Crónicas Jugonas: Semana 13 del 2015 (23/03 – 29/03)

Semana de comienzo de vacaciones. Ya sabemos que significa eso… ¡mucho tiempo libre para jugar! Los dos días en Sevilla han dado para bastante. Pero antes, muchas partidas entre semana. Vamos al lío.

Empezamos la semana con un segundo sorbo al prototipo de nuestro querido Rodrigo González (Rod), Beer Party. Un juego en el que tendremos que formar cañas de cerveza y bebérnoslas para alcanzar un estado de embriaguez aceptable que nos dé la victoria. Gestión de la mano, memoria y una pizca de interacción son los ingredientes de esta peculiar fiesta de la cerveza. Para esta partida éramos cuatro (probando una de sus modalidades): Sergio, Víctor, Marta y el que os escribe. Antes que nada, advertir que, de nuevo, volvimos a jugar mal. En el modo a cuatro las birras deben tener la carta del fondo descubierta, y solo lo hicimos con una. Además también se nos olvidó colocar las cartas visibles del mazo (hay dos cartas siempre visibles que podemos tomar a la hora de robar). Con todo, la partida al menos fue rápida. Y este es uno de los defectos de este modo tal y como está ahora mismo, y es que a cuatro jugadores la partida se acaba en un suspiro. No te da tiempo a nada. De hecho, ningún jugador logró beber ninguna cerveza bien formada, y solo Sergio y yo desechamos dos tanques fallidos, anotando 2 puntos yo y 1 el. El resto se quedó a ceros. A ver si dándole dos vueltas al mazo se puede hacer algo más.

Otra birra más
Otra birra más

Como la partida anterior se terminó en poco más de diez minutos, saque el ¡Pingüinos!, que nunca falla. Un juego de Günter Cornett y Alvydas Jakeliunas. Se trata de un abstracto disfrazado con unos adorables pingüinos que lucharan por hacerse con el mayor botín de peces posible. Un tablero formado por losetas hexagonales en las que nuestros pingüinos se moverán en línea recta tomando la loseta sobre la que estaban al comienzo del movimiento, sin pasar por encima de otros pingüinos ni por huecos. Era su primera partida y se notó. Hicieron jugadas pensando más en el valor de los pescados que en el estado del tablero, de forma que acabaron encerrados relativamente pronto, mientras que a uno de mis pingüinos lo dejaron en un islote enorme que me dio la victoria. Resultado: yo vencedor con 28 puntos, Marta segunda con 24, Víctor tercero con 21 y Sergio último con 20. Como ya sabéis, un título genial, apto para toda la familia. Además es de esos pocos abstractos que han sabido elegir bien el tema (losetas de hielo que se derriten y van dejando pequeños huecos en el mar), convirtiéndolo en un título mucho más accesible que si solo fueran cubos y losetas.

¡Atracón!
¡Atracón!

Por la noche Sandra y yo volvimos a sacar el magnífico Sky Tango. Un juego diseñado por Johann Rüttinger y Jacques Zeimet en el que mediante una curiosa gestión de la mano tendremos que ir creando filas de ciclos solares y ciclos lunares. Mucha interacción y una pizca de memory. Partida tensa. Se nota que vamos cogiéndole el truco a la mecánica. Esta vez sí hubo bastantes bloqueos, mucha mala leche y bastantes destrucciones de filas, algunas provocadas por uno mismo para evitar males mayores. Que la partida fuese tensa no quiere decir que, al final, la victoria no fuese clara para el que os escribe. Sandra estuvo un poco limitada por la suerte y no pudo desplegar un gran juego. Resultado final: yo vencedor con 20 puntos por los 10 de Sandra. Lo reseñé la semana pasada. Un gran juego para dos, con un aspecto alucinante y mucha interacción. No se le puede pedir más.

Viendo pasar el tiempo...
Viendo pasar el tiempo…

El martes, para el descanso del almuerzo, saqué el incombustible Coup. Un juego diseñado por Rikki Tahta, con mecánica de roles ocultos variables, habilidades especiales y, sobre todo, con mucho faroleo. Intentaremos deshacernos del resto de nuestros rivales y ser el único que sobreviva en la partida manteniendo el control sobre ciertos personajes de la corte. En el momento que perdamos toda nuestra influencia, abandonaremos la partida. Tuvimos que levantarnos del comedor (overbooking) y nos fuimos a un pequeño patio interior que tenemos en el edificio. El problema es que los bancos están distribuidos de forma poco conveniente, por lo que tuvimos que sentarnos un poco alejados para jugar. Éramos cuatro: Marta, Víctor, David y un servidor. Marta fue la primera en caer, por lanzar desafíos a lo loco. Luego David intentó jugárnosla, pero entre un Coup de Víctor y un asesinato mío, también quedó apeado de la partida. Y en el mano a mano entre nosotros dos, cometí un fallo mortal entregándole la victoria en bandeja al señorito. Grandioso juego. A destacar su agilidad, que evita que la eliminación de jugadores no sea algo especialmente negativo. La partida se resuelve en un periquete y no hay opción a que se alargue, porque siempre van entrando monedas en juegos y cuando un jugador alcance las siete está en disposición de pegarle un palo a un rival. Muy recomendable.

Partida fugaz
Partida fugaz

Por la noche Sandra y yo sacamos uno de esos fillers que nos tiene enamorado: Noah, diseñado por Bruno Cathala y Ludovic Maublanc. Un juego de cartas en el que tendremos que ir creando series de animales según su género (alternado o del mismo) cumpliendo una restricción de peso máximo. Se juegan tres rondas en las que intentaremos quedarnos sin cartas. Los jugadores van anotando los puntos correspondientes a la tristeza que le provoca a Noé el no haber podido salvar a esos animales. Partida espectacular. La primera ronda me la llevé yo, con un par de buenos movimientos, anotando Sandra tres tristes lágrimas. El vuelco vino en la segunda. Un ultracombo de Sandra finiquitó la ronda en un abrir y cerrar de ojos y me pillo en bragas, haciéndome anotar 6 lagrimas. La tercera fue tensa, llevándome yo la ronda, pero no fue suficiente para remontar, ya que Sandra solo anotó dos lágrimas. Resultado final: Sandra vencedora con 5 lagrimas por 6 mías. Con un aspecto infantiloide, encierra un juego que te hace pensar, con una buena componente de memoria y de saber cuándo jugar ciertas cartas para intentar sacarle el máximo rendimiento. Muy recomendable.

Menuda segunda ronda
Menuda segunda ronda

El miércoles me llevé al trabajo el clásico entre los clásicos: Carcassonne. Un juego de Klaus-Jürgen Wrede en el que, mediante la colocación de losetas, iremos formando Carcasona. Los jugadores, en su turno, roban una loseta y la colocan de forma coherente sobre la mesa, pudiendo colocar un meeple sobre ella para intentar completar una estructura con la que puntuar (caminos, castillos o claustros, además de los granjeros). La norma más importante es que no se puede colocar un meeple en una estructura en la que ya haya alguno otro, de forma que solo se podrá intentar arrebatarla mediante una incorporación indirecta (comenzando otra estructura del mismo tipo y contándolas). Como compañeros de partida: Marta, David, y Víctor. Para estos dos últimos era su primera partida, por lo que, como supondréis, su estrategia se basó en anotar puntos de la forma más directa posible, sin centrarse en construcciones a largo plazo. Marta, por el contrario, siguió un camino muy a largo plazo. Tanto, que llego un momento en el que no tenía meeples disponibles. Yo, mientras, mantuve una posición intermedia, intentando engancharme a aquellas estructuras que resultaban más suculentas. Como nota característica de la partida, los granjeros tuvieron muy poco efecto. Pocas ciudades completas y pastos muy fragmentados. Probablemente por esto me llevé la partida. Resultado final: yo vencedor con 66 puntos, Víctor segundo con 48, David tercero con 39 y Marta ultima con 37. Pasarán eones y Carcassonne seguirá siendo una magnifica puerta de entrada a este mundillo, con la gran virtud de que seguirá deparando grandes momentos cuando vuelva a la mesa, incluso cuando nuestra ludoteca sobrepase la centena de títulos.

Los granjeros no fueron determinantes
Los granjeros no fueron determinantes

Por la noche Sandra y yo sacamos un histórico de nuestra ludoteca: Famiglia, del estrafalario Friedemann Friese. Un juego para dos en el que mediante una curiosa mecánica de cartas iremos mejorando nuestra banda de mafiosos para convertirnos en la familia más poderosa de la ciudad. Cuatro tipos de mafiosos, cada cual con una características especiales, que nos permitirán achantar a los futuros miembros que se encuentren en la calle (mercado común). Partida marcada por el olvido, ya que casi no nos acordábamos de cómo se jugaba. Afortunadamente es un reglamento de lectura rápida. El problema es que Sandra estaba un poco anquilosada, y cuando quiso darse cuenta, varios mafiosos importantes se le habían escapado, viniéndose a mi atractiva banda. Finalmente, la partida me la llevé yo, aunque no de forma clara. Resultado: 87 a 83. Un juego para dos curioso, pero que tampoco es nada del otro mundo. Tiene un factor de timing importante, ya que hay afinar mucho a la hora de bajar cartas que reduzca nuestra mano, pudiendo llegar un momento de bloqueo. Aunque, por el precio que cuesta, es una buena adquisición para cualquier ludoteca.

Iván es nombre ruso...
Iván es nombre ruso…

El jueves para el almuerzo otra ración doble. De primer plato, Lord of the P.I.G.S. Un juego diseñado por Álvaro Lerma y Jorge Rodríguez Samaniego en el que cada jugador toma el control de uno de los responsables de que un país imaginario funcione adecuadamente, es decir, mirando por sus intereses. Un juego de cartas en el que iremos realizando y votando propuestas de forma que los niveles de enriquecimiento de cada jugador irán fluctuando a la vez que el nivel de estabilidad social se mantiene lo suficientemente a flote como para que las revueltas sociales acaben con nuestro elevado nivel de vida. De nuevo, éramos cuatro en la mesa: Sergio, Víctor, Marta y yo. La partida se acabó en un periquete, ya que mis compañeros no terminaron de verle la gracia. Proponíamos cartas, votábamos cartas, los marcadores fluctúan. Pero no sé. Hay que estar muy pendientes de los valores en los que cada jugador está y ver cómo afectan las distintas propuestas a la hora de aprobarse a dichos marcadores. Esperaba cierta inmersión temática, pero al final no es más que estar mirando números y jugando con ciertos efectos alternativos de las cartas para asestar golpes de efecto. No me pareció mal diseñado, solo que no nos divirtió. Lo probaré con otro grupo a ver qué tal.

Ni chicha ni limoná
Ni chicha ni limoná

Como esto podía ocurrir, me traje, además, el maravilloso Abluxxen de Wolfgang Kramer y Michael Kiesling. Un filler con mucha interacción en el que se van jugando cartas sobre la mesa en filas, de forma que cuando juegas un número de cartas igual que las de otros pero de valor superior puedes robar o eliminar las cartas de ese jugador. Al final de la partida el ganador será el que más puntos obtenga (las cartas sobre la mesa suman un punto pero las cartas en la mano restan un punto). Esta fue, sin duda, la partida más tensa y táctica que he podido disfrutar hasta la fecha de este juego. Los cuatro jugadores completamente metidos, buscando el mínimo resquicio para arañar cartas y puntos. Y también muchas risas al estar constantemente atacándonos. Y, por si no fue suficiente, la partida acabo en empate entre Marta y yo, así que tuvimos que compartir la victoria con 17 puntos, uno más de los que consiguió Sergio y ya lejos de los 10 de Víctor. Es uno de los fillers más entretenidos de los últimos tiempos. Con más profundidad de la que podría esperarse y con una mecánica ultrasencilla. Es impresionante como con dos reglas sencillas y una baraja con pocos elementos se consigue algo que funciona tan bien.

La partida más tensa hasta la fecha
La partida más tensa hasta la fecha

El viernes tocaba meterse en carretera para bajar a mi querida Sevilla. Ya el sábado, después de haber repuesto fuerzas y antes de irnos a comer con amigos, Sandra y yo echamos un par de partidas a uno de los estrenos de la semana anterior: Rosenkönig, de Dirk Henn. Un juego de la serie de dos jugadores de Kosmos en el que mediante una serie de cartas iremos conquistando regiones en un mapa, colocando una ficha con la rosa blanca de la casa York o la rosa roja de la casa Lancaster. Gestión de la mano, movimiento punto a punto, control de áreas y mucha mala leche. En su turno, un jugador juega una de sus cartas o roba una carta. Estas indican una dirección y un número de espacios. La corona se moverá a dicha posición, siempre y cuando esta se encuentre vacía, colocando una de las fichas, aunque es posible arrebatarle al rival alguna casilla (solo podremos hacerlo cuatro veces durante la partida). Al final de la partida, cada región (dos o más casillas conectadas con fichas del mismo color) otorgarán el número de casillas al cuadrado en puntos. Echamos dos partidas bastante extrañas, sobre todo en comparación con la de estreno. La primera fue casi un coitus interruptus, ya que en el séptimo turno ya no podíamos realizar más acciones, finalizando con un marcador de 4 a 3 para mí. En la segunda pasó algo por el estilo, aunque nos dio tiempo a introducir algunas fichas más en el tablero. Esta segunda se la llevo Sandra gracias a una enorme región que le daba casi mis mismos puntos. Resultado: 43 a 37. La verdad es que nos dejó un poco fríos el tema de que se nos pudiese acabar la partida tan rápido. Seguramente para las próximas no moveremos la corona tan a la ligera, intentando no arrimarnos mucho a los bordes. Menos mal que las cartas del rival son descubiertas, que si no…

¡Como nos gusta un borde!
¡Como nos gusta un borde!

Es tradición estrenar algo el Domingo de Ramos. Y nosotros, para no hacer el feo, estrenamos no uno, ni dos, sino tres juegos. Empezamos con el soberbio Tash-Kalar: Arena de Leyendas del grandioso Vlaada Chvatil. Un juego en el que iremos introduciendo una serie de fichas en un tablero que representa una arena de combate de forma que tendremos que ir formando una serie de patrones para poder poner en juego ciertas cartas, además de destruir fichas del contrario. Jugamos en Alta Forma, de modo que había que luchar por conseguir cumplir ciertas tareas antes que el rival. Ya sabemos que este tipo de juegos que requieren una alta capacidad espacial suelen costarle un poco a Sandra, sobre todo en las primeras partidas. Y esta vez no iba a ser una excepción. Así que decidí no hacer sangre y centrarme en intentar conseguir las tareas lo antes posible. Pero Sandra tenía ganas de marcha, así que al final, inevitablemente, tuvimos que pegarnos unos cuantos palos. Aun así, la partida acabo de mi lado, ya que fui el único capaz de cumplir tareas, además de invocar a tres criaturas legendarias. Resultado final: 9 a 3. La verdad es que el juego me llamó mucho la atención. Mismas sensaciones que cuando pruebas un buen abstracto. Te queda un buen regusto pero eres consciente de que el juego ofrecerá mucho más a medida que se domine.

Primera partida de toma de contacto
Primera partida de toma de contacto

A continuación, segundo estreno: Fungi. Un juego para dos de Brent Povis en el que nos metemos en la piel de dos expertos micólogos pegándose un paseíto por el bosque para recolectar y cocinar las mejores setas y conseguir así puntos de victoria. Una mecánica principal de gestión de la mano con ligero toque de gestión de recursos y un poco de memory. Lo típico en estos casos. La partida estuvo bastante bien, con ritmo y tensión hasta el final. Comencé yo cocinando un par de buenas sartenes, pero Sandra remontó gracias a otras dos aderezadas con sidra, como no podía ser de otra forma. La partida cayó de mi lado gracias a que yo pude abrir una tercera sartén antes de que la partida finalizase. Sandra no pudo completar su tercera que le habría dado la victoria. Resultado final: 21 a 18. La verdad es que me gustó mucho, especialmente por su sencillez y buen ritmo, además de tener muchas sutilezas. No es el típico título que juegas en automático porque las decisiones son obvias. El juego con el tamaño de la mano es interesante, y el concepto de profundidad del bosque que te obliga a sacrificar posibles puntos de victoria para acceder a cartas mejores antes de que puedan estar disponibles de forma gratuita me parecieron muy llamativos. Deseando repetir.

Próximamente... ¡indigestión!
Próximamente… ¡indigestión!

Y para cerrar el día y la semana, el juego con más peso de todos. Una de esas revisiones de Uwe Rosenberg al sistema que le ha encumbrado a la fama: Ora et Labora. Un juego de colocación de trabajadores y gestión de recursos que recuerda en mucho a otros de sus éxitos como son Agricola o Le Havre. En este se juega mucho más con la ubicación espacial de los edificios así como con la diversidad de recursos. Además, se introduce un rondel para controlar los recursos básicos disponibles a lo largo de las rondas. Partida muy entretenida, aunque para nada corta. Muchas opciones, sobre todo a medida que los edificios se iban colocando sobre los tableros. Al comienzo apenas hacíamos uso de la opción de encargar contratos al rival, pero, a medida que la partida avanzaba, casi era obligatorio si se quería aprovechar bien los turnos. Al final Sandra se centró en optimizar al máximo sus asentamientos y conseguir recursos valiosos, mientras que yo me harté de construir edificios. Esto último me dio la partida, aunque no por mucha diferencia, teniendo en cuenta los montantes finales: 255 a 227. Sutilezas en una partida con tantas posibilidades. La verdad es que me gustó mucho. Toma muchos elementos de sus dos hermanos mayores, aunque se deja por el camino el estrés y el agobio de tener que alimentar para no recibir puntos negativos. Del Agricola se toma la colocación de losetas-cartas sobre los tableros y la colocación de trabajadores, mientras que de Le Havre se toma la diversidad de edificios y el procesamiento de los recursos. Seguramente esta semana que entra lo probemos a cuatro jugadores. A ver qué tal.

Clérigos españoles, amantes del ladrillo
Clérigos españoles, amantes del ladrillo

Y con esto finaliza la semana. La verdad es que no me puedo quejar. A excepción del viernes que estábamos en la carretera, todos los días hubo partidas. Muchos estrenos aunque, de nuevo, pocos juegos con peso. A ver cómo se desarrolla esta nueva semana completa de vacaciones.

5 comentarios

  1. Buenos días Iván:

    Me complace ver que ya habéis probado el Fungi, del cuál te hablé en su día bastante bien. La verdad es que a mi mujer y a mi nos gusta mucho. La verdad es que fue un muy buen descubrimiento y la temática es bastante original. Leyendo tus crónicas de esta semana, se me has despertado unas ganas enormes de cocinar setas. Creo que esta semana toca Fungi!! jeje

    1. Le veo mucha salida para esas noches en las que solo tenemos un ratejo para jugar. Muy dinámico pero con mucha chicha. A mi me gustó mucho. Una gran recomendación!! Muchas gracias.

    2. No hay de qué, Iván! Con lo que disfrutamos nosotros leyéndote y con la encomiable labor que haces, me halaga que te haya podido servir de ayuda. Un saludo!

  2. Estoy deseando probar Fungi y pinguinos! Y… Tash Kalar… Me encanta!! A nosotros es que nos va eso de destruirnos el uno al otro en el juego jeje. Luego cuando terminamos de jugar, un beso pa sellar la paz y a correr!! Jeje

    1. Pues todos muy recomendables! El Tash-Kalar es tal vez el que puede ser mas difícil de digerir por ser muy abstracto. Al final acaba siendo una especie de ajedrez. Y tiene una curva de aprendizaje "interesante". El Fungi por el contrario se disfruta completamente desde la primera partida, al igual que el ¡Pingüinos!, siendo también juegos con bastante recorrido. El Tash-Kalar lo puedes probar en la BGA!

      Saludos y gracias por pasarte!

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