Reseña: Doggy Scratch
Introducción
¿Por qué me pica todo? ¡No puedo parar de rascarme! ¡Oh no! ¿Eso… son… pulgas? Utiliza las cartas de acción para liberarte de ellas y enviárselas a tus adversarios. Sé astuto y deshazte del mayor número de pulgas que puedas, pero cuidado con las pulgas veteranas porque ya conocen todos los trucos. Sé el perro con menos pulgas al final de la partida para ganar el juego. ¿Empiezas a notar ya como te pica todo el cuerpo?
Así se presenta Doggy Scratch, un diseño de Josep María Allué y Dani Gómez (Castellers!, El baile de las princesas, Bearzzz). El juego fue publicado por primera vez en 2021 por Educa Borrás en una edición en español e inglés. De las ilustraciones se encarga Cyril Bouquet responsable del aspecto de juegos como Kingdomino, Okiya o The Blue Lion.
Permite partida de 2 a 4 jugadores, con una edad mínima sugerida de 8 años y una duración aproximada de 20 minutos. El precio de venta al público es de 14,99€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión en español e inglés de Educa Borrás, que la propia editorial nos ha cedido amablemente.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 10,8×15,3×3,5 cm. (caja rectangular pequeña de tamaño similar a Crónicas), encontramos los siguientes elementos:
- 72 Cartas (56×87 mm.)
- Reglamento
Mecánica
Doggy Scratch es un juego de cartas en el que los jugadores deben intentar evitar acumular cartas de pulgas en su zona de juego. En cada turno, el jugador podrá jugar cualquier número de cartas en mano, aplicando sus efectos. Tras esto, deberá robar una, dos o tres cartas. Cualquier carta de pulga robada debe ser colocada sobre la mesa a la vista de todos los jugadores. La partida finaliza cuando un jugador acumula cinco pulgas en su zona de juego, ganando aquel jugador con menor valor de pulgas entre sus cartas. Tardamos en comprender la dinámica del juego.
Conceptos Básicos
Tenemos dos tipos de cartas. Por un lado, las Cartas de Pulgas. Son cartas con una determinada cantidad de pulgas (de 1 a 4), existiendo un tipo especial de carta, la Pulga Veterana (equivale a 1 pulga pero no tiene valor numérico). Cuando un jugador robe una de estas cartas, deberá colocarla sobre la mesa en su zona de juego, ya que cuando un jugador acumule una quinta carta de pulgas, se detonará el final de la partida, ganando aquel con menor cantidad de pulgas en suma en su zona de juego.
Por otro lado tenemos las Cartas de Acción, que los jugadores acumularán en su mano hasta que decidan usarlas. En cada turno el jugador podrá descartar cualquier cantidad de cartas de acción y aplicar sus efectos (aunque habrá algunas que se jugarán fuera de turno). No existe límite de cuantas cartas puede acumular un jugador en su mano. Muchas de las cartas permiten descartar cartas de pulgas, que volverán al mazo.
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se separan las cartas de pulga del mazo.
- Se baraja el mazo con solo cartas de acción.
- Se reparten 4 cartas de este mazo a cada jugador.
- Ahora se mezcla el resto del mazo con todas las cartas de pulga.
- Finalmente, se escoge al jugador inicial.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Doggy Scratch se desarrolla a lo largo de un número indeterminado de turnos, comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj.
En su turno, el jugador activo procede de la siguiente forma:
- En primer lugar, puede jugar tantas cartas de acción como desee. Tras aplicar su efecto, coloca la carta en la pila de descarte.
- Tras esto, el jugador debe robar de 1 a 3 cartas del mazo. Las roba de una en una. Si es una carta de acción la añade a su mano, y si es una carta de pulga, la coloca en su zona de juego formando una hilera con el resto de cartas de pulga.
Tras esto, el turno pasa al jugador de la izquierda.
Las Cartas de Acción disponibles son:
- Observar las 2 primeras cartas del mazo y devolverlas a la parte superior del mismo reordenándolas a conveniencia.
- Robar una carta de la mano a un rival.
- Enviar una carta de pulga que no sea veterana a un rival.
- Descartar una carta de pulga no veterana.
- Anular la carta de acción de otro jugador (se juega fuera de turno).
- Descastar todas las cartas de pulga que no sean veteranas.
- Descartar una pulga veterana.
- Recoger todas las cartas de pulga no veterana de todos los jugadores, se mezclan y se reparten equitativamente entre todos los jugadores.
- Escoger una carta de la pila de descarte y añadirla a la mano.
- Cambiar el sentido de juego.
Fin de la Partida
La partida finaliza inmediatamente cuando un jugador acumula cinco cartas de pulga en su zona de juego. Ese jugador no podrá ganar la partida. Ganará la partida el jugador que menos pulgas en suma tenga en su zona de juego (cada pulga veterana cuenta como 1 pulga). En caso de empate, el jugador con menor cantidad de pulgas veteranas será el vencedor. Si la igualdad se mantiene, los jugadores comparten la victoria.
Opinión Personal
Hoy toca analizar uno de esos juegos que muy probablemente pasen por debajo del radar de la mayoría del personal por varios motivos. El primero es por ser un juego de una editorial tradicionalmente juguetera y que busca abrirse un hueco en el mercado de los juegos de mesa modernos. Segundo porque es un producto nacional y no va a tener el filtrado del mercado internacional. Y tercero, porque es un juego claramente orientado al público generalista.
Pero como en este humilde blog nos gusta escarbar en busca de deliciosas trufas, no tenemos remilgos a la hora de probar diseños, aunque si viene con la firma de nuestro querido Josep María Allué junto a su fiel escudero Dani Gómez, pues los alicientes son mayores. Vamos a ver cómo se comporta en mesa este Doggy Scratch no sin antes agradecer a Educa Borras la cesión de la copia que posibilita la parrafada que viene a continuación.
Como ya supondréis mucho al ver la portada y las cartas, Doggy Scratch es uno de estos fillers familiares tipo UNO en el que los jugadores irán acumulando cartas en su mano para jugarlas en el momento adecuado intentando salir lo mejor parados de cada turno, llegando un momento en el que el final de la partida se detona y se comprueba quién es el vencedor.
El mercado está plagado de juegos de este corte, desde ese éxito de ventas (pero no de crítica) que es Virus, hasta esa versión particular de UNO que ha permitido generar la enésima franquicia con la firma de Knizia, esto es, L.L.A.M.A. (aquí su tochorreseña). Juegos con una premisa muy clara, con un desarrollo similar y muy poco margen para innovar. Sin embargo, Doggy Scratch supone una pequeña sorpresa por detalles muy sutiles pero que, al percatarse de ellos, el conjunto se siente fresco y bastante divertido.
En Doggy Scratch representamos al mejor amigo del hombre. Cánidos que disfrutan de su vida salvo cuando esos odiosos parásitos que son las pulgas deciden acomodarse en su pelaje. Estas pulgas estarán representadas mediante cartas que se desplegarán frente al jugador, representando la «carga parasitaria» del mismo. Que un jugador acumule su quinta carta detonará el final de la partida, ganando aquel con menos pulgas en su cuerpo.
¿Cómo acumula un jugador cartas de pulga? La vía principal será el propio desarrollo del turno, ya que lo único obligatorio en cada uno de esos turnos será robar de una a tres cartas al final del turno. El mazo de cartas contendrá, además de caras de pulgas, cartas de acción que, en general, permitirán gestionar estas pulgas, ya sea devolviéndolas al mazo (importante esto) o transfiriéndolas a otros jugadores.
De esta forma, las cartas de pulga estarán en el mazo o en el cuerpo de los jugadores. Por tanto, a medida que se sucedan los turnos, en el mazo quedarán menos cartas, aumentando las probabilidades de que la siguiente carta robada sea una pulga.
Esto genera una dinámica de patata caliente que es lo que viene a representar el mazo. En los primeros turnos los jugadores estarán envalentonados y robarán de tres en tres, maldiciendo cuando alguna pulga haga acto de aparición pero sin suponer ningún drama porque el jugador tiene cartas de acción en mano. Pero claro, la tensión irá aumentando, tanto por el aumento de las probabilidades de robar una nueva carta de pulga como de ser el que acabe acumulando cinco cartas de pulga en su zona de juego.
Así, podríamos decir que la primera mitad de la partida consiste en pertrecharse y aguantar el chaparrón intentando gastar la menor cantidad de cartas, pasando a una segunda fase de tensión máxima en la que un paso en falso puede resultar fatal. En esta fase las cartas de poder ver las dos siguientes cartas y reordenarlas son mano de santo, a no ser que se tenga la mala suerte de revelar dos cartas de pulga (si son del mismo valor ya apaga y vámonos).
Especial mención a las pulgas veteranas, que esas se agarran al pelo y prácticamente hay que echarles agua caliente para expulsarlas, ya que solo un tipo de carta permitirá devolverlas al mazo. Y, como ya supondréis, esas cartas no abundan en el mazo.
Así, nos encontramos ante un filler sin pretensiones pero que tiene la virtud de lograr generar una tensión creciente hasta el mismísimo ultimo turno de la partida sin que esta se haga repetitiva y/o aburrida, ya que cada turno supondrá un avance hacia su finalización.
Es cierto que esa primera mitad de la partida a lo mejor puede resultar algo insustancial, porque lo normal es robar cartas de acción y si un jugador no acumula cartas de pulga, no interesa malgastarlas, por lo que se encadenarán turnos de simplemente robar hasta que la cosa comience a ponerse interesante (algo que no tarda en suceder).
De nuevo hay que remarcar que estamos ante un juego de cartas enfocado a toda la familia y en el que el azar tiene una importancia elevada. Ya puedes tener todo el cuidado del mundo, ajustar perfectamente tus acciones para maximizar su efecto que, si la dama fortuna así lo desea y tus rivales ponen de su parte (porque existen las típicas cartas de ataque con las que puedes reasignar pulgas o anular el efecto de una acción fuera de turno), te puedes encontrar con las cinco cartas de pulga en tu zona sin que hayas podido remediarlo. Pero el viaje merece la pena.
En cuanto a la escalabilidad, obviamente como mejor funciona el juego es con cuatro participantes, ya que el mazo queda más repartido y el peso de las cartas de acción se incrementa. A dos jugadores se puede llegar a mitad de la partida con manos enormes de cartas, mientras que a cuatro no es tan sencillo acumularlas sin tener que utilizarlas con cierta prontitud. Además, la diversión aumenta al ver como tres rivales sufren al revelar cartas.
La rejugabilidad es la típica de estos fillers. Juegos que pueden salir a mesa en cualquier momento y que, si encajan bien en el grupo, incluso se pueden encadenar varias partidas. Pero no se puede abusar de él porque no son juegos con demasiada profundidad y se puede activar el piloto automático con cierta facilidad. Pero dentro de esta categoría de juegos simples y que pueden jugar grandes y mayores, Doggy Scratch ha resultado ser bastante efectivo.
Pasemos a la producción. Nos encontramos con unas cartas de gramaje aceptable, textura lisa y respuesta elástica pasable. Gracias al marco blanco es difícil marcar las cartas, pero si va a ver mesa con cierta asiduidad, recomendaría el enfundado. El reglamento está bien estructurado y no deja lugar a dudas.
Otro de los aspectos fundamentales en este tipo de juegos es el visual. Y en este caso estamos ante un juego con un apartado artístico bastante llamativo, con ilustraciones caricaturescas que resultaran atractivas y divertidas, alejándose de la sosería de otros fillers de este corte. Incluso las cartas de pulga tienen su personalidad.
Y vamos cerrando. Doggy Scratch es un filler familiar similar a otros tantos en los que el objetivo es intentar lidiar con un mazo de cartas que juega contra los propios jugadores con cartas negativas de las que intentan deshacerse antes de que se detone el final de la partida. Su mayor virtud es lograr generar una tensión creciente a medida que los turnos gracias a esa especie de patata caliente en la que se convierte el mazo hasta que explota. Antes, una interesante gestión de la mano con dos fases, una primera de acumular efectos para, posteriormente, utilizarlos en el momento adecuado para lograr llegar lo mejor posible a ese final. En contra, que no deja de ser un juego sencillo para echar el rato y ante el que se puede llegar a activar el piloto automático en muchos turnos. Pero con todo, bastante más interesante y divertido que la mayoría de juegos de este corte. Por todo esto le doy un…