Reseña: Batalla de Ovejas

Introducción

Las ovejas se sienten demasiado apretadas en su pequeño prado… ¡y han decidido conquistar el mundo pasto a pasto! Divide tus pilas de ovejas para bloquear las ovejas de tus adversarios.

Portada
Portada

Así de directo se nos presenta este Batalla de Ovejas (Battle Sheep en inglés), un juego diseñado por Francesco Rotta, siendo este su único juego publicado hasta la fecha. La primera edición fue producida en 2010 por Blue Orange bajo el nombre de Splits. Posteriormente se retematizó, obteniendo el nombre actual. En 2014 obtuvo una recomendación del Spiel des Jahres. De las ilustraciones se encarga Andrea Femerstrand, siendo también ésta su única incursión en el mundillo lúdico.

El juego se encuentra editado en nuestro país por Ludilo en una edición multilenguaje (español, inglés, francés, italiano, alemán, portugués y holandés), aunque es completamente independiente del idioma. Permite partidas de 2 a 4 jugadores, con una edad mínima sugerida de 7 años y una duración aproximada de unos 15 minutos. Su precio de compra recomendado es de 24,95 €. Para esta reseña se ha utilizado una copia de la edición multilenguaje de Ludilo, que la editorial nos ha cedido amablemente. Se puede jugar online en Board Game Arena y en Boîte-à-Jeux (como Splits).

Contraportada
Contraportada

Importante: si ya conoces el juego y/o sólo te interesa mi opinión sobre el mismo, puedes pasar directamente al apartado de Opinión. Los apartados Contenido y Mecánica están destinados especialmente a aquellos que no conocen el juego y prefieren hacerse una idea general de cómo funciona.



Contenido

Dentro de una caja de cartón de dos piezas (tapa y fondo), de dimensiones 26,5×26,5×6 cm. (caja cuadrada similar a la de Dixit, aunque unos milímetros más reducida), nos encontramos los siguientes elementos:

  • 16 Losetas de Pasto (de cartón)
  • 64 Fichas de Oveja (16 de cada color: azul, rojo, negro y blanco) (de plástico)
  • Reglamento
Contenido
Contenido

Mecánica

Batalla de Ovejas es un abstracto en el que los jugadores comenzaran con una pila de 16 ovejas ubicadas en un tablero modular que ellos mismos habrán configurado previamente. En su turno, un jugador deberá dividir una pila de su color, desplazando la división en una de las direcciones posibles hasta que se encuentre algún obstáculo (o el final del tablero), siempre dejando al menos una oveja en la casilla en la que se encontraba la pila. El objetivo: ser el que más casillas de pasto cubra.


Conceptos Básicos

Empezamos por el Tablero. Este se compondrá de una serie de Losetas de Pasto (cuatro por cada jugador). Estas losetas contienen cuatro casillas hexagonales. Al comienzo de la partida los jugadores formarán el tablero conectando las losetas.

Loseta de Pasto
Loseta de Pasto

Sobre este tablero se colocarán las Fichas de Oveja. Estas inicialmente se colocarán en una pila en una única casilla. El movimiento básico, como veremos más adelante, será dividir la pila y desplazar en línea recta ese subconjunto de fichas hasta que algún obstáculo impida el avance. Estos obstáculos serán bordes del tablero (huecos o periferia) o casillas ocupadas con otras fichas (ya sean propias o rivales).

Fichas de Oveja
Fichas de Oveja

Preparación de la Partida

  1. Cada jugador recibe 4 losetas de pasto y 16 fichas de oveja de un color.
  2. Se decide quién será el jugador inicial.

¡Y ya estamos listos para comenzar!

Partida preparada para cuatro jugadores
Partida preparada para cuatro jugadores

Desarrollo de la Partida

Una partida a Batalla de Oveja se compone de dos fases: una primera en la que los jugadores configuran el tablero de juego colocando sus losetas, y una segunda en la que los jugadores intentan desperdigar el mayor número de ovejas por el tablero recién formado.

Fase I: Formación del Tablero

Comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj, cada jugador colocará una loseta de pasto sobre la mesa. La primera loseta no tiene restricciones, pero las que se coloquen posteriormente deberán estar conectadas por al menos un lado con las que ya se encuentren en el tablero. Los jugadores alternarán turnos hasta que cada uno haya colocado sus cuatro losetas.

Ejemplo de pasto
Ejemplo de pasto

Finalmente, y, de nuevo, en orden de turno comenzando por el jugador inicial, cada jugador colocará su pila de 16 ovejas en una de las casillas de la periferia del tablero. Con esto concluye esta primera fase.

Fase II: Batalla por los Pastos

Comenzando por el jugador inicial y continuando en el sentido de las agujas del reloj, cada jugador, en su turno, deberá realizar un movimiento de división. Este consiste en los siguientes pasos:

  1. Elegirá una casilla en la que se encuentre una pila de fichas propia (al comienzo de la partida solo habrá una única pila). Esta casilla debe cumplir como requisito que al menos una casilla adyacente esté vacía (sin fichas, ni propias ni ajenas).
  2. Dividirá esta pila en dos, dejando al menos una ficha en la casilla en la que se encontraba la pila, aunque podrá dejar tantas como quiera. Es decir, debe dejar una ficha como mínimo, pero también debe tomar al menos una ficha de la pila.
  3. Las fichas tomadas se deben desplazar en línea recta en cualquiera de las direcciones posibles (sin salir del tablero) y se depositarán en la casilla más alejada antes de encontrar un obstáculo (otras fichas, incluidas las propias, o agujeros) o el final del tablero.

Tras esto, el turno pasaría al jugador de la izquierda. La participación de un jugador finaliza en el momento en el que no pueda realizar movimientos válidos, esto es, que las pilas que aún le queden en el tablero estén completamente rodeadas y no disponga de casillas vacías adyacentes.

Pasto con pilas de ovejas iniciales
Pasto con pilas de ovejas iniciales

Fin de la Partida

La partida finaliza en el momento que quede un único jugador con movimientos permitidos o todas las fichas han sido colocadas (no quedan pilas). El ganador será aquel jugador que más casillas ocupe con sus fichas. En caso de empate, el ganador será el jugador que tenga más casillas conectadas con fichas de su color.


Opinión Personal

Hoy toca analizar uno de esos juegos abstractos que se han sabido disfrazar convenientemente para resultar más atractivos. Pero ante juegos puramente mecánicos la chapa y pintura son elemento meramente accesorios. ¿Merecerá la pena el juego anteriormente conocido como Splits? Veámoslo.

Si ya lo conocíais u os habéis leído la mecánica, lo más seguro es que en vuestra mente retumbe el título de otro famoso juego abstracto convenientemente disfrazado. Si amigos, me estoy refiriendo a ¡Pingüinos! Así que esta va a ser una reseña que va a estar comparando constantemente al juego de Francesco Rotta con el de Günter Cornett y Alvydas Jakeliunas.

Mecánicamente son muy similares, aunque funcionan a la inversa. Ambos juegos utilizan elementos que deben moverse en línea recta sobre un tablero formado por casillas hexagonales en las que se van generando obstáculos insalvables. En el caso del ¡Pingüinos! son huecos al ir retirando losetas, y en este Batalla de Ovejas son las propias fichas al detener su movimiento.

Detalle de pilas de ovejas
Detalle de pilas de ovejas

Así que ya tenemos un primer elemento de referencia. Son tan parecidos en cuanto a su desarrollo, que los gustos de los jugadores también serán coincidentes. Si os gusta ¡Pingüinos! os gustará Batalla de Ovejas. Si por el contrario no podéis ni ver en pintura al juego de capturar peces, mejor que no os acerquéis al título de Ludilo.

¿Quiere esto decir que ambos juegos son redundantes en una ludoteca? ¿Si ya tengo ¡Pingüinos! puedo pasar de Batalla de Ovejas? Respuesta corta: sí. Respuesta larga: depende.

Son redundantes en el sentido de que ocupan exactamente el mismo nicho y las sensaciones son muy similares. Casi iguales diría yo. Si vuestra colección es reducida y no buscáis acumular cajas como si no hubiese mañana, con tener uno de los dos es suficiente. Ahora bien, si os va la marcha, existen sutiles diferencias que los diferencia lo justo como para que puedan convivir ambos en una ludoteca, siempre y cuando nos apasionen los abstractos.

La primera aparece en la preparación. En ¡Pingüinos! es un auténtico infierno tener que llevarse un buen rato colocando pequeñas losetas en forma de tablero más o menos bien alineadas. En el juego de las ovejas esto se soluciona de dos maneras. En primero lugar, fusionando las casillas en losetas de cuatro hexágonos, de forma que, como máximo, solo habrá que colocar 16 losetas. Y, por otro lado, al incorporar la formación del tablero como parte del desarrollo de la partida, matando dos pájaros de un solo tiro, ya que no solo se generaran tableros diferentes para cada ocasión, sino que se hace participe al resto de jugadores en esta composición que, de otra forma, se quedarían mirando como nosotros, dueños del juego, preparamos todo.

El siguiente elemento diferenciador lo encontramos en la mecánica principal del juego. En el juego de las aves marinas siempre dispondremos de un número fijo de pingüinos durante la partida, hasta que estos vayan quedando bloqueados. En el título de hoy el juego experimenta una curva similar a una campana de Gauss, de forma que al comienzo solo tenemos una única casilla desde la que partimos, pero, a medida que vamos realizando divisiones, se van ampliando las opciones de movimiento. Pero llega un momento en el que el tablero comienza a estar ocupado y, con ello, los posibles movimientos. Así hasta llegar al final de nuestra participación en la partida.

¡Más sutilezas! La puntuación. Mientras que en ¡Pingüinos! hay un punto de memory al tener que intentar recordar las losetas de pescado que han tomado sus rivales, aquí simplemente tenemos que mirar al tablero y contar. Es cierto que se pierde ese puntito de incertidumbre que tanta emoción le da al juego de los pescaditos, pero por otro lado los amantes del control y los cálculos estarán de enhorabuena.

Este elemento es, para mí, el más diferenciador, ya que afecta a dos características importantes. Por un lado, a la forma de jugar. En ¡Pingüinos! hay un cierto equilibrio entre los movimientos que se quieren hacer para obtener ciertas losetas y ganar determinadas posiciones y los movimientos para bloquear a los rivales. En el juego de hoy, cada casilla tiene exactamente el mismo valor, de forma que los bloqueos se convierten en dominantes, resultando un juego mucho más directo. No hay distracciones en forma de losetas con tres pescados. Solo veremos espacios a cerrar para anular pilas de los rivales. Cada ficha que se vaya a quedar apilada al final de la partida es un pasito más hacia la victoria.

Detalle de partida en juego
Detalle de partida en juego

Pero, por otro lado, afecta de forma importante a la escalabilidad, ya que las partidas a dos jugadores quedan bastante descafeinadas. Demasiado control para una mecánica tan simple. Para este número ¡Pingüinos! funciona mucho mejor al añadir más peones y al tener predominancia la lucha por las losetas. Afortunadamente, el juego funciona a las mil maravillas con cuatro jugadores, siendo relativamente complicado decidir que pila desplazar en cada momento si queremos mantenernos con vida hasta el final. Con tres jugadores también es bastante aceptable, proporcionando sensaciones más cercanas a partidas con el máximo de jugadores.

En cuanto a rejugabilidad, aquí resulta un empate. El elemento diferenciador es la disposición del tablero. Y en ambos va a ser distinto cada partida, aunque es cierto que en Batalla de Ovejas esta la deciden los jugadores, por lo que se puede forzar la máquina. Pero de todos modos es un abstracto de corta duración del que no habría que abusar si no se quiere dejar en la estantería demasiado tiempo.

Gracias a su sencilla mecánica, al igual que el juego con el que hemos estado comparándolo constantemente, es apto para todos los públicos, pudiendo jugar niños de en torno a los 7 años sin ningún problema, aunque para llegar a dominarlo puede tener una curva ligeramente superior a ¡Pingüinos!, ya que, para optar a la victoria, hay que estar evaluando constantemente la cantidad de fichas en cada pila intentando desplazarlas de forma que aseguremos su despliegue completo.

Este aspecto es el que más me gusta, ya que cada movimiento implica dos decisiones. Por un lado, que pila mover y hacia dónde. Y por otro, en cuanto dividir la pila. Salvo en los momentos finales (que las pilas tendrán pocas fichas), elegir bien cuantas ovejas se mueven y cuantas se quedan se convierte en un divertido ejercicio de cálculo y previsión. Pero esto solo para los más analíticos.

Hablemos de la edición. En este punto, el juego de Ludilo gana por goleada (aunque también cuesta el doble). En primer lugar, por tamaño. Las losetas y las fichas tienen unas dimensiones impresionantes. Las losetas de pastos, además de un grosor bastante importante, tienen una longitud cercana a los quince centímetros, y las fichas de oveja tienen un diámetro similar al de las fichas de póker. Estas son de plástico y, aunque no tienen un peso considerable, son muy agradables en mano. En resumen, mucho más agradable de jugar que el juego con el que el que hemos estado comparándolo constantemente. Para evitar que todos estos componentes de generoso tamaño estén chocando entre si y estropeándose, la caja contiene un maravilloso inserto en el que todo queda perfectamente recogido y, por mucho que agitemos la caja, los componentes no se moverán de sus departamentos. Y el reglamento está adecuadamente estructurado, aunque es cierto que es simplemente una pequeña hoja por delante y por detrás.

Inserto
Inserto

Respecto a las ilustraciones, el trabajo de Andrea Femerstrand se reduce a la portada y a la pequeña serigrafía de las fichas. Aunque son pocos elementos, el resultado no está carente de calidad. La portada es llamativa y divertida, y cada ficha de oveja es distinta. Un gran trabajo de tematización para un abstracto. También me gustaría destacar el ingenioso juego de palabras del titulo en ingles: Battle Sheep, en alusión a Battle Ship, el Hundir la Flota de toda la vida. Yo siempre lo llamaré por su nombre anglosajón.

Y vamos cerrando. Batalla de Ovejas es un juego abstracto correctamente tematizado, apto para todos los públicos y que depara muy buenos y divertidos momentos. Muy similar a otro gran abstracto como es ¡Pingüinos!, aunque si ya se tiene éste en la colección, el juego que hoy analizamos puede no tener cabida en ella. Es cierto que a dos jugadores queda algo descafeinado, pero si en la mesa vamos a tener tres o cuatro jugadores de forma habitual, es una gran adquisición. Por todo esto le doy un…

Notable

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7 comentarios

  1. El otro día y ahora en la reseña comentas que el juego gana cuantos mas sean en la partida, pero a mi curiosamente me pasó lo contrario. Me dio la sensación de ser «más juego» a dos que a más, precisamente por haber más control y poder prever mejor tu jugada. Me pasa con el pingüinos, me gusta mas a dos y creo que a más no lo jugaría, pero claro, solo son sensaciones… A ver si lo jugamos a dos 😉 ah y cierto, los componentes son alucinantes.

    Saludos!!

    1. Es que el problema a 2 es que se vuelve demasiado analítico para mi gusto. Ten en cuenta que el juego cnsiste, básicamente, en encerrar al otro. Se convierte en una especie de Damas. Funcionar funciona, pero me resulta bastante sosete. Sin embargo, a 3 o 4 la cosa cambia. ¡Pingüinos! escala mejor gracias a que el objetivo final no es tanto encerrar al rival como tomar mas peces que el otro. Pero, como siempre, son mis sensaciones. Cuando quieras una a 2 😛

  2. Este es el mejor juego que he jugado desde el ajedrez. Táctico, divertido y adictivo. Cada partida es diferente.
    Cuando ya tienes nivel, lo mejor es jugar en parejas.

    1. Hombre, tampoco es para entusiasmarse. Pero si que es muy divertido y adictivo. Como es eso de jugaro por parejas?!?!? Ilustranos porfa!!

      Saludetes!

  3. Buena reseña. La verdad es que es un gran reemplazo para el Pingüinos: más rápido con sensaciones similares, bloquear al rival. Tiene un toque a juegos de la serie GIPF, pero aunque es cierto que gana un poco con más de dos, a nosotros no nos ha disgustado a dos, ya que compartimos en parte la sensación de Yol, y evitas el kingmaking 😉

    1. Bueno, pero un poquito de Kingmaking en un juego de 15 minutos es el picante que hace falta para vendettas en partidas seguidas 😛

  4. Este juego es bastante socorrido. Dura máximo 15 minutos y siempre hay pique entre los jugadores. De lo mejor es que el tablero cambia en cada partida y la calidad de las fichas. Un gustazo. Muy recomendable.

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