Reseña: Pylos
Introducción
Pese a su sencillez, Pylos es tan bello como estimulante. Disfrutaras manejando sus piezas mientras tratas de anticipar los movimientos del contrario para ser el primero en conquistar la pirámide.
Así se nos presenta Pylos, una reimplementación Strat-O-Sphere, ambos diseños de David G. Royffe. Se publicó por primera vez en 1993 por Strat-O-Sphere Ltd en una versión en alemán.
Se encuentra publicado en español por Gigamic (el juego es completamente independiente del idioma a excepción del reglamento). Permite partidas a 2 jugadores, con una edad mínima sugerida de 8 años y una duración aproximada de 10 minutos. El precio de venta al público es de 32,95€. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la versión multilenguaje de Gigamic.
Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.
Contenido
Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 28×28×6 cm. (caja cuadrada de dimensiones similares a 7 Wonders o Fields of Green con algo menos de fondo), encontramos los siguientes elementos:
- Tablero de Juego (de madera)
- 30 Bolas (15 de cada color) (de madera)
- Reglamento
Mecánica
Pylos es un abstracto para dos en el que cada jugador dispone de una reserva de bolas que se irán apilando para formar una pirámide, comenzando por una base de cuatro filas y cuatro columnas. En cada turno, el jugador activo podrá colocar una bola de su reserva (sobre el tablero o apoyada sobre cuatro bolas que hagan de base) o bien desplazar una bola que se encuentre en el tablero y no tenga bolas apoyadas sobre ella para hacerla subir al menos un nivel (apoyando sobre cuatro bolas). Como concepto adicional, si un jugador forma una base de 4 bolas de su color, podrá recuperar hasta 2 bolas libres del tablero. La partida finaliza cuando un jugador coloca la bola final en la cúspide (proclamándose vencedor) o un jugador se quede sin bolas y no pueda colocar en su turno proclamándose vencedor su rival).
Conceptos Básicos
Comencemos por el elemento fundamental del juego, las Bolas. Cada jugador dispone de una reserva de quince bolas de su color (negras o blancas). El objetivo es intentar mantenerse con vida hasta el último turno, y esta vida está representada por esta reserva de bolas. Si un jugador agota su reserva y debe actuar en su turno, perderá inmediatamente. El diseño permitirá a los jugadores actuar de forma que no tengan que colocar bolas en un turno o, incluso, recuperar alguna del tablero. Será importante el concepto de bola libre, que es aquella que no tiene ninguna otra bola apoyada sobre ella en un nivel superior.
Este Tablero muestra una disposición inicial de dieciséis espacios circulares organizados en cuatro filas y cuatro columnas. Los jugadores comenzarán colocando bolas en estos espacios, generando espacios en niveles superiores cuando se forme una estructura de cuatro bolas conectadas entre sí (2×2). De esta forma, los jugadores desarrollarán una pirámide de cuatro niveles (16 en la base, 9 en la segunda planta, 4 en la tercera planta y 1 en la cúspide).
Con esto tenemos suficiente.
Preparación de la Partida
- Se coloca el tablero en el centro de la mesa.
- Cada jugador escoge un color y recibe las 15 bolas correspondientes.
- Finalmente, se escoge al jugador inicial de forma aleatoria.
¡Ya podemos comenzar!
Desarrollo de la Partida
Una partida de Pylos se desarrolla a lo largo de un número indeterminado de turnos alternados por los jugadores (comenzando por el jugador inicial).
En cada turno, el jugador activo debe resolver una de estas opciones:
- Colocar una Bola de su Reserva. El jugador toma una bola de su reserva y la coloca en el tablero, ya sea en un espacio libre de los dieciséis que dispone el tablero o bien sobre cuatro bolas en una planta superior.
- Elevar una Bola del Tablero. El jugador puede desplazar una bola libre de su color a una planta superior en la que haya un punto de apoyo libre conformado por cuatro bolas. De esta forma la reserva personal del jugador no disminuirá.
Si, al colocar o elevar una bola el jugador ha conectado 4 bolas de su color entre si (formando un cuadrado 2×2), podrá recuperar del tablero hasta 2 bolas cualesquiera que estén libres (independientemente del nivel en el que se encuentren), esto es, que no tengan bolas apoyadas sobre ellas (es posible recuperar bolas del cuadrado recién formado).
Tras esto, el turno pasa al jugador de la izquierda.
Fin de la Partida
El final de la partida se puede alcanzar por dos vías:
- Que un jugador no pueda resolver su turno (no le quedan bolas en su reserva ni puede elevar ninguna de sus bolas libres en el tablero), proclamándose su rival vencedor.
- Que el jugador activo coloque la última bola en la cúspide de la pirámide, proclamándose vencedor.
Opinión Personal
La serie de abstractos de Gigamic se ha caracterizado siempre por tener una producción tremendamente vistosa junto a una complejidad mecánica baja, siendo diseños accesibles para cualquier tipo de jugador (siempre que le gusten los abstractos).
Hoy le toca el turno a uno de los diseños que más tiempo lleva en la serie (de la que han ido entrando y saliendo títulos). Además, es probable que sea, de todos ellos, el que mejor funciona como elemento ornamental (lo podemos poner en el centro de una mesa o en una estantería y luce magníficamente). Vamos a ver cómo se comporta este Pylos.
El objetivo de los jugadores es construir una pirámide apilando bolas de dos colores (cada uno controlado por un jugador). Para ello se irán alternando turnos en los que, normalmente, cada jugador colocará una de sus bolas, de forma que las reservas de los jugadores irán reduciéndose.
Aquí Pylos se os descubre como una carrera de fondo en la que lo importante no es ser el primero en llegar, sino en ser el que más aguante. Esto se debe a que las partidas finalizarán, normalmente, cuando un jugador no pueda colocar porque ya no le quedan más bolas para poner.
La gracia del asunto estará en que los jugadores tendrán dos vías para que su reserva no se vea reducida. La primera es que los jugadores podrán desplazar una bola previamente colocada que no esté bloqueada a un nivel superior. Así, los jugadores intentarán no generar «plataformas» sobre las que el rival pueda inmediatamente elevarse (a no ser que ese movimiento genere una nueva plataforma y que en neto la distancia entre ambos jugadores se mantenga).
Por otro lado, los jugadores tendrán la opción de recuperar bolas del tablero si logran conformar una estructura de cuatro bolas de su mismo color conectadas entre sí formando un cuadrado. Esto permite al jugador recuperar hasta dos bolas libres del tablero y devolverlas a su reserva personal (lo que significa ganar un turno de ventaja, finalizaremos el turno con la reserva incrementada en una bola respecto a cuantas tenía al comienzo del turno). Y realmente no tiene mucho más.
¿Qué me gusta de Pylos? Primero, la ya mencionada simplicidad mecánica. El objetivo y el desarrollo son muy fáciles de explicar, así como las dos reglas que le aportan profundidad.
Las partidas van a ser rápidas y agiles, pero no triviales. Los jugadores intentarán proyectar mentalmente sus movimientos para no efectuar un paso en falso que permita a su rival tomar ventaja.
Pensamientos del tipo «si coloco esta bola aquí no estoy generando ninguna plataforma, y con los espacios que quedan, mi rival va a tener que generar una plataforma que voy a poder aprovechar subiendo esta otra bola a ese nuevo nivel disponible».
También me gusta mucho el balance de iniciativa. Pylos es uno de los pocos juegos en los que ser el segundo jugador otorga la iniciativa. Y es que, si los jugadores se limitasen a colocar bolas sin aprovechar ninguna de las dos alternativas que proporciona el juego para alargar su reserva, el segundo jugador sería el último en colocar su última bola en la cúspide de la pirámide, proclamándose vencedor.
De esta forma, el jugador inicial se ve en la obligación de tomar una actitud agresiva para lograr tomar la delantera en este sentido, de forma que se giren las tornas en esa consecución de movimientos que llevaría a uno u otro jugador a la victoria por ser quien complete la pirámide.
Otro detalle que destacaría de Pylos es que es de esos juegos que, normalmente, avanzan inexorablemente hacia un final. Es cierto que los dos jugadores podrían actuar de forma ilógica y centrarse cada uno en una parte del tablero y desencadenarían un bucle infinito en el que cada uno conforma un cuadrado de sus bolas y recupera dos. Pero lo normal es que en el momento que un jugador genere una de estas oportunidades, el rival intente torpedeársela.
Por poneros algunas referencias, Pylos entraría en la misma categoría de abstractos que, por ejemplo, Mabula (aquí su tochorreseña), Ringo (aquí su tochorreseña) o Nonaga (aquí su tochorreseña).
Pasemos a la rejugabilidad. Pylos es de esos abstractos de los que no se debe abusar porque tampoco dejan espacio a grandes desarrollos estratégicos. Es un juego de corte principalmente táctico en el que es difícil ver más allá de dos o tres movimientos. Es por eso que, una vez dominado, las partidas van a dejar un sabor de boca bastante similar. Nunca va a decepcionar, pero no es un juego para sacar regularmente porque puede agotarse con relativa facilidad.
En cuanto a la producción, probablemente estemos ante uno de los abstractos más elegantes y llamativos de los que se pueden conseguir hoy en día. Esa estructura piramidal como si de una pila de balas de cañón se tratase luce como un magnifico adorno en un despacho o en una estantería. El tablero es de madera maciza con un color cobrizo de gran grosor y densidad, junto con unas bolas de madera de dos colores que tal vez pesan menos de lo que uno esperaría antes de sostenerlas por primera vez pero que cumplen a la perfección con su cometido. El reglamento está perfectamente estructurado y no deja lugar a dudas.
Y vamos cerrando. Pylos es un abstracto para dos con unas mecánicas muy accesibles y un despliegue en mesa muy potente (puede dejarse montado para adornar en cualquier estancia). Se enfoca como una carrera de fondo muy táctica en la que los jugadores lucharán por intentar alargar al máximo su reserva de bolas (el juego ofrece vías para mantener e incluso aumentar la reserva de bolas) y posicionarse de forma sean quienes coloquen la bola en la cúspide de la pirámide. Ágil, entretenido, y vistoso. Su mayor defecto es que no es un abstracto especialmente profundo y no se debe abusar de él para no agotarlo demasiado pronto. Por todo esto le doy un…