Primeras Impresiones: Ophir

El templo debe ser restaurado en diversas fases. Estas serán completadas gracias a la donación de metales (plata y oro) por parte de los mercaderes. Los jugadores interpretarán a estos mercadores que deberán visitar las distintas localizaciones de Ophir para cerrar negocios que les permitan obtener ingresos suficientes para mejorar su barco y conseguir estos metales.

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Nos encontramos con un Pick-Up & Deliver de manual. El juego nos ofrece un tablero compuesto por 7 hexágonos conectados entre sí, con únicamente 2 barreras que impiden el paso entre dos parejas de hexágonos concretos. Los jugadores controlan un pequeño barco con un espacio limitado para transportar materiales. La mayoría de hexágonos permiten obtener unidades de diversos recursos. Adicionalmente, hay dos hexágonos en los que los mercaderes pueden hacer cosas de mercaderes. En una, completar pedidos para obtener monedas, y en otra hacer donaciones al templo, ya sea en forma de metales para completar la construcción (y conseguir puntos de victoria) u otros materiales para obtener puntos de poder (y puntos de victoria).

El único problema al que se deberán enfrentar los jugadores, además del límite de carga, es el acceso a ubicaciones ocupadas por otros jugadores. Para ello, cada barco contará con un dado que representa su nivel de influencia. Al intentar acceder a un hexágono, el jugador lanzará su dado de influencia y, si consigue igualar o superar el valor de los barcos presentes, el jugador podrá acceder. En caso contrario, perderá el movimiento, aunque los barcos rivales perderán un punto de valor en su dado.

Por último, los jugadores pueden utilizar unos puntos de poder para evitar estos inconvenientes, pudiendo repetir acción o acceder a una localización ocupada sin tener en cuenta los dados de influencia.

El juego incorpora un par de detalles relativamente interesantes para que no consista en estar haciendo constantemente lo mismo. En primer lugar, la resistencia que ofrecen los barcos rivales a la hora de acceder a una localización. Si no se disponen de puntos de poder suficientes (o no se quieren gastar), habrá que confiar en la suerte para intentar acceder y no perder puntos de movimiento. Obviamente, esta decisión dependerá del valor de influencia del resto de barcos.

El otro elemento que altera el equilibrio y los intereses de los jugadores son las cartas de mercado. Estas determinan una serie de requisitos a satisfacer por los comerciantes para obtener monedas. Estas cartas irán desplazándose por un track cada vez que alguien realice una entrega, siendo curioso que el pedido en sí no se descarta, sino que toda la fila se desplaza, y será la ultima la descartada, haya sido la elegida por el jugador o no. Esto viene motivado por una serie de modificadores sobre los pagos que hay en cada posición, de forma que los jugadores planificarán cuando encargarse de ciertos pedidos para obtener el máximo beneficio.

Por último, los jugadores dispondrán de una ficha de personaje en la que anotar sus puntos de poder. En dicha ficha, además, se especifica una habilidad especial única, que nos otorgará una cierta ventaja de forma exclusiva y que determinará la forma de encarar los turnos.

Desgraciadamente, estos detalles no son suficientes como para sacar a Ophir de las idas y venidas constantes por casi las mismas rutas, únicamente alterada por los pedidos. Se trata de un Pick-Up & Deliver extremadamente convencional que no aporta más que un aspecto espectacular y un nivel de producción que ya quisieran muchos juegos. Es de esos títulos que te entran por los ojos, pero se aborrecen durante la primera partida.

Mercaderes comprando metales
Mercaderes comprando metales

Desde el primer turno tendremos claro que lo que hay que hacer es, en este orden: recoger materiales de un pedido, entregarlos en el mercado, obtener monedas, comprar metales, entregarlos en el templo y anotar puntos. Repetir hasta que el templo esté completo. Cierto es que no será algo tan mecánico y directo, y que los obstáculos en forma de barcos harán que perdamos turnos en la carrera por ser el que más metales done a culto. Pero no es suficiente.

Como filler de caja pequeña, con un precio ajustado, Ophir no habría estado mal. Los excesos a la hora de producir un juego también se pagan, en este caso provocando una impresión errónea que se vuelve contra el diseño. Una pena.

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