Top: Draft + Colocación de Losetas + Patrones











Draft
+
Colocación de Losetas
+
Construcción de Patrones
Un filler con unos conceptos relativamente sencillos que esconde un divertimento rápido y efectivo. El sistema de puntuación es relativamente exigente en el sentido de que obliga a los jugadores a intentar maximizar grupos colocando cartas que se corresponderían con triominós rectos con los que hay que conformar una cuadrícula de como máximo cuatro filas y cuatro columnas de casillas, sin más restricciones, pudiendo solapar las cartas de todas las formas que se os ocurran (lo que a veces puede no ser tan sencillo como a uno le gustaría). Cada casilla de estas cartas tiene dos elementos (un mantel y un alimento) y lo que hay que intentar es que cada uno de esos dos elementos puntúe. El aspecto visual que ha conseguido Ramón Redondo dota al juego de una adorabilidad que le encaja a la perfección. Además, permite un amplio rango de jugadores, siendo un diseño que puede ver mesa con gran recurrencia.
Uno de los diseños con poliominós (piezas de tetris) más interesantes que podemos encontrar gracias a complementar esta mecánica de colocación de losetas con un mazo de cartas que los jugadores draftearán intercambiando manos, teniendo que asumir un coste por ellas, recordando a juegos como Bunny Kingdom. Intentar completar el puzle personal en un número de rondas limitado es un reto bastante exigente. El tema de disponer de criterios de puntuación visibles y ocultos le aporta un grado de incertidumbre que mantendrá a los jugadores en tensión hasta el último turno. Es muy entretenido, con un punto de profundidad mayor al habitual en este tipo de juegos, escala bien y tiene una elevada variabilidad. Lo peor que se puede decir del juego es que, debido a la enorme cantidad de elementos (el mazo de cartas es enorme y el número de poliominós es bastante importante), puede que el azar influya de forma relevante en alguna partida.
Lo de Uwe Rosenberg con el patchwork es algo parecido a lo del champagne con los franceses, esto es, un afortunado accidente. Uwe Rosenberg llevaba años trabajando en el desarrollo de El Banquete de Odín y se le ocurrió aislar el mecanismo de colocación de poliominós que acabaría implementando en el juego de los vikingos, dando pie a uno de los referentes más potentes de los últimos años. Un juego sencillo en el que tenemos dos recursos, los botones y el tiempo, ambos igual de importantes (porque una unidad de tiempo equivale en realidad a un botón) que los jugadores deben gestionar para seleccionar qué parches añadir a su tablero personal, en el que intentarán completar una cuadrícula de la forma más efectiva posible. Cuando empiezas a calcular cuántos botones te va a proporcionar hasta el final el juego alcanza una profundidad que no se aprecia al principio. Y tiene más interacción de la que parece, controlando continuamente qué podría hacer el rival en su siguiente turno en función de la decisión que tomemos.
Probablemente el principal responsable de que este top exista. El juego que puso a todas las editoriales tras la búsqueda de su propio éxito de ventas con esta combinación de mecánicas efectiva si a lo que apuntan es al público familiar. La virtud principal de Azul, además de una producción de altos vuelos con una gran cantidad de baquelita, es su simplicidad mecánica en lo que a selección y conformación de patrones se refiere. Pero, no por ser simple, está exento de sutilezas que satisfarán a los jugadores más avanzados (como el tema de llevar el control de cuántas fichas de cada tipo quedan en la bolsa en función de lo que tienen los jugadores en sus tableros y las fichas que hay en el descarte), siendo uno de esos títulos que permiten sentar a la mesa a todo tipo de jugador.
Un juego que, implementando la famosa combinación de mecánicas que da título a este top, consigue desmarcarse añadiendo el uso de puntos de acción para la fase de selección que generan una dinámica competitiva muy interesante; ya no es trivial escoger una cosa en función de su coste y de los objetivos que tengan los jugadores, tanto a corto como a largo plazo. Los jugadores intentan componer un puzle colocando losetas de distintos tipos de distritos que les permitirán progresar en tracks que representan los distintos parámetros de una sociedad, añadiendo monumentos que proporcionarán importantes beneficios. Estos monumentos generan un gran impacto visual al ser elementos de madera en tres dimensiones que emergen de los tableros repletos de poliominós, exigiendo a los jugadores desarrollar su zona de juego para cumplir determinados patrones. Es cierto que tal vez no escala muy bien por falta de monumentos, algo que se va arreglando a base de pequeñas expansiones que aumentan el número de estos.
Un diseño que consigue añadir a la tríada de mecánicas la gestión de la mano de cartas, exigiendo un nivel de planificación bastante elevado, ya que estas cartas son duales; por un lado son las que proporcionan las piezas que se van a ir desplegando en el tablero personal y, por otro, determinan los criterios de puntuación (que obviamente no casan con esas piezas). Visualmente es espectacular gracias a ese despliegue en tres dimensiones, lo que complica bastante la optimización de los patrones. Que el final de la partida dependa de los jugadores al agotar un tipo de pieza genera también una tensión creciente, siendo muy importante calibrar los patrones por los que se apuesta para evitar quedar bloqueados.
Cascadia es el mejor heredero de Azul en el sentido de que resulta incluso más simple a nivel mecánico, pero resulta mucho más profundo e, importante, interactivo, ya que los jugadores estarán continuamente con un ojo puesto en el despliegue de los contrincantes al existir una recompensa por mayorías en los distintos hábitats que los jugadores irán desarrollando. Es de esos juegos que con una única decisión (escoger la pareja de loseta y ficha de animal) hay que intentar alinear muchos objetivos (ampliación de hábitats, habilitación de espacios aptos para las fichas y que estas puntúen de acuerdo con sus respectivos patrones). Y todo esto con un número de turnos limitado por partida. Es un juego con el que es difícil fallar.
Estamos ante el que, para mí, es el mejor juego de construcción y gestión de ciudades que haya probado hasta la fecha, apoyándose en el correspondiente trío de mecánicas con una ligera gestión económica, ya que el dinero será necesario para poder escoger losetas. Los patrones serán clave para maximizar los beneficios de los efectos (o minimizar los perjuicios) de las losetas; estas representan los distintos emplazamientos que podremos encontrar en una ciudad, mostrando unos efectos muy verosímiles respecto al elemento que representan. Su principal defecto es que resulta complicado llevar la cuenta de todos los efectos que el jugador va añadiendo a su ciudad. Pero si los jugadores mantienen la concentración y utilizan algún elemento de apoyo visual, es fácil evitar pifias.
Un microjuego para dos que con simplemente dieciocho cartas consigue una variabilidad alucinante gracias a que todas ellas muestran por una de sus caras un criterio de puntuación, revelándose tres de ellos en cada partida. A esto le sumamos un sistema de draft que obliga a los jugadores a buscar un equilibrio entre escoger la carta que le interesa en cada turno a costa de regalar a su rival otras cartas. Y, cómo no, la conformación de patrones es bastante exigente por la estructura de las cartas y no poder colocarlas apaisadas. Probablemente el juego de este top más efectivo, ya que es imposible ofrecer más con menos.
Si con Azul el señor Kiesling marcó el camino a seguir por la mayoría de editoriales a la hora de publicar familiares que recurriesen a esta combinación de mecánicas, con este Miyabi demuestra cómo conseguir un diseño elegante y tremendamente exigente. No os dejéis engañar por el aspecto visual y la editorial (centrada habitualmente en juegos infantiles). Estamos ante un juego que resulta un quebradero de cabeza continuo, desde el primer al último turno. Un sistema de draft muy sencillo sumado a unas restricciones a la hora de desplegar las piezas bastante restrictivas. Si le añadimos todos los módulos incluidos se convierte en un juego muy complejo de optimizar. Si hay que tener un juego de draft, colocación de losetas y patrones, es este.
Un grandísimo top en el que echo en falta a mi querido Harmonies, para mi un 10 en todo. Pero alguno tiene que quedar fuera y siempre está bien ampliar el radar con nuevos targets 🙂
Muchas gracias Misut y felicidades por esta iniciativa de los tops y por todo el blog!
PD: hace poquito ha salido una versión Duel de La isla de los gatos, más asequible económicamente para los que jugamos en pareja (es un juego caro) y que da una vuelta de tuerca interesante al draft. De momento solo en inglés. FYI
A mi Harmonies me parece precioso, pero el impacto del azar y un suministro que no cicla como debiese lo alejan de Reef, que sería al que más se parece.
Me anoto lo de la isla de los gatos!
Tienes toda la razón en lo del suministro de Harmonies, aunque no es nada que no tenga fácil solución con alguna pequeña regla casera (ya sé que no eres amigo de ellas, a mi tampoco me apasionan) y para nosotros compensa el preciosismo de la producción.
Reef siempre está ahí en el radar pero me parece como que quizás quema el cerebro un poco de más para lo que apetece cuando sacas un juego de estos, que es un rato divertido de «pensar pero sin pasarse» jajaja
Bueno, pero justamente tener un juego algo mas exigente creo que es lo que le permite convivir en la coleccion con un cascadia o con un azul. Si no, habría salido del top.
El hipervínculo de Suburbia a Leer Tochorreseña no funciona.
Gracias por tu Top….. como se sabía de antemano cuál iba a ser el Top 1…..🤣🤣🤣🤣
Arreglado!! Gracias por el aviso!
¿Es mejor Maravillas del Mundo que Los Castillos del Rey Loco Ludwig? A mí Castillos del Rey Loco me gusta, pero tanto azar dificulta mucho la estrategia y lo convierte en un juego super tactico.
Para mi son distintos. El Castillos con quien tiene que compararse es con Suburbia. Y a mi Suburbia me parece mas interesante.
Veo que estan Azul y Miyabi, todo correcto. Son dos inquemables para mi. El Maravillas no me entusiasmó, igual debería darle otra oportunidad pero también es cierto que ya tengo este cupo muy cubierto.
Ojalá reedicion del Reef, que creo que ahora se le valoraría más, y por añadir uno más metería Quadropolis; tremendo escándalo de juegarral años después.
Salud
El de la Isla de los Gatos estuvo en clara valoración de una de las personas del grupo en tanto que colecciona juegos de gatos… pero le pareció particularmente feo y el filtro, más allá de cuestiones mecánicas, es que sean gatos monos, jajaja.
Si hay un juego que tus reseñas (o cada vez que lo comentas en Más Madera) me han «vendido» es el Miyabi, que personalmente me gustó mucho, en el grupo gustó, pero tendemos a otros tipos de juegos y este ha visto poca mesa. Eso sí, el tema de ese juego me parece aburridísimo.
Hasta luego 😉
Me pillé el picnic por menos de 3 euros y top 10. Esos pequeños grandes juegos…
Hoy si Picnic 🙂