Reseña: Flying Kiwis
Introducción
¡Los kiwis están sueltos! ¿Quién pondrá orden en el corral? Mediante una rampa con tirachinas los jugadores lanzarán sus kiwis al tablero de juego. ¡Pero cuidado! Cuando solo se tendrán en cuenta los kiwis visibles (y no los que se encuentren tapados por otros).
Así se nos presenta este Flying Kiwis, un juego diseñado por Frank Bebenroth (Drecksau) y Marco Teubner (My First Carcassonne o Safranito). El juego fue publicado en 2015 por HUCH! & friends en una edición multilenguaje. De las ilustraciones se encarga el propio Frank Bebenroth, quien ha ilustrado sus juegos anteriores, como el mencionado Drecksau.
El juego no se encuentra publicado en nuestro país, aunque la edición incluye el castellano en el reglamento. Permite partidas de 2 a 4 jugadores, con una edad mínima sugerida de 5 años y una duración aproximada de unos 10 minutos por partida. El precio de compra recomendado es de 25 €. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la primera edición de HUCH! & friends.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 24×24×55 cm. (caja cuadrada mediana similar a Viceroy o Gardens), nos encontramos los siguientes elementos:
- 2 Travesaños de soporte del tablero (de cartón)
- 6 Travesaños de separación del tablero (de cartón)
- 4 Rampas (de cartón)
- 40 Fichas de Kiwi (10 de cada color: celeste, rosa, verde y amarillo) (de cartón)
Mecánica
Flying Kiwis es un juego de habilidad en el que los jugadores lanzarán, simultáneamente, unas fichas circulares con kiwis de su color a un pequeño corral formado por 16 habitáculos. El objetivo será ser el primero en formar un pequeño cuadrado de 2×2 habitáculos con una ficha de su color encima de todas las que pudiese tener debajo.
Conceptos Básicos
Al comienzo de la partida los jugadores dispondrán de una serie de Fichas de Kiwi que funcionarán como proyectiles que los jugadores lanzarán al tablero.
Para ello, cada jugador contará con una Rampa de Lanzamiento con una gomilla elástica que hace las veces de tirachinas.
El objetivo será encajonar las fichas en los receptáculos del Corral, que se encuentra dentro de la propia caja dividido en una serie de receptáculos gracias a unos travesaños que se cruzan perpendicularmente. En cada receptáculo solo se tendrá en cuenta la ficha de kiwi que sea visible, esto es, la que se encuentre encima de todas las que pudiese haber en el mismo espacio.
Y con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se monta el tablero de juego:
- Se cruzan los dos travesaños inferiores, formando una cruz que se encaja en el fondo de la caja.
- Se coloca el tablero encima de la estructura anterior
- Por último, se crea una malla con los 6 travesaños que se montan perpendicularmente entre ellos. Esta malla se coloca encima del tablero anterior, creando una matriz de 16 espacios (4×4).
- Cada jugador recibe una rampa y todas las fichas de kiwi de un color, y se sentará a un lado del tablero.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Flying Kiwis finaliza en el momento que se cumple una de las dos condiciones de finalización.
Uno de los jugadores dará la orden de salida y los jugadores comenzarán a lanzar kiwis de forma simultánea. Los kiwis que se queden dentro del tablero (ya sea en un cubículo o apoyados en algunos travesaños), permanecerán en él, mientras que los que se salgan de la caja podrán ser recuperados por los jugadores para seguir lanzándolos.
Fin de la Partida
La partida finaliza en el momento que un jugador consigue formar un cuadrado de 2×2 casillas (lo dirá en voz alta, el resto de jugadores dejarán de lanzar kiwis). Si, efectivamente, el jugador ha formado el cuadrado, se proclama vencedor.
En el caso de que ningún jugador consiga formar el cuadrado, la partida finalizará en el momento que todos los jugadores hayan introducido su ultimo kiwi en el tablero. Tras esto, los jugadores ganarán la pila de kiwis cuya ficha superior sea de su color. Cada jugador sumará todas las fichas de kiwi acumuladas, proclamándose vencedor aquel con más fichas.
Opinión Personal
Hoy toca analizar uno de esos juegos que, estando pensado para los más pequeños de la casa, hacen las delicias de los mayores. Vamos a ver qué tal vuelan estas pequeñas aves neozelandesas.
Tras el éxito absoluto que ha supuesto Coconuts (aquí su tochorreseña), es normal que proliferen este tipo de juegos de habilidad que tiene la virtud de igualar el nivel de los jugadores utilizando ciertos artilugios. Si en Coconuts eran los simios-catapulta, aquí nos encontramos con unas rampas tirachinas con las que los jugadores únicamente tendrán que decidir dirección y tensión de la cuerda. Esta es una gomilla de las que se usan para el pelo, por lo que la resistencia al tensarse no es excesiva. Lo digo de cara a que los más pequeños pudiesen tener dificultades con el artilugio, que no es el caso.
En su desarrollo, este Flying Kiwis recuerda a un auténtico clásico de los juegos de mesa de habilidad frenéticos: Tragabolas. ¿Quién no se ha dejado la palma de la mano con la palanca de esos míticos hipopótamos? Cuando se daba la orden de salida empezabas a lanzar dentelladas del animal semiacuático como si no hubiese mañana, intentando capturar el mayor número de bolas posibles hasta que no quedase ninguna. En esta ocasión el frenetismo se libera al intentar ser el primer jugador en conseguir un cuadrado de casillas con kiwis de nuestro color.
Sin embargo, hay una sutil pero importante diferencia. En Flying Kiwis hay que intentar encontrar un equilibrio entre la velocidad y la puntería. No basta con empezar a lanzar kiwis a lo loco esperando que caigan en los cubículos adecuados para que se nos proclame vencedor. Ir demasiado rápido puede provocar que nos quedemos sin aves mientras los demás jugadores siguen intentando conseguir el objetivo. Por contra, tampoco podemos dormirnos en los laureles, ya que es bastante probable que un lanzador certero consiga el objetivo antes de que nos demos cuenta.
Así que, a pesar de que cada partida es un frenesí, hay que intentar mantener la calma, respirar un par de veces antes de soltar cada disco y aterrice en el cubículo elegido antes de soltar la gomilla.
Un elemento que si comparten Coconuts y este Flying Kiwis es el cambio de actitud de los jugadores a medida que la partida se alarga y ningún participante logra hacerse con la victoria por la vía directa. Cuando las fichas comienzan a escasear y formar el cuadrado se complica, los jugadores tenderán a intentar colar kiwis en los habitáculos más poblados, al igual que ocurría en el juego de los monos cuando no parecía que nadie fuese a conseguir la pirámide y los jugadores comenzaban a disputarse los cubos repletos de cocos.
A pesar de resultar bastante divertido en sus primeras partidas, la verdad es que el juego es muy efervescente. Los adultos nos cansaremos rápidamente de él (y eso que en esas primeras intentonas seguramente encadenemos más de dos y tres partidas motivados por el revanchismo). Tras esto, los pequeños seguro que seguirán sacándole juego (son incombustibles), pero si el público habitual no va a ser este, hay opciones con más jugo.
Al igual que con Tragabolas, el juego es más divertido en cuanto hay cuatro jugadores en la mesa. Lo divertido es ver volar discos de los cuatro colores y que sea casi imposible formar el cuadrado de dos (ocurre casi por casualidad).
Hablemos de la edición. A pesar de que los materiales utilizados son de bastante buena calidad (cartón de grosor y elasticidad adecuados), es cierto que no es un juego que pueda soportar adecuadamente el trato de un niño que se preocupa más por divertirse que por el estado de conservación de los componentes. El principal problema lo veo con los discos de kiwi. Ha recibir presión directa con la gomilla, es más que probable que la capa superior de ambas caras (la que está impresa), comience a levantarse. En esto Tragabolas gana por goleada, con elementos que aguantan mucho más trote. Si las fichas hubiesen sido de plástico el acabado habría estado de sobresaliente. El reglamento es claro y conciso, sin dejar espacio a dudas. Es cierto que son solo 2 hojas de reglas, pero he visto casos en los que la confusión se apoderaba de los jugadores con reglamentos de menos palabras.
El aspecto visual es una delicia. Me gusta mucho el detalle de ilustrar a los pájaros como si fuesen las frutas (si os fijáis no llevan plumas y la piel se parece peligrosamente a la de los frutos). Los adornos de cada tipo de kiwi son un punto y los dotan de cierta personalidad. Podrían haber sido todos iguales y no habría afectado en demasía. Pero se agradecen estos detalles.
Y vamos cerrando ya. Flying Kiwis es un juego de habilidad y rapidez que puede recordar a Tragabolas en su concepción. Partidas rápidas y frenéticas que harán las delicias de los más pequeños y sacará el espíritu competitivo de los más creciditos. Su principal problema es que, como juego para niños puede ser demasiado frágil (componentes) y como juego para adultos es un entretenimiento muy pasajero (solo nos llamará la atención en las primeras partidas y pasará a acumular polvo en el estante). Por todo esto le doy un…
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Yo lo compré de segunda mano. En Amazon Alemania está disponible :
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