serían las dos últimas partidas de la semana. En primer lugar, Potion Explosion, diseñado por de Stefano Castelli, Andrea Crespi y Lorenzo Silva. Se nos despliega ante nosotros un dispositivo con canicas de cuatro colores que se disponen en varias columnas. Cada jugador deberá ir completando una serie de pociones que requieren ciertos colores de canicas. En su turno un jugador tomará una canica cualquiera de dicho disp0sitivo, de forma que las canicas que le siguen se desplazarán hacia abajo. Así, si chocan o más canicas del mismo color, el jugador podrá tomarlas todas, de forma que rellenará antes sus pociones. El objetivo es ser quien más puntos consiga mediante estas pociones completas (que además proporcionan diversos efectos) así como por sets de tipos de pociones. Esta vez seguí la política Borgoña, esto es, maximizar cada turno intentando cerrar si no una, las dos pociones para distanciarme de mi rival. Para ello aproveché de manera intensa todas las pociones que lograba conformar para esto. En esta ocasión, además, no necesité tirar de la ayuda del profesor en ninguna ocasión. Sandra, por su lado, no logró mantener mi ritmo y vio como la partida se acabó justo cuando iba a realizar uno de sus movimientos más rentables. Resultado: 98 a 71. Segunda partida a este simpático familiar. Vistoso, sencillo y con suficiente nivel como para que los jugones de culo duro no bostecen cada dos por tres. Tal vez su mayor problema pueda ser la rejugabilidad, porque una vez le pillas el truco al juego, no deja de ser una carrera por ver quien cierra más pociones, por lo que abusar de él pueda provocar que nos cansemos antes de la cuenta del título de las canicas.
Para cerrar la noche, una nueva partida a Piko Piko el Gusanito. Esta chica es insaciable y cuando le pones un push your luck por delante aparece su vena ludópata. Menos mal que no la he puesto a jugar al Black Jack en un casino, que si no se queda sin dinero para invertir en sneakers. Sobre todo, después de ver la horrenda suerte que tiene la muchacha, que estuvo toda la partida con 1 o 2 fichas en su pila, mientras que la mía no paraba de crecer y solo en una ocasión erré la tirada. Como supondréis la paliza fue escandalosa: 14 a 7. Adictivo y muy recomendable.
Y con esto finaliza mi segunda semana de vacaciones por mi tierra. Volvemos a la rutina con las pilas cargadas y con más ganas de jugar.
Ufff cuanto filler XD
Hombre, es lo que toca. La gente tiene pocas ganas de sentarse con el calor en una mesa. Partidas rápidas y fresquitas. Aún así hay cositas interesantes, como ese Vikings o la doble partida a Samurai. A ver que tal esta semana de reentrada.
Un pequeño gran juego el Piko Piko. Fue mi primer juego de mesa moderno. Este año sale a la venta su expansión, por cierto. Extrapiko. Habrá que probarla.
Hola enhorabuena por el blog siempre lo miro es de lo mejor,me gustaria saber tu opinion sobre el juego Sognorie pues estoy interesado.
Un saludo y sigue asi!!!
Quise decir Signorie,es que estoy escribiendo desde el movil.
Pues no he tenido ocasión de probarlo. Y le tengo ganas, porque parecía que el Nippon iba a ser el mejor de los 2 y se ha desinflado, mientras que el Signorie parece que aguanta.